Cuando se habla sobre psicología, surge un misticismo que le rodea que hace que las personas que desempeñamos esta labor, se nos perciba bajo mitos y más aún, al realizar terapias psicológicas.
Puede ser que un psicólogo/a se perciba como ente desconocido o un oráculo a quién acudir en búsqueda de un consejo milagroso, una persona quien se dedica a “sanar a los locos” o también un ser con habilidades psíquicas para entrar en las mentes de otras personas y desentrañar rápidamente cuáles son los conflictos latentes en cada individuo que acude a una terapia psicológica.
Lo cierto de todo esto es que realmente no es así. Un psicólogo está lejos de ser un ente sabelotodo, dotado de capacidades mágicas y curativas y con un manual sobre cómo actuar frente a cada ser quien le consulte.
Es por esta situación que quiero aclarar estas 8 dudas, mitos y creencias que me ha tocado responder a lo largo del tiempo y que he escuchado en conversaciones casuales sobre: cómo es un psicólogo/a y la terapia psicológica.
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¿Todos los psicólogos son terapeutas?
Para empezar, es importante señalar que la palabra psicología deriva del griego, la cual se compone de psykhe, que puede ser entendido como espíritu, alma, mente o actividad de la mente, mientras que logia se entiende como estudio o ciencia. Por lo tanto, psicología se puede llegar a entender como un estudio de la mente.
Ahora, todos los psicólogos poseemos bases en común sobre el estudio en el comportamiento humano, pero no todos deciden seguir profundizando sus conocimientos hacia el área terapéutica, también existen psicólogos del área laboral, educacional, del deporte, forense, social y también neuropsicólogos.
Cada uno desarrolla actividades afines del área en la que se desenvuelve, pero, aun así, existen bases y conocimientos que son transversales a toda rama que deriva de la psicología.
Por lo tanto, no todos los psicólogos son terapeutas.
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¿Cuánto tiempo se demora una terapia psicológica en terminar?
No existe un tiempo establecido para determinar cuánto dura una terapia. Todo esto varía según la persona que acude, el grado de involucramiento exista sobre esta misma, la fortaleza que se de en el vínculo entre terapeuta y consultante, el conocimiento que haya sobre el conflicto que lo lleva a terapia, y un sinfín de características del terapeuta y del paciente que hacen que cada proceso sea único e indeterminable en un comienzo.
Hay algunas situaciones en que una terapia puede llegar a durar un par de sesiones (es lo menos frecuente) y hay otras que pueden llegar a durar años. Todo esto dependerá de quién consulte y como se desenvuelvan en conjunto en el espacio de trabajo que surge entre el terapeuta y el consultante.
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El psicólogo sólo te va a escuchar.
En parte, esto es cierto, ya que una de las herramientas principales en la terapia psicológica es la escucha activa por parte del terapeuta. Esto quiere decir que hay una dedicación en escuchar conscientemente lo que está emergiendo en el espacio de trabajo, aunque también hay un énfasis en observar cómo se dicen las cosas (postura corporal, tonalidad de la voz, los gestos que utiliza, etc.).
Pero el quehacer del terapeuta no es solo escuchar desde la pasividad, existe toda una formación previa y experiencia acumulada que harán que cada terapeuta se comporte de una u otra forma. Habrá algunos que estarán más centrado en ciertos elementos del relato del paciente, otros estarán atentos a la forma en que se expresa el relato, algunos utilizarán test como guía para recopilar alguna información que considere pertinente investigar. Todo esto varía de terapeuta a terapeuta.
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El psicólogo sólo me va a dar consejos.
Falso. En el desarrollo de una terapia no se brindan consejos, lo que sí ocurre es buscar en forma conjunta aquellos comportamientos que pueden estar generando conflicto, siendo la principal guía la historia y experiencia de vida de quien consulta.
Dicho de otra manera, quien acude a una terapia usualmente está buscando respuestas a distintos asuntos de su vida los cuales no logra resolver de manera satisfactoria, por lo que un terapeuta emerge como un guía sobre la propia historia de vida de la persona, tomando como referente el relato del paciente y los momentos significativos que puedan haber ocurrido en el transcurso del tiempo.
Por lo tanto, un psicólogo y la terapia brinda el espacio para poner en expresiones esas experiencias que no han logrado ser significadas de una manera saludable para el paciente.
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El psicólogo me va a curar de mi enfermedad.
Esta creencia suele estar relacionada con el punto anterior y con una pasividad que nace de aquella persona quién asume que los conflictos que puedan estar siendo vividos van a ser solucionados por alguien ajeno a sí mismo.
En terapia, un psicólogo no es un curandero, ni tampoco un médico farmacológico quien extirpará el padecer de un síntoma ofreciendo una solución rápida.
Por el contrario, es el consultante quien tiene en sus manos todo el potencial para trabajar sus conflictos y su voluntad para tener el valor de recorrer aquellas historias que pueden ser las causales de su padecer actual.
No basta solo con tener el potencial y la voluntad para recuperar la salud, es importante el hacer las cosas, ser responsable con tu propio comportamiento en la vida, y dedicar tiempo a ti mismo/a para lograr vivir en armonía con tu experiencia.
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No voy a terapia, para eso tengo amigos/as.
Cierto es que una amistad es uno de los pilares que hacen que el día a día pueda ser llevado con más tranquilidad y poder contar con ellos/as cuando sentimos que la vida se nos viene encima, pero un amigo no es un psicólogo y aun cuando así fuese la situación, tampoco es tu terapeuta.
La diferencia entre la amistad y un terapeuta es amplia, y una de las grandes diferencias es que un terapeuta desconoce tu historia, no conoce cómo has ido creciendo a lo largo del tiempo, los métodos que has utilizado para enfrentar las dificultades que se te han presentado, no hay un vínculo emocional previo, como sí ocurre con la amistad.
Si bien tu amigo/a puede ser con quien puedas contar cuando sientas que nadie más lo hace, hay una cercanía que hace que tu amigo/a no vea otros elementos que puedan estar rondando en ti y tu historia, debido a que él o ella misma está dentro de ese círculo.
Tener amistades es excelente para la salud, pero un amigo no es tu terapeuta.
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Yo puedo solo con todos mis problemas
Quiero ejemplificar esta idea de una forma sencilla: cuando el cuerpo siente sed, uno buscará la forma de saciarla. Lo más probable será ir en busca de un vaso y saciar la sed con algún líquido. Aquí viene lo interesante: ¿con qué puedo saciar la sed? Las alternativas pueden ser amplias.
Tomar agua hasta saciar la sed será distinto de beber jugo o tomar una bebida gaseosa.
Está bien tener la capacidad de poder enfrentarse a uno mismo y al resto de manera autónoma tomando las decisiones que creas correctas, pero no siempre tomamos las mejores alternativas ni tampoco logramos darnos cuenta de ello.
Si una situación te hace sentir problemas, pedir ayuda no es una mala opción. Aprende a confiar y valerte en compañía de otros y otras en beneficio de tu propia salud.
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Ir a terapia es para gente loca
Esta creencia suele ser una de las más difundidas y aceptadas colectivamente.
Quiero decirte que todas las personas en la vida hemos atravesado momentos difíciles en la que no logramos ver una salida o una solución y buscar ayuda terapéutica es también buscar salud para tu vida.
Buscar un espacio en donde poder expresar tus conflictos no te convierte “una persona loca”. La salud mental es tan importante como lo es la salud física y depende de ti el querer buscar armonía entre ambos elementos.
Autor: Rubén Bignami