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6 estrategias para aumentar la resiliencia

Si analizamos lo que se dice en redes o en las conversaciones cotidianas, nos daremos cuenta de que la resiliencia es una palabra que está de moda.

De hecho, es común escuchar decir a otros que, lo que no nos mata, nos hace más fuertes.

Esta es tal una de las frases icónicas que la representan a la resiliencia y una de las formas a través de las cuales descubrimos cómo aumentarla.

La parte más difícil es desarrollarla como una actitud frecuente frente a la vida.

Por eso no es sencillo establecer estrategias para aumentar la resiliencia.

Convertirse en alguien resiliente es algo que se empieza desde que somos niños y que está relacionado directamente con la seguridad del hogar en el que crecemos.

Así que no es extraño conseguir personas a las que les cueste tener esa flexibilidad necesaria para afrontar las situaciones difíciles que se les presenten.

Lamentablemente, en la fase adulta es más difícil desarrollar la resiliencia, pero no por ello imposible.

Si te estás preguntando cómo afrontar con mayor aplomo un pasado difícil, estas son 6 estrategias para aumentar la resiliencia.

6 estrategias para aumentar la resiliencia
La resiliencia es fundamental para ver lo positivo aun cuando el entorno sea complicado.

 

1. Reflexiona sobre tus miedos del pasado y acéptalos

No se puede viajar mirando siempre a través del retrovisor. Aunque es necesario hacerlo, tendrás que mirar al frente si quieres avanzar.

Las personas que son resilientes no se quedan atascadas en los miedos del pasado y comprenden que, lo que una vez les causó miedo, no tiene por qué seguir causándoselo.

Parte de superar estos miedos tiene que ver con aceptar que te asustan, que existen, que no hay una razón de peso para negarlos.

Quienes aceptan sus miedos fortalecen su valentía y evitan el autosabotaje de la negación.

Asumir los miedos es saludable y nos reconcilia con el ser humano que somos. Lo tóxico sería actuar como si nada pasara o como si tener miedo fuera un impedimento para actuar.

Ciertamente, el miedo está ahí para prevenirnos de situaciones peligrosas, pero una vez que entendemos que en realidad no hay nada peligroso en ellas, podremos ser más resilientes.

2. Establece metas y asócialas a comportamientos

Si tomaste la decisión de aumentar tu resiliencia, alíneala con comportamientos específicos.

Uno de los componentes de la resiliencia es la seguridad. La seguridad, por ejemplo, es una actitud que se expresa con comportamientos proactivos.

Si tuviste un mal día y consideras que la actitud para abordar el día de mañana es la resiliencia , entonces puedes comprometerte a no ver solo lo negativo de una situación, a no compararte con los demás o a intentarlo más veces sin creer que estás fracasando.

Nuestros valores y comportamientos rigen en gran medida lo que somos. Si estás buscando estrategias para aumentar la resiliencia, esta es una gran forma de hacerlo.

 

3. Elabora un diario y lleva registro

Cuando una persona afronta las adversidades puede sentirse abrumada y tal vez no consiga alguien cercano a quien contarle lo que le sucede.

Esto, lamentablemente, conduce a la frustración de acumular inquietudes y generarse estrés.

Lo que un diario te permite es plasmar sobre papel lo que piensas y lo que sientes.

La ventaja de tener un diario es que podrás organizar tus necesidades y acciones en función del objetivo que tengas.

Además, te darás cuenta de qué falló en esa meta de aumentar la resiliencia y tendrás mejor capacidad de recuperación.

Los metódos que puedes emplear son varios. Por ejemplo, puedes hacerlo directamente sobre papel o puedes enviarte correos electrónicos a una carpeta que crees para tal fin.

 

4. Revisa y modifica palabras claves de tu lenguaje

No es lo mismo sufrir que estar triste. El sufrimiento te victimiza, estar triste te predispone a pedir consuelo o tener una actitud reflexiva.

No es lo mismo estar solo que sentir soledad. No negamos que puedas experimentar esta última en algún momento, pero muchos asocian no tener una persona cerca con el desasosiego de la soledad.

Puedes reencuadrar situaciones como el “fracaso” y transformarlas en aprendizaje.

 

5. Plantéate retos emocionantes, pero flexibles

Entender que hay cómo aumentar la resiliencia pasa por plantearse retos que sean verdaderamente motivadores.

Muchas personas tienen dificultades para ver la vida y sus retos con otra mirada porque lo que ven en su futuro no les anima.

Imagina que alguien te invita a una fiesta y que sabes que se trata de una fiesta aburrida. ¿Te animarías a ir?

Ahora haz el mismo ejercicio con una fiesta en la que en verdad te provoque estar.

Diseña situaciones en las que te provoque estar, pero nunca te maltrates en su búsqueda.

Si, por ejemplo, tu reto es ir al gimnasio a pesar de que no estés atravesando una situación en la que se te haga fácil, busca apoyo y determina para qué lo harás y cómo quieres verte en un futuro.

Si lo que quieres es perder peso, consulta con un especialista cuántos kilos son sanos para ti.

Muchos fallan en su propósito de ser más resilientes porque quieren pasar de un extremo a otro sin atravesar los puntos intermedios.

Que no te pase a ti.

 

6. Participa en el cuidado personal

En las situaciones difíciles es fácil descuidar su propio cuidado personal.

Actividades como comer sano, meditar o atender el descanso son importantes estrategias para aumentar la resiliencia.

Es importante que no te plantees hacerlas de forma perfecta. No hace falta ni es necesario. Al contrario, si no estás bien, querer hacerlo de forma impecable es contraproducente.

Incluso, el cuidado personal también implica la asistencia a terapia.

Normalmente asociamos cuidado personal con el ámbito estético, pero esa es solo la cara visible de otra que solemos dejar oculta: la psicológica.

Conclusión

La resiliencia es el resultado de lo que hacemos con las adversidades. No todos pueden ir al mismo ritmo y hacerse más resilientes  de forma sencilla.

La resiliencia tampoco es el optimismo exagerado. Esta última visión es poco útil en la mayoría de casos.

No se trata de creer que el mundo y la vida es color de rosas, pero sí que, por difícil que parezca, ralentizar el ritmo frenético al que solemos ir para deternos, reflexionar acerca de lo que vivimos y aliviar el sufrimiento haciéndonos más flexibles, más resilientes.


 

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