Nacemos, en la mayoría de los casos, con la certeza de que vamos a tener los cuidados de una madre amorosa.
Con las respectivas excepciones, eso está dado por descontado.
Cuando crecemos y vivimos diversas situaciones, esa sensación de seguridad ya no es la misma.
Entonces comienza una búsqueda, a veces infatigable, por volver a sentir esa seguridad y tranquilidad del núcleo familiar.
Si no se tuvo una familia que se pueda catalogar como feliz, entonces la tendencia será procurar el logro de una que sí.
Así es que como nos relacionamos con otras personas, tenemos pareja e hijos.
Sin embargo, conforme sucede este proceso, muchos se dan cuenta que ese ideal de familia feliz no es tan fácil como otros lo pintan.
La vida en familia no es como en la publicidad de los ambientadores, ni como en la de los anuncios navideños.
¿Es este el mito de las familias felices?
Veamos si es así.
¿En qué se parecen todas las familias felices? [6 rasgos distintivos]
Cuando alguien intenta vendernos fórmulas para lograr algo que esté relacionado con el plano emocional y psicológico, siempre hay algo de falsedad en lo que vende (a veces mucha).
Las personas que componen a las familias son muy diversas y es absurdo pensar en recetas para tener una familia feliz.
También es un sinsentido pensar que todas las familias que se consideran felices a sí mismas son iguales.
Una vez más queda al descubierto la idea de que la felicidad es un asunto de valoración personal.
Sin embargo, y más lejos del mito de las familias felices, lo que vamos a compartirte son 6 rasgos.
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1. Tienen una comunicación efectiva
En cualquiera de los planos en que se den, las mejores relaciones se basan siempre en una comunicación efectiva.
La comunicación efectiva no consiste en hablar mucho, sino en saber qué se dice, cómo se dice y cuándo se dice.
Comunicarse de forma efectiva es comprender que el otro tiene inquietudes legítimas que merecen ser atendidas.
Aquí no hay pulsos. Incluso habrá momentos en los que hay que ceder.
Además, la comunicación efectiva también incluye la sinceridad. Aquellas familias en donde hay mentiras tendrán discusiones continuas o abusos de poder.
2. Hacen actividades juntos
Este es un rasgo común en las familias felices, pero no es imperativo que así sea.
Si bien es cierto que la realización de actividades en conjunto fomenta lazos de unión e incrementa la confianza, también lo es que muchas familias no logran hacerlo en un espacio de armonía.
Tal vez recuerdes las clásicas celebraciones de cumpleaños o las festividades navideñas y se te venga el recuerdo de discusiones en la mesa.
Para minimizar la posibilidad de que estas discusiones se den, es importante descubrir cuáles son los desencadenantes.
Si se trata de algún tema polémico (religión, política, sexualidad, etc), es preferible que se eviten estos asuntos.
Si no se pudieran evitar, una actitud de apertura y la comprensión de que no todos podemos pensar de la misma forma, suele aliviar las cargas.
Una clave a tener en cuenta es que las actividades familiares no deben ser impuestas por obligación,pues esto predispone a algún asistente a estar en modo reactivo y generará más malestar que bienestar.
3. Se apoyan y se animan entre sí
Una familia feliz se apoya y se anima entre sí. Sin embargo, debemos aclarar que esta no tiene que ser una regla para alcanzar el bienestar personal.
Esto lo aclaramos porque muchas personas tienden a poner la responsabilidad de lo que les sucede en el hecho de que no reciben apoyo por parte de sus familiares.
El apoyo es importante, pero si no se recibe también hay vida más allá de ello.
El ánimo y el apoyo que se da una familia se evidencia en hechos que no solo tienen que ver con lo trágico, sino con lo más alegre de la vida: presentaciones escolares, deportivas, apertura de negocios, celebraciones, nacimientos, etc.
4. Comunican afecto
Aunque hay familias con habilidades para comunicarse lo que les preocupa, algunas veces son parcas a la hora de comunicarse afecto.
En este sentido, la ruta funciona en dos vías.
Las familias felices se comunican afecto, pero también las familias que se comunican el afecto son más felices.
Siempre es una buena ocasión para empezar a expresarles a nuestros familiares que son importantes para nosotros.
No siempre obtendremos una respuesta en la misma proporción, pero tendremos la satisfacción de haberlo dicho.
5. Son incondicionales
Más allá del mito de las familias felices que nos muestran algunos medios en los que las personas viven riendo constantemente, las familias que se mantienen unidas suelen ser incondicionales.
Esta actitud no es en vano ni un mero hecho de la sociedad romántica de las redes sociales, sino que es un hecho antropológico harto conocido.
Los humanos nos hicimos exitosos como especie gracias a la colaboración mutua. De alguna forma es como si fuéramos una “gran familia”.
Lo mismo se aplica para los núcleos familiares. El resumen conocido de este rasgo es esa frase común que muchas veces repetimos: “estar en las buenas y en las malas”.
6. Se aceptan sin cuestionamientos
En un mundo en donde nos reprobamos por tantas particularidades, la aceptación es un valor muy deseable.
Muchas familias se causan dolor por no comprender el mundo del otro, por no aceptar su orientación sexual, su preferencia académica y cualquier otro asunto que sea exclusivo de alguien.
Es importante no confundir aceptación con tolerancia por el irrespeto.
Puedes aceptar a otro tal cual sea siempre que sus acciones no violenten tu bienestar.
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Conclusión acerca del mito de las familias felices
La felicidad no es algo que se descarga de Google ni que se decreta.
Este pensamiento reduccionista puede generar mucha frustración a quien lo intente.
La felicidad es ante todo una interpretación personal que merece ser revisada si genera ansiedad y preocupación.
Unas expectativas sanas son siempre un modo armónico de acercarse y vivir eso que cada quien crea de la felicidad.
En una familia, obligar a los demás a que actúen de una forma solo para alimentar el mito de las familias felices, es contraproducente y terminará aislando a quien lo intente.