Si has compartido fotos o videos íntimos con otra persona, deberías leer hasta el final. No se trata de que te alarmes y empieces a vivir con temor, pero sí de que tomes las precauciones necesarias para que evites las terribles consecuencias que esta forma de gestionar las relaciones puede tener.
Antes es muy conveniente que entiendas el contexto detrás del sexting y las aristas alrededor de esta, cada vez más, tendencia de mantener relaciones íntimas.
Comencemos por definir qué es el sexting.
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¿Qué es el sexting?
La palabra sexting es un acrónimo que proviene de dos palabras: ‘sex’ y ‘texting’. A partir de esto, se infiere que ‘sextear’ es enviar o recibir mensajes con contenido sexual, de la índole que sean: fotografías, videos y textos con contenido para adultos.
Tal comportamiento no esta limitado solo a las parejas, sino a cualquier persona que tenga interés sexual en el otro, razón por la que el sexting se puede dirigir hacia varias personas, por supuesto, con las consecuencias que esto conlleva.
En tal sentido, vale la pena diferenciar los dos tipos de sexting que surgen: el primario y el secundario. El sexting primario es el intercambio de interacciones con una persona. El secundario es el que surge con el contenido de la interacción anterior, pero con otras personas.
Si Juan le envía una foto a Ana y Ana decide compartirla con otras personas, esto es sexting secundario, el realmente peligroso.
¿Quiénes suelen tener más sexting?
No todas las personas son partidarias del sexting. En esto influyen no solo las creencias que cada uno tenga acerca de la forma en que viven el amor de pareja, sino también el rango etario en el que se encuentren.
Por ejemplo, son los adolescentes y adultos jóvenes quienes muestran mayor apertura frente a la idea de compartir este tipo de contenido. Aparte de la liberación de frenos morales que ambas generaciones han vivido, también influye el desarrollo que ambas han experimentado al estar inmersas en las tecnologías de comunicación más recientes: la internet y las redes sociales.
Estos entornos le son familiares. Ninguna de las dos generaciones, la millenial o la centennial ha tenido que modificar las formas tradicionales de flirtear o interactuar en pareja porque, simplemente, crecieron dentro de los entornos digitales, por lo que no es de extrañar de que el sexting forme parte de sus vidas como un hecho natural, por supuesto, con las excepciones correspondientes.
Aunque este modo de relacionarse sea común y frecuente, no significa que sea un absoluto en ambos grupos, ni siquiera en los adolescentes, de quienes se pudiera pensar que sí debido al momento hormonal que atraviesan.
Todo lo anteriormente descrito es justo lo que contribuye a la lista de riesgos del sexting, pues las personas en etapas tempranas de su vida actúan más frecuentemente por impulso y son más propensas a ser manipuladas.
El pensamiento basado en las consecuencias está menos arraigado en estos momentos y las ganas de pertenecer son muchas. Este coctel conlleva a riesgos varios que veremos a continuación.
Riesgos y peligros del sexting
Antes que todo, es importante destacar que el sexting no es peligroso en sí mismo. En un mundo hiperconectado, la sexualidad se ve inevitablemente permeada por las «bondades» que la tecnología ofrece.
Ya no hace falta la presencia física para disfrutar de las relaciones, aunque las modalidades de ambas interacciones, la presencial y la virtual sean distintas.
El verdadero riesgo nace a partir de las intenciones y decisiones de las partes implicadas.
Por esto, es vital comprender que el juego de la culpa en el que algunos se sumergen cuando sus contenidos son tratados de forma irresponsable, está mal fundamentado. Si fuiste, eres o llegas a ser víctima de que alguien comparta tus contenidos, no es tu culpa.
De cualquier modo, prevenir es mejor que lamentar. Por tanto, debes conocer los riesgo que implica el sexting.
¿Cómo disminuir los riesgos del sexting?
La respuesta corta a esta interrogante es muy sencilla: no teniendo sexting.
Sin embargo, está claro que eso no es lo que muchos esperan leer ni escuchar. En tal sentido, cabe destacar que el sexting siempre implica una cuota de riesgo alto, pues aunque el contenido que envíes o recibas sea acordado con madurez, las posibilidades de que este se filtre están siempre latentes.
Por ejemplo, puedes compartir una foto con alguien que en realidad no tenga la menos intención de difundirlo, pero aun así, este puede llegar a aparatos de otros si se trata de un hackeo. También puede darse el caso de que el dispositivo receptor sea robado o extraviado, con lo cual alguien puede terminar obteniendo esa data y compartiéndola con otros.
Recuerda esto: el riesgo siempre está latente. No obstante, algunas medidas que puedes tomar son las siguientes:
- No envíes fotos ni videos con tu rostro. Si así fuera, usa algún programa de edición como Snapseed para ocultarlo.
- No le envíes contenido de índole sexual a cualquier persona. Aunque el riesgo siempre exista, nunca será lo mismo compartirlo con alguien con quien ya tengas cierto grado de confianza y hayas conversado al respecto.
- A menos que tengas claras la consecuencias y tengas disposición de asumirlas, no publiques contenido de este tipo en tus redes sociales, ni siquiera porque tus perfiles estén privados.
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Conclusión
Aunque el sexting sea una forma de vivir la relación de pareja, se debe tener en cuenta el riesgo que conlleva para evitar situaciones riesgosas. Piensa en lo difícil que es revertir una situación así antes de compartir cualquier contenido sexual con la persona que sea.
En caso de que seas víctima de un caso de abuso por parte de alguien que tenga contenido tuyo de este tipo, denúncialo con las autoridades más cercanas.
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