¿Cuán familiares te resultan estas frases?
- Un día sin sonreír es un día perdido.
- Naciste para ser feliz, no lo olvides.
- No estés triste. Eso te hace mal.
Si la respuesta es que te resultan familiares, no te preocupes. A todos no pasa.
Ideas como estas son bombardeadas a diario en redes sociales y en discursos de algunas tendencias que están de moda en el mundo del desarrollo personal.
Por desgracia, cumplen con una función opuesta a la que originalmente tienen. Lejos de ayudar, empeoran la situación.
Veamos qué es la positividad tóxica y por qué merece la pena que le prestemos tanta atención si lo que queremos es vivir en verdadero bienestar.
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¿Qué es la positividad tóxica?
La positividad tóxica es la creencia de que siempre se debe tener una mentalidad positiva, sin importar cuán mal se esté.
Se expresa en frases trilladas que se difunden sin apenas reflexión y que tienden a valorar de forma negativa aquellas emociones y sentimientos que son antagónicas de la alegría y la felicidad.
En tal sentido, la tristeza, la rabia, la desesperanza o la resignación, terminan por apartarse del mundo emocional porque se consideran dañinas, lo cual en realidad es imposible, pues forman parte del abanico de respuestas adaptativas que hemos desarrollado a lo largo de los años.
La positividad tóxica es la exageración de la idea de que todo debe estar siempre bien y de que si lo deseas y te enfocas en ello, así será. Es el optimismo llevado a límites desproporcionados.
¿Cómo reconocer la positividad tóxica? 3 señales claras
Aunque hay muchas personas que en apariencia siempre están alegres, lo que en realidad sucede es que están enmascarando situaciones que le molestan o que, en el peor de los casos, se dedican a promover estas ideas con fines comerciales.
Algunas de las señales de que alguien está exagerando su optimismo son:
1. Sentimientos de culpa por sentir rabia o tristeza
Sí. Lamentablemente esto sucede de forma frecuente y hay personas que sufren en silencio porque tienen algún pensamiento considerado “negativo” o porque sienten algo que no sea alegría.
¿Qué pasaría en el caso de un duelo por muerte o de una ruptura de pareja? ¿Qué corresponde en estos y otros casos más sencillos? ¿Saltar de felicidad?
No. Lo natural no es obligarse a verle el lado bueno a ninguna situación, al menos no en las primeras instancias. Si el «lado positivo» de un hecho aparece, que sea después de que la persona pueda verlo en su justa dimensión, no cuando otros traten de imponérselo.
2. Frases “positivas” incoherentes con la gravedad de las situaciones
Una frases del tipo “solo tú tienes la posibilidad de elegir ser feliz” son muy comunes en este tipo de creencias.
Lo cierto es que vivimos en un contexto complejo en el que interactúan distintas fuerzas: la economía, la política, la familia, etc.
Una persona que se quede sin empleo no tiene la posibilidad de elegir si está feliz o no porque si, su subsistencia y la de su familia dependen de ese salario, no habrá frase de ningún tipo que le cambie la emoción real.
Por ejemplo, tampoco es coherente pedirle a una víctima de abuso sexual que elija ser feliz porque a eso vino.
3. Enmascarar las emociones
¿Te sientes mal de salud pero alguien te dijo que debes sonreír porque al mal tiempo buena cara?
¿Tienes problemas en tu relación de pareja y un amigo te dice que no estés triste porque ya vendrá la persona ideal para ti?
Ese intento por enmascarar lo que se siente es un signo de postividad tóxica. Lo curioso de este fenómeno es que nadie te pide que enmascares la alegría y el amor.
Con esto, lo que se nos dice es que la tristeza y la rabia son “malas”, lo cual es un contrasentido ya que cada una tiene su utilidad dentro de nuestro repertorio de emociones.
¿Cuáles son los peligros de la positividad u optimismo tóxico?
-Hace que sintamos vergüenza de nuestras emociones porque nos obliga a expresarlas solo en espacios en donde estamos solos. Esto es contraproducente porque, al menos con la tristeza, sucede que esta existe también para recibir apoyo de las personas cercanas.
-Convierte lo que nos sucede en una bomba de tiempo porque nos sumerge en una aparente situación de bienestar que tarde o temprano explotará y dejará salir a la superficie lo que realmente sentimos, a veces con efectos multiplicados.
-Nos evita el verdadero desarrollo personal porque nos disfraza las situaciones dolorosas de las cuales podemos ver aprendizajes en su debido momento, cuando el pico de la tristeza y la rabia ya hayan disminuido.
¿Cómo abordar la positividad tóxica?
El optimismo exagerado puede transformarse en un optimismo más sano con cambios como estos:
- Asume lo que sientes sin disfrazarlo. No tienes que sonreír para sentirte bien. Si la sonrisa llega, no tiene por qué ser forzada. La rabia y la tristeza son emociones igualmente válidas y necesarias en muchos contextos.
- Despreocúpate por la idea de que sentir más de una emoción está mal. Puedes estar alegre y pasar a la rabia sin que nadie te juzgue por ello. Si la forma en la que expresas tu rabia te trae problemas, pide ayuda a un especialista de la salud psicológica para que aprendas nuevas formas de expresarte.
- Para ya de invalidar las emociones de los demás. Si alguien está triste, escúchalo y ofrece ayuda en lo que puedas. Las frases como “no estés triste”, “la vida es muy bonita para llorar”, “quien te enfada te domina”, etc, no hacen ningún favor a quien está en una situación de tristeza o rabia.
- Date el permiso para sentir y expresarlo, para llorar o reclamar. Llorar no te hace más débil. Exigir que se te trate con respeto no te hace mala persona.
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Conclusión
La positividad tóxica está presente en muchas de nuestras conversaciones. Comentarios como “podría ser peor, no estás tan mal” o “la felicidad es una opción”, han pasado a formar parte de nuestros diálogos cercanos.
Presta atención a cuando te las dicen o cuando tú se las dices a alguien más. Es comprensible que se digan con buena intención, pero los resultados dañan la autoestima de alguien y pueden hacerle peor encaminándolo a trastornos complejos de abordar como la ansiedad o la depresión.