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Paranoia de la productividad: cómo afrontar el estrés y redefinir el éxito

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En la sociedad moderna, la obsesión por la productividad se ha convertido en una carga emocional y mental para muchas personas. La búsqueda constante de la eficiencia y el éxito ha dado lugar a una ansiedad generalizada conocida como «la paranoia de la productividad». Esta incesante necesidad de hacer más en menos tiempo ha llevado a un aumento en los niveles de estrés, agotamiento y problemas de salud mental.

En este artículo, exploraremos en profundidad la paranoia de la productividad, sus causas, manifestaciones y consecuencias. También discutiremos cómo enfrentar este desafío, fomentar un enfoque más saludable hacia el trabajo y redefinir el significado del éxito en nuestra vida.

La Cultura de la productividad: ¿Cómo hemos llegado aquí?

La cultura de la productividad ha sido moldeada por una combinación de factores, como la globalización, la tecnología y la competencia económica. Las redes sociales y los avances tecnológicos han creado un mundo hiperconectado en el que se espera que estemos disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana, lo que dificulta desconectar y encontrar tiempo para el descanso.

Podemos desconectarnos y lo sabemos, pero la cantidad de canales e interacciones abundan. A través de ellos también somos bombardeados con temáticas diversas, específicamente aquellas relacionadas con la productividad y el éxito.

La mayoría de estos contenidos promueven la idea de que una persona que no tiene tiempo para perderlo en trivialidades, que debe enfocarse en sus sueños porque algún habrá logrado aquello por lo que hoy pueda pagar el alto precio de la recreación y el ocio.

Síntomas de la paranoia de la productividad

La paranoia de la productividad puede manifestarse de diversas maneras, desde un agudo temor al fracaso hasta una sensación de insatisfacción constante, aun cuando se alcanzan metas y objetivos. Se experimenta una presión constante por superar expectativas y mantenerse a la par de los demás, lo que puede generar un agotamiento físico y emocional.

Además, alguien con paranoia de la productividad procura estar siempre «produciendo» en materia laboral o educativa. Lo que se relaciona con otros ámbitos es tomado como una pérdida de tiempo.

Si no está haciendo algo que considere productivo experimenta angustia y estrés. Puede estar viendo una película y pensar al mismo tiempo en que es mejor dedicar ese tiempo a «producir», a trabajar o a «hacer algo útil».

Por tanto, la culpa es también una constante en sus vidas. Culpa, exactamente por no ser como otros más productivos o exitosos y por no estar haciendo lo que se supone que esa gente exitosa hace a diario para lograr sus objetivos.

Perfeccionismo y comparación social

El perfeccionismo y la comparación social son dos factores clave que alimentan la paranoia de la productividad. El temor a no cumplir con los estándares autoimpuestos y la comparación constante con los demás pueden llevar a un ciclo interminable de autoexigencia y autocrítica.

Este perfeccionismo casi siempre comienza en las primeras etapas de la vida, pero no por sí misma, sino por tener uno o ambos padres excesivamente exigentes. Un caso similar sucede con personas que durante su infancia y desarrollo tuvieron un profesor o instructor de características similares.

El exceso de exigencia puede derivar en dos vertientes, aquellos que terminan huyendo de cualquier intención de lograr sus metas porque aprendieron a que ese tipo de procesos son dolorosos o quienes se siguen rigiendo por los esquemas perfeccionistas.

 

paranoia de la productividad
La comparación con otras personas es una de las causas de la paranoia de la productividad. Entre más haya comparación, mayor es el riesgo.

 

Redefiniendo la productividad

¿Qué es ser productivo? ¿Por qué tantos intentan ser productivos? Estas respuestas tienen que ver mucho con lo que adoptamos de la vida de los demás. 

En término biológicos, ser productivo está asociado con multiplicarse. La vida necesita poco más. Aquellas especies que no lo hacen se extinguen. Sin embargo, el humano ya no tiene por qué luchar para esto. Las situaciones que podían interferir para la multiplicación de la especie están dadas, insistimos, en lo biológico.

Ya no vivimos en medio de la selva a merced de grandes animales que quieran devorarnos ni somos presa fácil de virus o bacterias. Cuando menos, contamos con vacunas y centros de salud.

Resueltas estas dificultades y llegado el capitalismo, el ser humano sintió cada vez más tentación por acumular capital. Además, el dinero traía otros agregados: reconocimiento social y poder.

Con el avance del siglo XX y la cultura empresarial, el concepto de productividad se centró en cumplir metas laborales, todas las que fuera posibles para llegar tan alto como se pudiera.

Leer no era improductivo, pero leer cualquier libro sí. Había que permearse tanto como se pudiera del espíritu empresarial, de los negocios y las empresas, por tanto el tiempo que se le dedicara a un clásico universal de la literatura no tenía sentido alguno.

El problema radica no solo en el aprendizaje de nuevas habilidades para el mundo en que vivimos, sino en la omisión de las otras aristas de la productividad.

Por ejemplo, ¿qué pasa con la recreación? ¿Qué pasa con el tiempo libre? Ese en el que no hacemos nada más que hablar, contemplar el techo de la habitación, estar sentados en la mesa.

La falta de discursos que mantuvieran estas actividades como necesarias y las propias ganas de superación de muchos hizo que la productividad se viera solo como un hecho ceñido a lo laboral. A lo sumo, había que hacer ajustes con planes de trabajo más eficiente para producir todavía más, pero se revisó que la vida personal, familiar, de pareja, formativa y recreativa estuvieran balanceadas.

¿Cómo fomentar esto además de cambiando los discursos acerca de la productividad? Proponemos la productividad saludable como base a continuación.

paranoia de la productividad
Ambas situaciones forman parte de una productividad saludable. De hecho, los momentos de descanso o recreación están íntimamente relacionado con el surgimiento de grandes ideas.

¿Qué es la productividad saludable en 10 claves?

La productividad saludable se trata de ser eficiente y efectivo en nuestras actividades diarias, al tiempo que cuidamos de nuestro bienestar físico y mental. Aquí tienes 10 prácticas que te ayudarán a lograr un equilibrio entre el rendimiento y el autocuidado:

1. Establece metas claras: Define metas específicas y alcanzables. Prioriza tus tareas y enfócate en lo más importante para evitar la dispersión.

2. Planifica tu día: Dedica unos minutos cada mañana a planificar tus actividades. Utiliza agendas, aplicaciones o listas de tareas para mantener un seguimiento organizado.

3. Establece límites: Aprende a decir «no» cuando sea necesario. Establece límites en tu tiempo y energía para evitar el agotamiento.

4. Descansos regulares: Programa pausas durante tu jornada laboral. Levántate, estira las piernas y descansa tus ojos. Los descansos mejoran la concentración y la productividad a largo plazo.

5. Practica el enfoque pleno (Mindfulness): Aprende a estar presente en el momento actual. La meditación y la práctica del enfoque pleno te ayudarán a reducir el estrés y a mejorar tu enfoque.

6. Establece horarios razonables: Asegúrate de tener suficiente tiempo para el trabajo, la familia, el ocio y el descanso. Un equilibrio adecuado te permitirá mantener una productividad constante y sostenible.

7. Organiza tu espacio de trabajo: Mantén tu entorno de trabajo ordenado y limpio. Un espacio organizado promueve la concentración y la creatividad.

8. Incorpora el ejercicio físico: La actividad física regular mejora la concentración y aumenta la energía. Dedica tiempo cada día para moverte, aunque sea con una caminata corta.

9. Establece rutinas de sueño: Duerme lo suficiente para sentirte descansado y renovado cada día. Establecer una rutina de sueño regular mejora la calidad de tu descanso.

10. Desconecta en momentos de descanso: Cuando termines tu jornada laboral, desconéctate del trabajo. Dedica tiempo a actividades que te relajen y te ayuden a recargar energías.

La productividad saludable no se trata de trabajar sin parar, sino de encontrar un equilibrio entre el logro de metas y el cuidado personal. Implementa estas prácticas en tu rutina diaria y verás cómo aumenta tu eficiencia y bienestar general.

Conclusiones

La productividad y el éxito son áreas en las que se evidencian altas cargas de estrés. No negamos que para ser exitosos en algo haga falta trabajo duro y constancia, pero cuando ese trabajo se convierte en fatiga constante algo se está haciendo de la manera errónea y conviene sobremanera tomar cartas en el asunto para evitar daños físicos y psicológicos.

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