No existe una única forma de ver la vida ni lo que nos pasa. Entender esto es formidable porque, lo que nosotros vemos como algo trágico o imposible, otra persona puede verlo de la forma contraria y acceder a posibilidades que tal vez no nos habíamos planteado.
Pero cambiar de opinión no es un asunto sencillo. Se requiere trabajo, análisis y, por qué no decirlo, método.
De eso se trata el reencuadre cognitivo, de una forma de cambiar la manera en que vemos el mundo para proyectarnos al futuro que queremos.
Veamos más detalles a continuación.
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¿Qué es el reencuadre cognitivo?
Cuando nos referimos a estrategias efectivas para abordar nuestras creencias y desafiarlas, esta es una de las que mejor funciona.
El reencuadre cognitivo o reframing es una técnica que se utiliza en psicoterapia para modificar una forma de pensar.
Aun así, también se puede aplicar por cuenta propia si se desarrollan habilidades en la aplicación básica del modelo. De cualquier modo, la ayuda del profesional especializado es fundamental en las primeras instancias, pues, aparte de la seguridad que brinda, también puede ofrecer su punto de vista acerca de las creencias que se vayan a abordar.
Lo fundamental del reencuadre es comprender que nuestras formas de pensar son como “marcos” que se pueden cambiar, de ahí que la técnica se llame así porque implica un cambio de “cuadro” o de “marco”.
Ese cambio de marco es el que conduce al cambio del patrón de pensamiento y al posterior cambio de conducta.
Un ejemplo más grafico de esto sería como ver una realidad a través de unos lentes de color azul. Ese color de cristales modificará lo que vemos y, si lo cambiamos por unos de color rojo, volverá a modificarse.
Ámbitos en los que se puede hacer un reencuadre cognitivo
Tal como ya lo mencionamos, el reencuadre cognitivo o reframing puede ponerse en práctica en casa o en cualquier lugar en donde te encuentres, pero si nos referimos exclusivamente al ámbito terapéutico funciona en instancias como:
Terapia familiar
La forma en que alguien ve la vida no surge de la nada. Esta es moldeada por los contextos en lo que se vive, sobre todo en las primeras etapas de formación.
Visto así, la familia es ese primer núcleo en donde suceden los primeros aprendizajes.
Imaginemos por un momento una familia que asiste a terapia y cuya situación se somete al modelo de reencuadre cognitivo. Por ejemplo, una familia asiste a sesión porque uno de sus miembros es impulsivo para tomar decisiones.
En esta, el psicoterapeuta pregunta al resto del grupo familia si tal actitud no es positiva para tomar aquellas decisiones en los que los demás se tardan demasiado.
De este modo, la percepción cambia, la persona con la conducta impulsiva descubre que lo que hace es útil en un contexto específico y ahora aprenderá como regularla en momentos en que no sea útil actuar de esta forma.
Terapia individual
Las bondades de la reestructuración cognitiva en el ámbito individual son múltiples.
Por ejemplo, la molestia de una persona con cáncer que asista a sesión, puede ser reencuadrada como una oportunidad para enseñarle a su familia nuevos hábitos de vida que le eviten la enfermedad.
También pudiera hacer lo mismo a través de grupos o fundaciones que estén interesadas en conocer cómo prevenir esta enfermedad.
La rabia se puede convertir en motivación para el cambio.
Por otra parte, una persona puede estar insatisfecha con su empleo y con la cantidad de horas que pasa en él. Frente a esto, el terapeuta puede preguntar cuál es el aspecto positivo de esta insatisfacción. Lo que surja a continuación tal vez sea la intención del paciente por comenzar el negocio que tanto desea.
¿Cuáles son las situaciones en las que te puede ayudar el reencuadre cognitivo?
Las diversas técnicas de la reestructuración cognitiva son útiles en trastornos y condiciones de diversa índole.
Entre la variedad de situaciones en las que se ha comprobado su efectividad se encuentra:
- Ansiedad
- Depresión en sus diversas variantes
- Trastornos de la alimentación
- Problemas de autoestima
- Problemas de pareja
- Mala relación laboral
- Estrés
- Trastorno de estrés postraumático
- Insomnio
- Dolor crónico