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El mito del cerebro triuno [Errores en los que falla esta hipótesis]

El prefijo neuro está de moda Y con él casi todo lo que se refiera a hipótesis o teorías acerca del funcionamiento del cerebro Nos gusta creer que podemos tener control absoluto sobre esos 1500 gramos promedio de masa blanda que tenemos en nuestras cabezas y por eso buscamos categorizarlo demarcarlo y hasta reducir su hellip

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El prefijo “neuro” está de moda. Y con él, casi todo lo que se refiera a hipótesis o teorías acerca del funcionamiento del cerebro.

Nos gusta creer que podemos tener control absoluto sobre esos 1500 gramos promedio de masa blanda que tenemos en nuestras cabezas y por eso buscamos categorizarlo, demarcarlo y hasta reducir su funcionamiento a explicaciones simples, pero rimbombantes.

Tal vez es ahí en donde radica el error: en el intento de reducir algo que es muy complejo.

A continuación, descubriremos aspectos fundamentales acerca del cerebro triuno y los errores principales que surgen a partir de esta teoría.

 

¿Qué es la Teoría del Cerebro Triuno?

Corría la década de los 60 y Paul McLean, médico y neurocientífico norteamericano, en un intento de explicar la forma en que evolucionó el cerebro humano, propuso que este se divide en 3 grandes cuerpos con funciones específicas.

Cada uno de estos cuerpos recibió su propio nombre, el cual aludía a alguna característica distintiva de las que McLean le atribuyó.

Veamos la distribución que propuso.

 

Partes del cerebro triuno

Complejo-R o cerebro reptil

El cerebro reptil o reptiliano es el que McLean consideró como más primitivo. Se refirió de esta forma a él porque, según su planteamiento, tiene funciones similares a las que tienen el tronco del encéfalo y el cerebelo en los reptiles.

Este cerebro tendría funciones de reacción rápida y la administración de funciones básicas e instintivas como la respiración y otras vitales como los latidos del corazón. Además, también controlaría el equilibrio y los movimientos musculares.

Uno de los ejemplos que uso para mostrar su hipótesis es que las tortugas (reptiles), cuando nacen en la playa, saben que deben ir al mar.

El cerebro límbico

Conocido también como paleomamífero, este es el cerebro encargado de la gestión emocional.

Según McLean, este cerebro es el resultado del viejo cerebro mamífero y cuenta con un sistema que le permite evadir las situaciones desagradables y procurar aquellas agradables.

Las zonas específicas del cerebro que la conforman son la amígdala, el septo, el hipotálamo, la corteza del cíngulo y el hipocampo

El cerebro límbico también gestionaría las relaciones parentales y la motivación.

el mito de cerebro triuno
No evolucionamos por capas, sino que vamos atravesando largos y sostenidos procesos de cambios. Lo mismo aplica para el cerebro.

La neocorteza

Este cuerpo del cerebro es la más evolucionada y la que nos distingue como mamíferos evolucionados.

Todos aquellos procesos que nos caracterizan como seres racionales, según señalaba McLean, se gestionan en la neocorteza.

El lenguaje, el pensamiento abstracto, la planificación, la capacidad para calcular y otros procesos similares tendrían lugar aquí.

El también llamado neocórtex sería la última parte del cerebro en aparecer y la responsable del control motriz. 

Se trata de un manto de aproximadamente 2 mm que recubre los dos lóbulos del cerebro.

 

¿En qué falla la teoría del cerebro triuno?

Tal como lo mencionamos al inicio, hablar del cerebro provoca emociones intensas.

Quienes lo saben, toman propuestas tambaleantes para persuadir a otros, por lo general, de que les compren algún curso o taller. Es lo que sucede con el mito del cerebro triuno.

Sin embargo, si pasáramos esa información por un análisis exhaustivo, enseguida nos daríamos cuenta de cómo se omite o reducen datos de forma en que falta a principios básicos de la investigación científica.

Comencemos por entender que nuestras estructuras anatómicas no surgen de la nada, sino que son parte de procesos complejos de adaptación.

Entendido esto, atravesemos esta premisa por los diversos cerebros que planteó McLean en su teoría.

Cerebro reptil

Según el planteamiento del cerebro triuno, nuestro cerebro evolucionó por capas como si se tratara de una cebolla.

Pensemos por un momento en el caso de las alas de un murciélago, cuyos brazos fueron adaptándose a lo que hoy conocemos a través de un proceso lento y gradual. Si de evolucionar como capas de cebolla se tratara, primero habrían aparecido los brazos y luego, por encima, las alas.

En la naturaleza no es así como nos adaptamos. No anduvimos primero solo con nuestros huesos, luego con una capa de piel hasta ir sumando unas posteriores que nos recubrieran tal como lo estamos hoy.

Por otra parte, Mc Lean asoció los ganglios basales a los reptiles, pero estas estructuras existen también en aves y otros vertebrados.

Cerebro límbico

Aunque, según McLean, las aves no tienen cerebro límbico, es evidente que estas tienen un gran sentido de protección hacia sus crías.

Tal comportamiento estaría atribuido únicamente al sistema límbico lo cual deja la incertidumbre acerca de cómo es que estas especies lo hacen si carecen de la hipotética segunda capa del cerebro.

Las aves poseen un intenso sentido de protección de sus crías a pesar de no poseer una estructura como la que McLean llamó «cerebro límbico».

La neocorteza

Partamos de un par de cualidades especialmente desarrolladas en humanos como lo son la creatividad y la consciencia.

Ninguna de estas tiene un sitio específico en el que se lleve a cabo. De hecho, utiliza estructuras presentes en los tres cerebros que planteó McLean en su hipótesis.

Por otra parte, la neocorteza también gestiona información acerca de los sentidos y movimiento del cuerpo. ¿Cómo se gestionaban estos dos aspectos antes de su aparición?

 

Conclusión acerca de El mito del cerebro triuno

La cultura popular está repleta de mitos que se confunden con información científica.

El cerebro triuno es uno de estos casos. Su éxito radica, tal vez, en lo fácil que se explica la complejidad de un órgano como el cerebro y en que el autor de la hipótesis fue un médico y neurocientífico.

¿Habría razón para dudar acerca de una persona que, además de todo lo anterior, se graduó en la Universidad de Yale (una de las más importantes, no solo de los Estados Unidos de Norteamérica, sino del mundo)?

Sí, el camino de muchos científicos está plagado de errores y hay que aprender a convivir con ellos mientras que surgen nuevos trabajos que se aproximan de mejor manera al conocimiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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