Cuando dos personas deciden conformar una pareja, entre los acuerdos iniciales debería darse por sentado que las discusiones aparecerán. Tarde o temprano será así.
Esto aliviaría las cargas iniciales de querer que todo sea perfecto. De cualquier modo, no se suele hacer y, cuando las discusiones empiezan a aparecer, lo hacen casi por sorpresa.
En tal sentido, es normal que en la pareja haya incertidumbre acerca de cómo abordar la situación.
Las 10 claves que te compartimos a continuación son ideales para que tus discusiones de pareja sean sanas. Léelas hasta el final.
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1. Acostúmbrate a hacer una pausa antes de hablar
En cualquier discusión es común que el tono suba hasta llegar a las ofensas y los insultos. En cualquier discusión en la que sus participantes no hayan aprendido a discutir con propósito, claro está.
Esto debe evitarse a toda costa, mucho más en una pareja, pues socava la relación sin que ninguno se dé cuenta hasta que el volcán estalle y la situación conduzca a la ruptura.
Imagínate que puedes retrasar todo lo que dices durante 1 segundo o 2. Este tiempo será útil para que no digas lo primero que se te venga a la mente.
2. Hazte responsable de lo que dices
El uso de los pronombres personales a la hora de discutir es muy importante, pues quien los usa, asume la responsabilidad de lo que dice.
En lugar de decir “metiste la pata”, di algo como “estoy muy molesto o molesta con lo que hiciste”.
Las acusaciones directas generan más culpa y pueden convertir las discusiones en auténticos campos de batalla en los que uno acusa y el otro busca subir el nivel de la acusación.
3. Evita los insultos a toda costa
No creemos que el insulto sea la salida para hacerse entender. Nunca. No importa de qué clase de conversación se trate, mucho menos si se trata de la pareja.
Los insultos dañan la relación y a quien los recibe, pues minan su autoestima y la hacen tener una percepción errada de su valor personal.
A nadie le gusta estar en un lugar en donde no se siente valorado. Los insultos deben estar, definitivamente, fuera de cualquier discusión de pareja.
Los comentarios deben ser referidos a las acciones, jamás a las personas.
4. Duro con el problema, suave con las personas
Las personas cometemos errores, estos generan daño en los demás o en nosotros mismos y generan problemas.
Sobre estos últimos es que se debe afincar la pareja durante la discusión. Conversar al respecto conducirá inevitablemente a la persona que lo causó o ambos, si fuera el caso.
Cuando alguien no es capaz de adaptar su conducta a lo que se espera como sano en una relación, entonces debe plantearse su incompetencia para lograrlo y pedir ayuda especializada.
Atacar a las personas es uno de esos predictores de divorcio o ruptura de pareja.
5. Primero escucha, luego habla
Lo sabemos. Cuando discutimos tenemos muchas más ganas de hablar que de escuchar. Hay que pasar sobre este impulso primario y afinar el oído.
Es mejor relajar esas ansias de expresar todo lo que sentimos y esperar a que la pareja termine de hablar, sobre todo si es quien tiene el problema.
Baja la guardia, evita defenderte. Si sabes escuchar, tendrás más posibilidades de resolver el conflicto desde la raíz y de no ponerle más capas de problemas.
6. No siempre es lo que dices, sino cómo lo dices
El tono y el volumen de la voz, junto a la corporalidad forman parte fundamental de nuestra comunicación. Ellos, en conjunto, construyen el mensaje que los demás interpretan.
De ahí que sea tan importante cuidarlos. Entre mayor sea la tranquilidad y consciencia con la que afrontes una conversación, más acordes serán estos al propósito de discutir de forma sana.
También es importante que tengas claro el mensaje y que evites argumentos que en nada tienen que ver con la situación acerca de la que conversan.
7. Por paradójico que parezca, discute. No evites la discusión
Nada peor que guardarse conversaciones acerca de esas situaciones que nos molestan. Sobre esas y también sobre las que nos hacen sentir bien, pero que no compartimos con nuestras parejas porque consideramos que no nos prestará atención.
Sea cual fuera el caso, convérsalo, discútelo. No te lo guardes. Hacerlo te conducirá a la frustración y, una vez que pase el tiempo, muy probablemente también te conduzca al resentimiento.
Del resentimiento al final de la relación hay solo un paso.
Muestra con respeto aquello que te molesta, pero dilo. Pide tu espacio y convérsalo.
8. Imagínate que estás en el lugar de tu pareja
Normalmente, cuando estamos desde nuestra posición, es difícil que comprendamos qué es lo que le molesta al otro.
Sin embargo, esto cambia cuando nos preguntamos por lo que está sintiendo el otro.
¿Qué sentiría yo si estuviera en su lugar?
Esa es una pregunta que te puedes hacer y que te permite sentir empatía. La empatía es esa sensación de experimentar lo que piensa y siente el otro. Esto hace que le demos mayor importancia a lo que nos expresa para poder atender con mayor precisión a sus requerimientos.
9. No amenaces a tu pareja con dejarla solo porque discuten
Cuidado. Hay que ponerle matiz a cada discusión y preguntarse cuál es la causa que la origina, pensar en las formas de solucionarla y de evitar que se repita la situación.
Lo que nunca se debe hacer es amenazar a tu pareja con terminar la relación en medio de una discusión. De hecho, así mismo hay parejas que, en medio de la rabia, anuncian que se separan como si se tratara de un deporte.
Pasados algunos minutos, siguen como si nada. Esta sensación aparente de que nadie mencionó la palabra “terminar” es muy peligrosa y ya da señales de la salud de la pareja.
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Conclusión acerca de las discusiones de pareja
Si estás en una relación de pareja, vas a discutir. Ese no es el asunto. El asunto es que sepas cómo hacerlo. Sigue cada uno de los consejos del artículo y se te hará mucho más sencillo conversar con tu pareja acerca de lo que te preocupa o acerca de lo que le preocupa a él o él.
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