El hombre en busca de sentido es un libro publicado por Viktor E. Frankl en 1946, quien cuenta su historia de momentos inéditos en los campos de concentración de la Alemania Nazi, durante la segunda guerra mundial.
Uno de los aspectos destacados son los maltratos y sometimientos por parte de los militares, quienes se encargaban de infundir miedo y torturar psicológicamente a los prisioneros, sin embargo ante ello fue la razón por la que el autor se plantea la cómo se puede afectar la mente al estar en un campo de concentración día a día.
Por otro lado el despojo completo de cualquier pertenencia y la sumisión instantánea, logran crear un complejo escenario en el que se evidencia emociones de dolor, nostalgia y frustración, donde el hombre ahora debería iniciar prácticamente de cero y buscar el sentido de su vida.
- Aferrarse al pasado frente a la hostilidad
Uno de los pensamientos más recurrentes de los prisioneros como mecanismo de supervivencia era pensar en la familia y así evitar la pérdida de los estribos, ya que ser humillados y torturados incluso no era suficiente, puesto que no contaban con la posibilidad de ser conocidos por su nombre sino a través de números y apodos ofensivos.
- Un viaje aparentemente sin retorno
Al relatar el angustioso viaje junto a 1500 prisioneros hacia el campo de concentración, se imaginaba la posibilidad de no regresar nunca más a casa, en el que solamente imaginaba los abusos y humillaciones, al igual que ya tenía conocimientos sobre el exterminio y las cámaras de gas.
Sin embargo al llegar y ser ubicado en la fila derecha, «por suerte» no fue parte de quienes tendrían que ir a su destino final (las cámaras de gas).
A pesar que así como hubo prisioneros que optaron por lanzarse a una muralla eléctrica, habían otros que prefirieron mantener un espíritu valiente con la esperanza que algún día culminaría ese calvario.
La resiliencia un concepto que demarca la capacidad individual de salir adelante
Si bien la adaptación fue un tema que le permitió a Viktor seguir adelante con buen ánimo, aferrado en pensamientos positivos sobre sus seres queridos, junto a la fe espiritual para así mantenerse calmado y no terminar con su vida lanzándose hacia el muro eléctrico.
A su vez este tiempo de soledad lo consideró para reflexionar y evaluar sus acciones pasadas, meditando y orando por su familia principalmente durante todo el proceso.
No obstante, él logró igualmente motivar a otros prisioneros y los apoyaba en caso de requerir alimentos para que así no desmayaran ante los trabajos forzosos.
“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afronte el sufrimiento.” Viktor Frankl
Indistintamente de ser prisioneros, la libertad espiritual fue determinante a su vez para continuar frente al trabajo forzoso y las humillaciones, sin perder la ilusión de nuevamente reencontrarse con su familia.
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Lo paradójico de esta historia es que al momento en que los prisioneros son puestos en libertad, aparentemente no estaban tan contentos de esta nueva posibilidad, ya que su mente se encontraba considerablemente afectada y por tanto tenían que ahora buscar un sentido a sus vidas, ya que lo habían perdido ante el maltrato y las humillaciones durante tanto tiempo.
La libertad está en nuestra mente a pesar que las situaciones parezcan contrarias
Desde siempre el individuo ha estado formado para seguir normas como un convencionalismo social, permitiendo la convivencia, aunque es claro que en el caso de los prisioneros es aún mucho más hostil el contexto, pero en todo momento del crecimiento del individuo, durante la formación existen normativas o reglamentos tanto en el hogar, como en la escuela, en el trabajo y/o en cualquier ámbito.
La diferencia está en quien logra adaptarse positivamente y entender el sentido de su vida a través de la fortaleza espiritual, y el que solo decide caer en un hoyo emocional – con sus excepciones claramente – desarrollando sentimientos de culpa, tristeza y progresivamente fortalecer ciertas patologías mentales o incluso hasta las físicas.
Al igual en tiempos de sufrimiento o desolación la meditación y la autorreflexión se considera como una opción práctica y efectiva para que tanto el cuerpo como la mente, logre encontrar el equilibrio con su entorno y posteriormente actuar en base a sus principios o valores individuales que pudieron definirse ante la meditación contrastada con la experiencia y el pasado propiamente.
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