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Teoría Queer: ¿Existe tal cosa como una naturaleza humana?

El objetivo de este artículo es analizar brevemente el concepto de la naturaleza humana a través de la temática de la Teoría Queer. En este sentido, se busca problematizar la perspectiva estructuralista y normativizante de la identidad, el género, así como de los criterios universales de normalidad y anormalidad.

Para fines introductorios, se aborda la temática de los dispositivos de control según Foucault y otros referentes a modo de acercamiento al mecanismo de poder que se ejerce al momento de construir la normalidad.

Luego se presenta la Teoría Queer brevemente respecto a sus antecedentes y además como una perspectiva que critica o se opone a los principios estructuralistas y deterministas del género, la sexualidad y respecto a la naturaleza de las cosas en general, proponiendo una mirada de deconstrucción de la normalidad y anormalidad.

Finalmente, se presenta la posición del autor de este trabajo, abordando la temática de “la norma” o de la naturaleza humana como algo cuestionable y construido psicosocialmente, además de darle una mirada a través del quehacer psicológico en el marco de lo profesional.

Dispositivos de Control

queer1El concepto dispositivo fue instaurado por Michael Foucault en la década de los setenta, principalmente en los seminarios “Los anormales” y “Vigilar y castigar”, sin mucha especificidad, da cuenta principalmente de una red saber-poder, en donde posiciona el concepto como un conjunto heterogéneo de discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, enunciados científicos, proposiciones filosóficas y administrativas (Foucault, 1998).

Este aspecto es muy importante, puesto que Foucault (1998) adscribe que el dispositivo regula formas de subjetividad, principalmente la sexualidad. Esta última arista se articula con lo planteado por Figari (2007) quien se refiere directamente a la sexualidad como un dispositivo, que tiene implicancias a nivel sociocultural, que lo sitúan como un regulador de “prácticas de sexualidad y formas de género”, en donde se encuentran ejemplos tales como la prohibición del incesto, la heterosexualidad obligada o heteronorma y la división de categorías del placer, haciendo un intento por disciplinar respecto a lo que es normal o anormal.

De esta forma, las prácticas de relaciones de poder asimétricas son analizadas por los dispositivos pues el que posee el discurso, subordina al otro ante dicho “saber”, es decir, el que sea poseedor del conocimiento tendrá el control y el poder por sobre el otro, que vendría siendo el sujeto regulado por este discurso y sometido a las injerencias que este pudiese tener sobre algún aspecto de su vida. Un claro ejemplo de ello, son las relaciones entre el funcionamiento maestro-alumno, patrón-obrero, la de médico-paciente, y para fines del entendimiento de este trabajo: la relación normal-anormal como una de las bases de asentamiento para poder comprender y abordar la temática de “lo Queer”.

La Teoría Queer como una perspectiva crítica al determinismo

El nacimiento de la Teoría Queer se remonta a la segunda mitad de la década de 1980 en los Estados Unidos, principalmente como una respuesta con base “humanista/multicultural” a unos estudios acerca de la “homosexualidad y el lesbianismo más limitados” (Denzin y Lincoln, 2012). A raíz de ello, se vuelve necesario considerar que si bien, las ideas de Michel Foucault (1984) dominaban y tenían bastante injerencia, sobre todo con sus conversaciones respecto a los “regímenes de verdad” y a los dispositivos de control, las raíces de la Teoría Queer por lo general residen en los trabajos de Teresa Lauretis y Eve Kosofsky (Halperin, 2003, p.339, en Denzin y Lincoln, 2012, p.335).

Ambas autoras hacen un intento por exhibir que los pensadores del siglo XX, han estado estructurados y fracturados, por una definición de lo que es homo y heterosexual con una significación masculina, que data de fines del siglo XIX: de como el hombre de la cultura occidental “debiese ser”, sin incorporar un análisis crítico de la definición de homo/heterosexualidad moderna, dando paso a “nuevas masculinidades y nuevas feminidades” (Butler, 1990, p.1 en Denzin y Lincoln, 2012).

En este aspecto, la obra de la autora Judith Butler (1990), hace un intento por abordar en menor grado la deconstrucción de la diferencia entre homosexual y heterosexual, interesándose mucho más por la dicotomía entre sexo/género. Es decir que para ella, no se puede reivindicar ningún género esencial, estableciendo que todo es “performativo, elusivo y nada fijo” (Butler, 1990 en Denzin y Lincoln, 2012). En este aspecto, la Teoría Queer busca politizar radicalmente la sexualidad y el género, dando cuenta de que no existen categorías fijas respecto a los dos, buscando subvertir una tendencia hacia la normalidad (Sullivan, 2003 en Denzin y Lincoln, 2012).

queerLo Queer, entonces, es por esencia lo “raro”, aunque en español no tiene un significado especifico debido a que la palabra proviene del inglés, específicamente como un término norteamericano. A pesar de ello, lo Queer o la “Teoría Queer”, podría aproximarse como una teoría que niega que la “identidad es fija” o está automáticamente determinada por criterios normativos. En este sentido, Alexander Doty (2000 en Denzin y Lincoln, 2012), sugiere una lectura cultural y de codificación textual, que crea espacios no contenidos dentro de las categorías convencionales, tales como gay, heterosexual y transgénero, principalmente. Por lo general, todos estos términos y sus significados, están asociados a “categorías transgresoras del género y la sexualidad” (Doty, 2000, p.6 en Denzin y Lincoln, 2012, p.356), por ejemplo, el punto de vista Queer es posicionarse desde donde defender la diferencia más allá de la categoría, pero siempre lo que se aleja del concepto de “normalidad” o “cuerpo normal y/o ideal” (Denzin y Lincoln, 2012, p.357).

El desarrollo de la teoría Queer, nos ha permitido comprender la forma en la que la opresión se demarca sobre los cuerpos y la sexualidad de estos, específicamente en un intento incansable de sostener que la heterosexualidad y los distintos regímenes establecidos como “normales”, se posicionan desde el polo de lo sano, mientras que todo lo que estuviese fuera de dicho círculo, se escapa hacia una arista patológica, anormal y rara, que debe ser oprimida.

Esta voz de los oprimidos se traduce en el movimiento y la teoría Queer, que sin lugar a duda, hace un intento por liberar los cuerpos y las identidades de estos dispositivos de control, que los someten y regulan, haciendo de esta teoría la de los “oprimidos, los raros y los anormales” como una manera de conseguir el empoderamiento contra la noción de normalidad tanto en el género como en la sexualidad, como en otras temáticas.

Sobre la Naturaleza Humana: ¿Qué es lo «normal»?

En relación con la temática de la Teoría Queer, damos cuenta que diversas manifestaciones de la realidad social son excluidas u oprimidas por diversos dispositivos de control: discursos excluyentes, instituciones altamente rigidizadas o criterios de normalidad o anormalidad que conllevan a la segregación y la automutilación -figurativamente hablando- de los sujetos.

En este sentido, surge el siguiente cuestionamiento:

¿Cuándo establecer “lo normal” termina haciendo más daño que bien?

Respecto a esto último, en nuestra profesión   -y en general en el quehacer humano-nos vemos en la necesidad de establecer categorías normativas con fines pragmáticos y netamente nominales, no obstante, al igual que el fenómeno de naturalización, estas categorías se tienden a rigidizar con su uso y se convierten en etiquetas deterministas de la naturaleza de los sujetos, es así como una característica o condición particular de una persona o, incluso un estado, se convierte o es percibido de manera esencialista, convirtiendo el “estar” en el “ser”. Dando cuenta de que los criterios de normal o “natural” son atravesados e influenciados por las expectativas sociales del rol -de género, la edad, la posición social, etc.-

Tal es el caso de un niño o niña que presenta dificultades en su aprendizaje en alguna materia, o presenta características conductuales que difieren del resto, se transforma poco a poco en “el niño con retraso” o “el niño problemático” respectivamente, convirtiendo lo que puede ser un estado o periodo del ciclo vital de la persona, en una condición estructurante de la identidad que, dependiendo del caso, puede atentar con el autoestima y la autoeficacia, aunque en otros casos puede favorecerla. Bajo este precepto, podemos pensar el establecimiento de estas categorías con finalidades estratégicas y que favorezcan la salud mental de los sujetos.

A través de este mecanismo se construye entonces la naturaleza de las personas, sin embargo, la Teoría Queer nos aporta con una crítica -a mi parecer una mirada más flexible y cuestionadora- sobre lo que es natural, normal o anormal. En este sentido, el concepto de naturaleza humana logra diluirse aún más o, inclusive, pluralizarse. En este último sentido, no podemos hablar de naturaleza, sino de “naturalezas”.

Autor: Christopher Faúndez Cid

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