Para comenzar a hablar de transexualidad, es preciso señalar que la interrogante planteada será abordada desde los ámbitos psicopatológicos y sociales, puesto que se hace incompleto hablar de psicopatología, sin considerar el contexto social actual que rige y moldea de cierto modo la conceptualización que las personas tienen sobre temas de carácter controversial, como el que se tratará acá.
Determinar el significado de los conceptos de “normalidad” y “anormalidad” en la vida cotidiana puede ser relativamente fácil, pero algo muy distinto y riguroso es definirlos desde el ámbito psicológico. Por ello, desde el área de la psicología, el concepto de normalidad se puede determinar como el acatamiento de una norma que ha sido social o éticamente establecida. Mientras que la anormalidad, pasaría a ser aquello que no da cuenta de lo esperado socialmente, es decir, lo que no se asemeja al promedio, siendo señalado coloquialmente para algunos como lo “raro” dentro del sistema, lo que también puede ser visto de manera subjetiva.
¿Tenemos real información del tema antes de emitir opiniones?
Se hace relevante hablar sobre el tema de la transexualidad, puesto que no es algo tan poco común hoy en día, como si lo podía ser años atrás, pero eso no quita el lado controversial que genera tratarlo, lo que también suele darse por la falta de información que las personas tienen al respecto. Es a raíz de ello, que nace el interés en este ensayo de tratar puntos como; la definición de transexualidad, la visión que se le puede otorgar desde el ámbito psicopatológico mediante los conceptos de normalidad/anormalidad y también la implicancia del ámbito social en dicha visión. Todo esto con el fin de poder analizar si la transexualidad puede ser actualmente vista como un fenómeno encasillado dentro de la anormalidad patológica.
A modo de definición la “transexualidad” o también llamada “disforia de género”, es según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), la angustia que sufre la persona que no está identificada con su sexo masculino o femenino.
Una evaluación de los conceptos de normalidad y anormalidad dentro de la psicopatología, puede hacerse a través de la estudiada “norma ideal prescriptiva o del deber”, que se rige por considerar normal aquello que es como debe ser, en relación a una hipótesis coherente, la cual manifiesta el cómo debería darse el comportamiento optimo del individuo. Según mi parecer esta norma, es más bien selectiva, lo que no tan sólo puede encasillar a las personas transexuales como anormales, sino que a muchos otros por el sólo hecho de no cumplir en su totalidad lo que la norma exige, dentro de una adaptación regida por lo normativo socialmente.
Normalidad como promedio
Ahora bien, ahondando en el ámbito psicopatológico, la transexualidad puede ser analizada desde uno o varios criterios. Para efecto de este ensayo, señalaré los que he considerado más relevantes en relación al tema.
El primero de ellos es la visión que otorga la “normalidad como promedio”, la cual determinaría que la transexualidad no sería vista como normalidad dentro del rango promedio de la sociedad, esto debido a que a nivel social no es habitual que una persona adopte la decisión de cambiar su identidad sexual. Por ello bajo este criterio una persona transexual, no tendría una adecuada adaptación social en relación a lo “comúnmente esperado” en los individuos.
Otro criterio a considerar para este tema, es la “normalidad utópica”, que señala a la normalidad como un equilibrio armónico en los elementos de funcionalidad yoica, es decir, del “Ello, Yo y Superyó”. Lo que en las personas transexuales supondría una normalidad , viéndolo desde el punto de vista en que deciden manifestar su condición, ya que al cambiar su identidad sexual estarían buscando ese equilibrio mental armónico, que carecen por no sentirse en el cuerpo que les corresponde.
Y un tercer criterio a mencionar es el de “normalidad subjetiva”, este enmarca una valoración de la propia persona en relación a su estado de salud, dejando de lado la opinión médica y externa al respecto. Considerando este criterio, la transexualidad efectivamente tendría una normalidad subjetiva para quienes presentan esta condición, puesto que ellos reconocen que el ser transexual no es un tipo más de trastorno mental, sino que algo que identificaron e instauraron como parte de sí mismos, durante su desarrollo de identidad sexual.
Entendiendo que a pesar de la existencia de estos criterios que cumplen el rol de definir cierto “tipo de características”, para identificar una normalidad o anormalidad desde lo psicopatológico en una persona, es importante considerar que las personas que viven bajo esta condición de la transexualidad luchan por adaptar su apariencia física al sexo opuesto, no por mero capricho ni algo similar, sino para lograr obtener la identidad sexual a la que realmente pertenecen, por ende no pueden ser etiquetados como individuos que presentan un trastorno del pensamiento o una psicosis, debido a que lo que les acontece es una condición y no un cuadro delirante que pueda ser definido patológicamente anormal.
Transexualidad y Psicopatología
A modo de conclusión en vista a lo planteado, considero que hablar de la transexualidad como un fenómeno anormal desde la psicopatología es erróneo hoy en día, ya que eso podría darse sin duda años atrás, cuando había nula o escasa información al respecto, pero en la actualidad informarse sobre este tema es posible, sólo se necesita interés al respecto, de poder comprender lo
que significa, es decir, que no se trata de una enfermedad como algunos suelen creer, sino más bien de una condición con la que la persona nace, pero que logra asimilar a través de su desarrollo, la gran mayoría de los casos durante la niñez. Pienso también que de no apoyar el proceso que las personas transexuales viven y sólo encapricharnos en discriminar mediante malos tratos, y prejuicios sociales, laborales, religiosos, entre otros, sólo se estaría aportando negativamente a que estas personas se sientan desadaptadas socialmente, causándoles a su vez efectos psicológicos que podrían hasta generarles una psicopatología.
Por otro lado, dentro de los criterios que fui mencionando para señalar los conceptos de normalidad y anormalidad, el que a mi parecer es subjetivo y poco apropiado para este caso es el de la “normalidad como promedio”, ya que considerar una situación personal normal sólo por adecuarse a lo “esperable socialmente” y lo que no sea esperable para la sociedad sea tajantemente anormal, no tiene gran fundamentación, puesto que para lo que a cierto grupo de personas le va a parecer inaceptable y aberrante, para otros no tendrá mayor relevancia o lo aceptará meramente como parte de la diversidad social.
Dicho todo esto, creo que se hace pertinente ir acabando con la costumbre de encasillarlos como trastornados mentales, viéndolos desde el criterio anormal, por buscar “adaptarlos” obligadamente, a lo que bajo nuestra ideología significa normalidad.