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Terapia de Pareja: ¿Seguir o Terminar?

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terapia de parejaEn una ciudad como Santiago, donde culturalmente todavía son pocos los que entienden el valor de la terapia de pareja como una instancia para afrontar las crisis de manera menos dolorosa, el acto de ir al psicólogo aún es visto en términos de una alternativa para lo más agraviados; en vez de buscar una solución apropiada a los problemas, lo que se hace es evadir aquello que nos aqueja. Y esto siempre se manifiesta de muchas formas, desde no hablar nuestras molestias hasta tratar de arreglar nuestras diferencias con sumisión y conformismo.

No obstante, una terapia de pareja es el espacio donde los dos miembros de la relación se encuentran con sus legítimas diferencias y pueden tomar una decisión: si convivir con ellas y aprender a utilizar sus capacidades para hacerlo adecuadamente o bien terminar de forma sana.

¿Problemas de Comunicación?

Cuando algo nos molesta de nuestra pareja es natural expresarle lo que nos disgustó, pero a veces este simple acto nos lleva a una verdadero torbellino de enojos y desencuentros que, en lugar de solucionar el problema inicial, lo agravan aún más. Pero, ¿Por qué ocurre esto? Generalmente las conversaciones que terminan en airadas discusiones tienen su origen en varios errores comunicacionales que son bastante comunes. He aquí algunos ejemplos:

  • Imputación de culpas: en lugar de expresar con claridad cómo nos sentimos, ponemos el énfasis en qué hizo mal el otro y le adjudicamos un estatus de existencia vinculado a la forma de ser de nuestra pareja. Es decir, si nuestro compañero(a) hizo algo que nos contrarió, no le explicamos qué nos pasó con su acción y por qué, sino que le expresamos, a modo de crítica, que él o ella es el problema porque “su forma de ser es así”. La dificultad de esto es que nadie que es criticado tiene la disposición a abrirse realmente, sino que su actitud es más bien la de defenderse de lo que le decimos. Y en este sentido, tiene escasas posibilidades de entendernos.
  • Impulsividad: otro error de comunicación se refiere a la emoción con la cual llevamos a cabo el diálogo con nuestra pareja. Si hay algo que nos molestó, es muy probable que la rabia que sentimos en ese momento sea tan grande que no pensemos nada más que descargarnos y la forma en que nos expresemos sea contraproducente a cualquier arreglo. Y es que mientras más nos enojemos, levantemos la voz o mostremos agresividad física o psicológica, el otro más se replegará y será menos llano a dialogar con sinceridad. En lugar de eso, es probable que nos evite o reviente junto con nosotros.
  • Evitación del conflicto: a diferencia del punto anterior, la evitación es un error de comunicación que tiene que ver con NO hablar las situaciones que nos generan molestia. Para evitar que nuestra pareja se disguste o se aleje, preferimos aguantarnos el desagrado que nos produjo una determinada situación y muchas veces, casi sin darnos cuenta, la terminamos expresando indirectamente, como por ejemplo mostrándonos más distantes o poniéndonos irónicos. Pero como nuestro compañero(a) tiene escasas posibilidades de entender lo que nos pasa con actitudes que no puede conectar con la situación que nos molestó, termina igual de disgustado que nosotros.
  • Falta de Empatía: la incapacidad de ponerse en el punto de vista del otro se deriva de nuestra convicción de que la propia forma de mirar el conflicto es la única aceptable, que la forma en que lo percibe nuestra pareja es casi irrisoria. No entendemos que nadie tiene un acceso privilegiado a la “verdad”, sino que esa “verdad” es producto de la historia de vida de cada uno y aunque desde afuera no le encontremos sentido, su coherencia está dada en el contexto de vida de la propia persona. Cuando entendemos esto realmente, el ponerse en el punto de vista del otro es menos complicado.

Estos son algunos ejemplos de los errores de comunicación que pueden afectar gravemente la calidad de una relación e incluso la pueden llevar a una crisis de pareja. En la terapia de pareja, el psicólogo es capaz de detectar cuáles son aquellos puntos cruciales que cada miembro de la relación necesita mejorar y ofrece una serie de ejercicios prácticos para que dichos errores sean percibidos y se aprendan a superar.

¿Se Puede Recuperar La Confianza con la Terapia de Pareja?

Esta es una pregunta que traen muchas parejas que consultan con nosotros. Cuando han ocurrido situaciones que han quebrado la confianza en uno o ambos miembros de la relación, es imposible que las cosas marchen bien hasta que este problema no se solucione de raíz. El inconveniente es que tras una decepción de el compañero o la compañera, la tendencia habitual que muchos tienen para intentar restablecer la confianza es caer en el control. Es decir, “para poder confiar en ti debo saber todo lo que haces, incluso saber tus claves de correo, de Facebook, etc”, con todas las consecuencias que ello trae en términos de la sana convivencia.
Esta medida se toma cuando se llega a un punto en el cual un miembro de la pareja se da cuenta que realmente no conoce al otro y por tanto no puede dar crédito de lo que su pareja siente o hace, o de lo contrario entiende que podría resultar dañado. Sin embargo, esta medida de control (que la mayor parte de las veces se adopta casi sin cuestionar si es lo mejor para la relación) está lejos de garantizar una coexistencia basada en la confianza.
A fin de cuentas, es imposible vigilar el 100% del tiempo a la otra persona y aunque se revise su celular, su muro de Facebook, se limiten sus amistades, etc., nunca se tendrá la certeza absoluta que el otro no esté haciendo nada desleal.

¿Existe entonces una forma de restaurar la confianza cuándo ha habido situaciones que han jugado en contra de ella? Nuestra convicción es que si, aunque no es un proceso sencillo. La confianza es el resultado de conocer en profundidad a la otra persona, no de controlarlo ni de depositarle una fe ciega.

Pero para llegar a conocer realmente al otro, no basta con estar al tanto de cuáles son las características más relevantes de su personalidad. También es necesario saber cuáles son sus valores, su manera de pensar y de sentir, su manera de pararse frente al mundo y, sobre todo, cómo se está sintiendo en la relación y cuál es el sentimiento actual que tiene por su compañero(a).  La terapia de pareja es una instancia que, a diferencia del diálogo común que se puede dar entre los miembros de la relación, se constituye como un “lugar seguro” para la pareja, es decir, un lugar en el que ambos se puedan sentir física, sentimental e intelectualmente seguros para expresar en voz alta y compartir luego la experiencia que cada uno tenga de su relación, sin tener que omitir nada ni dar respuestas complacientes.

A medida que se empieza a crear este espacio seguro, el terapeuta puede usar lo que en el surge y también empezar a modelar una forma distinta de estar juntos, pero este es un proceso que, si bien es facilitado por la intervención de un profesional, requiere constancia y esfuerzo por parte de cada miembro de la pareja para obtener resultados. Cuando la predisposición y la constancia acompañan al proceso terapéutico, lo que comienza a gestarse es una nueva forma de estar juntos en la sesiones de terapia y así esto luego se extiende a la vida de pareja en otros contextos.

¿El Psicólogo De Pareja Es Un Juez?

Dos personas distintas tienen estilos afectivos diferentes y maneras de mirar el mundo diferentes. Los psicólogos debieran tener muy claro que al momento de ayudar a una pareja que trae a la sesión un conflicto determinado, lo que están haciendo es ayudarles a convivir con sus legítimas diferencias para que la relación sea una experiencia gratificante para ambos, un espacio de crecimiento personal, respeto y afecto.
Es por este motivo que al psicólogo de pareja no le interesa descubrir cuál de los dos miembros de la relación es más objetivo que el otro, porque establecer algo así (si acaso se pudiera) no ayudaría en nada a superar los conflictos. A diferencia de un juez, quien evalúa la situación y luego con los elementos que tiene decide quién tiene que ceder y quien está en lo correcto, el psicólogo lo que hace es detectar aquellos puntos de desencuentro de la pareja y los trabaja en función de establecer un nuevo equilibrio.

En este sentido, los pacientes no van a defender posturas personales ni a demostrar a la sesión que tienen más razón que su compañero(a), van a aprender una nueva forma de convivencia basada en el total respeto por la individualidad de cada uno. Tal como señala Maturana: “La comprensión ocurre en la reflexión cuando se mira una situación local en relación con las configuraciones de relaciones sistémicas que constituyen el mundo…”

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