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La dulce venganza: ¿Por qué es gratificante vengarse según la ciencia?

dulce venganza

“La venganza es un plato que se come frío” y “la venganza es dulce”.

Algo hay detrás de la venganza que motivó a alguien para que espetara tales aseveraciones.

Reconozcamos que, al menos, la sola idea de imaginarlo, a muchos les causa placer.

Y es que una vez que alguien se siente agredido o traicionado, es frecuente que el recuerdo de tal o tales capítulos, encienda la llama de la “necesidad de justicia” para compensar de algún modo el daño recibido.

A pesar de la cultura del perdón, tan extendida en el mundo del desarrollo personal y de las redes, “la dulce venganza” es un hecho recurrente que condiciona ámbitos tan distintos como las relaciones interpersonales de primer orden como aquellas menos cercanas como las relacionadas con la política y el deporte.

Para entender mejor por qué a muchos les gusta vengarse y por qué el concepto de la dulce venganza está tan arraigado en nuestro quehacer.

¿Qué es la venganza?

 

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española señala lo siguiente al respecto:

  1. f.Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos.

  2. f.desus. Castigo, pena.

 

En nuestros días, el significado que se conserva es el primero, pues el segundo, tal como la misma institución lo indica, está ya en desuso.

Nota como la primera palabra de la definición  no es otra que “satisfacción”.

Sí, al menos antes y durante la ejecución de cualquier acto en el que se practique la venganza, aparece la satisfacción.

Luego suele aparecer la culpa, muy necesaria en estos casos, por cierto, pero a venganza puede ser difícil de gestionar para algunos. Refrenarla es algo que no todos logran hacer.

Por tanto, lejos de sentirnos débiles o poco capaces por no tener este tipo de pensamientos es mejor que entendamos que la venganza es una fuerza poderosa.

No se trata de usar esto como excusa para desplegar nuestras acciones, sino de asumirlo para darse el tiempo necesario de pensar “mejor” las cosas, para dejar que las aguas bajen antes de hacer algo en su nombre.

dulce venganza
La venganza ocupa tiempo valioso en nuestros pensamientos. Por decirlo de un modo, es como invertir nuestra energía y tiempo en algo que casi siempre resulta doloroso.

¿Qué dice la ciencia acerca de la venganza?

La ciencia es uno de los caminos para entendernos mejor.

Más allá de frases como las de Francis Bacon, en las que considera que “una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas”, hay estudios como el realizado en la Universidad de Zurich, en los que se nos ayuda a entender “la dulce venganza”.

Por ejemplo, el que realizó Dominique de Quervain junto a sus colaboradores, en donde registraron la actividad cerebral cuando los participantes cometían algún acto de venganza.

La dinámica del mismo consistió en una serie de juegos en los había intercambio de dinero de por medio.

En este caso, un jugador podía entregarle a otro una cantidad de dinero: toda la que se le había asignado o una parte de él.

La ventaja de entregarlo todo es que la cantidad se cuadruplicaba, con lo que, en teoría, quien recibía podía compartir la ganancia con quien le había dado el dinero inicialmente.

Al menos en teoría ambos debían salir beneficiados y la persona A (quien recibía el dinero inicialmente) se sentiría motivada para compartir.

En el caso de que la persona B decidiera no compartir, la persona podía penalizarlo quitándole puntos o dinero durante el juego.

Fue justamente cuando la persona B abusaba de la A cuando el escáner arrojó un cambio notorio.

El cuerpo estriado, una región subcortical del cerebro, aumentaba su consumo de oxígeno, en otras palabras, se activaba, cuando el jugador A administraba un castigo monetario al jugador B como respuesta a su negativa de compartir.

Lo más llamativo de estos resultados es que la misma zona se activaba aun cuando quien administraba el castigo también se veía afectado por su decisión.

Además, se activaba la corteza prefrontal intermedia, la cual está implicada en el equilibrio de los costes y beneficios.

¿Cuáles son los efectos a largo plazo de la venganza? El rol de la culpa como emoción necesaria

Aunque algunos pueden sentir que la venganza es una forma de catarsis o de liberación, es conveniente reflexionar al respecto porque no siempre sucede esto como lo planteamos.

Sí bien es cierto que el principio de una venganza se experimenta placer, los resultados suelen prolongar las sensaciones desagradables de la situación inicial.

Las represalias suelen ser uno de los efectos secundarios de tratar de impartir justicia por sus propias medios.

Esto, lejos de extinguir la hostilidad en la contraparte, suele avivarla.

Por otra parte, la culpa, esa emoción que nos invita a reparar el daño que le hicimos a otro, puede aparecer de forma intensa haciéndonos sentir aún peor a causa de nuestras acciones.

Lamentablemente, en eso que muchos llaman dulce venganza, es común que terminen saliendo afectadas otras personas alrededor de la responsable inicial.

La evitación de la culpa es un freno poderoso para descartar este tipo de actos de nuestro abanico de posibilidades.

De este modo, aunque en los escenarios imaginados haya cuotas de satisfacción, la culpa sería el cable a tierra qué nos invite a cesar en este tipo de planes.

dulce venganza
El resentimiento contenido es un gatillador de la venganza. Si se tiene la oportunidad de resolver un conflicto en el mismo momento, lo mejor es hacerlo. Guardar «facturas» resulta en una carga innecesaria.

¿Que hacer entonces con los deseos de «dulce venganza»?

Por nuestra experiencia en terapia sabemos que es difícil lidiar con los sentimientos de este tipo.

Normalmente las personas agraviadas tienen una necesidad imperiosa de sentirse retribuidas y de compensar con placer las consecuencias de los actos de otras personas.

Como en tantas otras situaciones de la vida no hay una sola respuesta para asuntos tan complejos.

Para algunos las ofensas o ataques recibidos terminan siendo un motivador para mejorar en algún ámbito de sus vidas y poderlo demostrar.

Esto tiene distintos matices: se puede obtener grandes resultados en situaciones en las que antes no se había avanzado, pero el eje motivador termina estando en el exterior.

¿Qué va a pasar entonces cuando esa motivación ya no esté?

Un ejemplo de este tipo de formas de actuar es cuando alguien se sienta agraviado por la forma en la que es tratado debido a su peso.

Alguien que se siente ofendido por ser llamado «gordo» o con otro tipo de calificativos, puede sentir el impulso necesario para cambiar su estilo de vida y demostrarle a los demás que, efectivamente, puede mejorar su condición física.

Además este tipo de reacciones también está la de aquellas personas te obtén directamente por olvidarse del asunto.

Con esta decisión en específico hay que tener cuidado porque puede dar pie a resentimientos que aparezcan potenciados en un futuro.

Si una persona se siente agraviada y tiene la oportunidad de manifestárselo a la otra, es preferible que lo haga para que se evite la acumulación de «facturas».

Si no y si la decisión de perdonar es latente, entonces es conveniente que se esté preparado para hacerlo de forma sincera y no como un acto de manipulación porque tarde o temprano se va a notar que las intenciones de pasar la página no eran reales.

Conclusión

No en balde son muchas las expresiones acerca de la venganza que la ponen como un hecho que se disfruta.

Sin embargo, vale la pena tener en consideración que toda acción tiene una reacción y que muchas veces esa reacción termina por aumentar la magnitud de los hechos.

Si consideras que tienes un problema para gestionar una ofensa o un agravio que recibiste y la primera opción que se te viene es la de la «dulce venganza», agenda tu sesión con uno de nuestros psicólogos especialistas. Tener la opinión y el acompañamiento de un profesional calificado es una excelente decisión en este tipo de casos porque te puedo dar muchos dolores de cabeza.

 

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