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Cómo dejar de vivir en el pasado [Claves esenciales para avanzar]

El pasado puede ser una gran escuela, pero una vez que aprendes la lección, no tiene sentido seguir ahí. Lamentablemente, este es el tiempo preferido de muchos. Están en el presente, tienen un futuro que diseñar, pero prefieren quedarse a vivir en un marco temporal en el que ya no pueden resolver nada.

Es como aprobar la primaria y regresar ahí para seguir estudiando los mismos temas una y otra vez. ¿Qué hay de la secundaria? ¿Y de la universidad? De algún modo, así es la vida. El pasado es importante porque ahí están las bases sobre las cuales nos sustentamos, pero, si fuera necesario ir ahí, hay que hacerlo de forma estratégica. Esto es, solo para revisar lo aprendido y evitar cometer los mismos errores, incluso para reflexionar por qué somos como somos, pero nunca para quedarnos ahí (lo cual es de por sí imposible porque no se puede vivir en él)

¿Se puede vivir realmente en el pasado?

Al menos, en lo que respecta a lo físico no. Si algo caracteriza al pasado es que ya fue. Si algo ya fue, vivir en él es imposible, pero eso no lo comprendemos todos ni todo el tiempo, de hecho, nuestro propio cerebro nos hace bromas pesada haciéndonos creer que es posible estar ahí.

Visto así, cada vez que alguien le dice a otro que supere su pasado y que deje de vivir en él la frustración está en la puerta esperando su turno para entrar. Tratar de no vivir en el pasado puede ser muy frustrante para algunos porque no es algo que suceda por decreto.

Aunque no nos guste, ahí está nuestra memoria diciéndonos algo que ya no está sucediendo, pero que puede evocarnos las mismas sensaciones de aquel momento.

Sí se puede dejar de vivir en el pasado, pero es necesario comprender que la ayuda profesional es vital. No negamos que solo se puedan lograr avances importantes, pero el camino será más largo y tortuoso.

¿Por qué vivimos en el pasado si eso nos hace sufrir?

Hace un tiempo probaste un pastel que no te encantó. Se veía apetitoso y esponjoso, pero lo cierto es que resultó ser todo lo contrario. Luego, en otra ocasión, pensaste algo como : «démosle una segunda oportunidad porque me encanta el pastel de chocolate y una vez más luce delicioso».

Lo pides y te vuelves a decepcionar.

En una tercera oportunidad notas que hay otros pasteles, pero lo tuyo es el pastel de chocolate y prefieres ese que ya conocer a otros que todavía no.

Las tramas repetitivas de nuestras vidas suelen ser las mismas. Es como si nos enamoráramos tanto de ellas que las preferimos a pesar del daño que nos causen.

Si hay una reunión, las mencionamos una y otra vez hasta que todos se harten. Muchas ya se las saben de memoria y hasta nos huyen.

¿Por qué seguimos haciéndolo si sabemos que no nos funcionan para ser felices?

Por motivos esenciales: son cómodas y nos hacen sentir «seguros».

1. La comodidad de la trama ya conocida

Si lo conocemos, es probable que ya nos sintamos cómodos con la situación. No, no es la mejor de todas, pero sabemos que no tendremos que hacer mayor esfuerzo cognitivo en aprender nuevas situaciones ni incorporar nuevos personajes a la historia.

Mejor malo por conocido que bueno por conocer. Al menos eso es lo que reza el viejo adagio.

2. Nos hace sentir seguros 

¿Para qué exponerse a lo nuevo si en ello hay un riesgo? Una persona resentida con otra bien puede quedarse ahí en el pasado porque considera que esto la protegerá de los peligros que vivió antes.

Para protegerse, para cuidarse, no hace falta estar resentido, pero la trampa lingüística radica ahí. Si estoy resentido, no me hará daño. Si estoy resentido, el daño me lo haré yo.

La verdad es que hay muchas rutas distintas para cuidarse o protegerse de alguien.

La primera de ellas consiste en trabajar en su autoconcepto, autoestima y autonomía. Una persona que tenga estos tres campos trabajados no tiene porqué supeditar su salud emocional con un resentimiento que solo causa malestares.

La segunda consiste en revisar la causa del resentimiento y preguntarse si hay una razón de peso para ello. Muchas veces sazonamos las historias desde nuestros roles de víctimas solo para darnos cuenta de que el otro no nos agredió realmente, sino que hurgó en las heridas emocionales que arrastramos desde el pasado.

La tercera consiste en alejarse de esa persona, pero aceptando su humanidad como hecho natural, por lo que será comprensible que se haya equivocado al punto tal de hacernos daño con sus actos. Esta alternativa no solo nos mantiene lejos de esa persona, sino que nos permite vivir en paz comprendiendo que en toda interacción humana hay un riesgo que no podemos controlar vista la esencia que nos caracteriza como especie: la de fallar a pesar de lo que otros esperen de nosotros.

¿Cómo dejar de vivir en el pasado?

  • Ábrete a las novedades del futuro. Asume que es ahí en donde realmente puede haber algo nuevo a partir de lo que construyas en el presente.
  • Acepta que el otro es también un ser humano con márgenes de errores más o menos grandes, pero errores al fin.
  • Acepta que tú no eres una piedra. Lo que viviste o hiciste puede cambiar si te enfocas, pides ayuda profesional y trabajas en ello.
  • Comprende que no siempre tienes la razón. La idea de que tu guion es el único posible puede ser cuestionada. No tienes por qué repetir la misma historia una y otra vez.
  • Cultiva la mirada del asombro. Hay más asuntos por los cuales sorprenderse de los que realmente has considerado.
  • Revisa la creencia con la que has vivido este tiempo. El hecho de que algo haya sido así antes, no significa que ahora también lo vaya a ser.
  • Expresa tus expectativas al comienzo de cualquier relación. Esperar a que el otro no las cumpla solo porque tú no las hayas declarado antes es manipulación.
  • Cuidado con tus expectativas. Si para que se cumplan el otro debe sacrificarse, entonces no son sanas.

 

Conclusión

Romper con las historias del pasado es necesario para poder avanzar. Una metáfora clásica es la mochila pesada con la que algunas personas cargan y que les ralentiza el paso, pero que además no les permite guardar elementos nuevos en ella. 

Vivir en bienestar conlleva la responsabilidad de soltar estas cargas tan nocivas para la salud psicológica y para el organismo en general.

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