Lamentablemente la violencia familiar se ha vuelto algo tan común que en muchos lugares casi se ha normalizado. Ser testigo de una pelea verbal y/o física en la que tus padres, tus tíos e incluso tus abuelos sean los protagonistas es una experiencia realmente abrumadora y negativa. Por supuesto, como cualquier experiencia, cuando la vivimos varias veces terminamos normalizándola en nuestra consciencia; en otras palabras, terminamos creyendo que el hecho de que una situación nos ocurra varias veces en un periodo prolongado de tiempo hace que dicha situación se convierta en algo «normal» para nosotros. Y es que en teoría es esa la definición de normalidad. Pero la cuestión es que no podemos convertir un acto de violencia en algo normal. Por eso hoy queremos hablar y mostrarte a quien pedir ayuda en caso de violencia familiar.
En un principio debemos entender a profundidad este problema para definir correctamente los conceptos en nuestra cabeza. Todas las personas que hoy sienten ganas u obligación de golpear o humillar a su pareja son personas que en el pasado han experimentado situaciones similares. Existe el error de creer que la violencia intrafamiliar sólo es llevada a cabo por una figura masculina hacia una femenina; esto, lógicamente no es correcto. También existen figuras femeninas que violentan física y verbalmente contra sus parejas o sus hijos. Lo importante es no atribuirle estas acciones a un género en específico; todos podemos ser víctimas, todos podemos ser culpables.
Si sueles ser un testigo regular y no sabes a quien pedir ayuda en caso de violencia familiar, te recomendamos asistir primeramente a un psicólogo que pueda ayudarte a entender a profundidad la causa de todo lo que has visto y presenciado hasta el momento; por supuesto, para tratar y evitar posibles traumas jóvenes que se puedan estar desarrollando en tu mente. En un principio es necesario entender que la mayoría de las personas que violentan contra su propia familia, tienen una cantidad grotesca de excusas que realmente no justifican sus actos. Excusas como «Estaba demasiado estresada» o «Ella me obligó a golpearla». Realmente no son más que excusas que se ponen a ellos mismos para justificar los actos que, saben que están muy mal, pero que no son capaces de lograr aceptarlo y asumirlo.
Además de las excusas, existe una alta probabilidad de que los agresores hayan sido víctimas de maltratos en el pasado; bien sea por sus padres, sus abuelos o cualquier figura de autoridad. También, como dijimos en un principio, el hecho de ver constamente que una acción o circunstancia se repite, hace que nuestra mente poco a poco normalice esa circunstancia. ¿Te has puesto a pensar en qué momento normalizamos la gravedad? Es imposible que lo recuerdes, estabas muy pequeño o pequeña. Pero… ¿Has tenido una idea que crees que siempre has tenido pero sabes que es imposible que eso sea cierto?
No dudes en pedir ayuda en caso de violencia familiar
Por ejemplo, hay personas que tienen una frase que muchos conocemos. Esa de «Los hombres son iguales» o «Las mujeres son iguales». Piénsalo. ¿En qué momento comenzaste a creer que de verdad los hombres o las mujeres eran todos iguales? Seguramente no lo recuerdes o comiences a intentar adivinar con circunstancias que viviste que parecieran tener sentido; pero la realidad es que en algún momento te lo repetirse tantas veces a ti mismo, viste tantos resultados iguales tanto en tu vida como en las personas que te rodean, que comenzaste a creer realmente en eso y lo convertiste en un nexo de realidad.
De la misma forma ocurre con todo lo que creemos realidad. Pedir ayuda en caso de violencia familiar es importante. Nos hace entender como manejar la situación, qué debemos creer y que no debemos creer de nuestros seres queridos (más específicamente, del agresor) para no generar odio en nuestro interior por las acciones que está tomando dicha persona. Tomar odio por las acciones de los demás no nos lleva a ningún lugar; no hace que la persona deje de hacer dichas acciones, sólo nos genera un muy mal sabor de boca y nos corroe lentamente desde adentro. Esto se acrecenta muchísimo más cuando el odio es hacia un familiar o un amigo cercano.
Existen diferentes características que quizá te interese saber sobre el agresor. Una de las más interesantes es que la mayoría suelen ser del género masculino. El origen de este acontecimiento es algo incierto, pero se cree que se debe a la cultura en la que nos encontramos; esa falsa creencia de que el hombre por ser hombre tiene más poder sobre las cosas que la mujer; que es él el que debe llevar las riendas de la vida de ambos y todo esto tiene como una de las innumerables consecuencia este comportamiento. Una vez más queremos decir que no lo justificamos, pero está muy bien entenderlo y estudiarlo para conocer cómo se puede manifestar en el futuro.
Existen diferentes tipos de violencia que pueden ocurrir en casa. La violencia verbal, violencia física, violencia económica y violencia sexual. Ya seguro puedes intuír que la violencia verbal es toda aquella que incluye insultos, manipulaciones y apodos; donde el agresor se encarga de gritar, hacer burla y todo tipo de gestos y groserías malsonantes que pueden generar daños psicológicos a su víctima; sin importar si es su pareja o sus propios hijos.
La violencia física es aquella en la que existen golpes, empujones, cachetadas, azotes, puñetazos y todo tipo de actos contundentes al cuerpo físico. Es importante que al momento de pedir ayuda en caso de violencia familiar se busquen pruebas en el cuerpo de la víctima para detectar si existe algún daño aún visible, como moretones o rasguños. De esa forma es más fácil detectar el daño proveniente de la violencia física familiar.
La violencia económica es poco mencionada; pero no inexistente. Esas frases de «si no haces lo que digo, te dejo de pagar x cosa». No sólo existe la amenaza en estos casos. También existe el miedo pre-circunstancial. Por ejemplo; una mujer puede tener miedo a salir vestida a la calle como le gusta sólo porque se siente manipulada monetariamente por su esposo; siente que su esposo puede acabar con su estabilidad económica dejando de pagarle sus necesidades básicas. Claramente es una forma de atentar contra la voluntad de una persona; sin embargo y por suerte, este tipo de violencia comienza a desaparecer poco a poco en la sociedad. Sólo existe en casos muy puntuales.
La violencia sexual es, a nuestro parecer, el tema más delicado. Ya que es el que genera mayor trauma psicológico tanto para la víctima como para los posibles espectadores (hijos o hijas). No hay mucho que decir sobre este tipo de violencia ya que se puede intuír fácilmente. Lo importante es que se entienda que pedir ayuda en caso de violencia familiar no debe darte vergüenza. Todas las familias tienen problemas; y si tú qué eres esa persona cuerda que lees este artículo necesitas ayuda para ti y tu familia, no dudes en acudir ya mismo a un psicólogo.