Seguramente puedes recordar que cuando eras niño o niña tenías, dentro de tu pequeño grupo de amigos, uno o dos de ellos que siempre solían ser reprendidos constantemente por sus padres casi por cualquier cosa; y no, no es algo que solamente les haya pasado a ellos, una gran cantidad de padres tienden a sobreproteger a sus hijos gracias a algún desequilibrio o desconocimiento. Digamos que Pedro nace y su padre muere pocos meses después. Su madre, trastornada por el dolor y el reciente acontecimiento, decide no volver a sentir dolor por una razón parecida al luto y la pérdida de un ser amado a quien puede proteger. Por lo tanto, comienza a dedicarse arduamente a la vida de su pequeño infante ayudándolo en todo lo que necesita. Hasta aquí todo está bien; el verdadero problema comienza cuando esa tendencia a proteger a su hijo a medida que crece se vuelve enfermiza e irracional. Es allí cuando Pedro va aprendiendo que valerse por sí mismo no es necesario si tiene a su madre con él. Aquí comienza el verdadero problema con la sobreprotección infantil.
Cuando tenemos hijos, debemos ser conscientes de que cada cosa que hagamos, sea lo que sea, es una enseñanza para ellos. Aunque tú les digas que no presten atención a tus comportamientos, ellos lo harán naturalmente y aprenderán de ellos; sin mencionar que tomarán como costumbre lo que les enseñes, es por ello que es tan importante tener un comportamiento adecuado para que tus hijos adquieran lo que realmente deseas enseñarles. Ninguna persona en su sano juicio, si realmente quiere a sus hijos, desea enseñarle cosas negativas. No. Por lo general cuando un niño tiene problemas, se debe a la gran inconsciencia de sus padres. También debemos recordar que muchas veces ser inconsciente de algo, significa ser ignorante desde el punto de vista correcto.
A medida que Pedro crece, comienza a presenciar problemas en su entorno que sólo él tiene. Comienza a creer que en sus círculos, él es la única persona con esos problemas tan peculiares y extraños. Debido a que su madre quería protegerlo de todo peligro, jamás dejó que él probara su valentía frente a problemas naturales y pequeños de la vida de un niño; como por ejemplo, saltar un charco que podía mojar sus zapatos. Suena a un problema tonto y cotidiano; pero en la vida de un niño, un problema como este puede signficar un gran reto. Su madre no dejaba que él enfrentara estos problemas por miedo a que su hijo se enfermara o resbalara; y así lo hizo hasta que alcanzó una edad adulta.
Cuando Pedro es adulto, su vida da un giro dramático en ciento ochenta grados; la sociedad le indica que, como adulto, debe hacerse responsable de un montón de asuntos que hasta entonces no había enfrentado. Comienza a sentirse inútil y sus conflictos internos florecen hasta el punto de interrumpir su bienestar y entendimiento de sí mismo; todo porque no aprendió a enfrentarse a pequeños problemas desde su infancia.
Pensarás entonces que su madre no hacía bien su trabajo; y está claro que no, pero lo cierto es que no lo hacía de forma consciente; ella pensaba que hacía lo correcto al proteger a su hijo de cualquier problema que tuviese que enfrentar. Pero la realidad es que él tuvo que aprender a desenvolverse desde muy pequeño en todas estas circunstancias, no sólo por el hecho de aprender a resolver sus problemas, sino también porque es una de las mejores forma de auto-conocerse, de entender el poder que tiene, y en qué circunstancias puede utilizar dicho poder propio.
Consecuencias de la sobreprotección infantil
Como ya hemos dicho antes, el problema más común de un niño al convertirse en adulto, son esos sentimientos de inutilidad; que son causas de no conocerse a sí mismo y de lo que puede hacer en su círculo de acción alterable. Si aprendemos que todo está solucionado, impuesto y supervisado, también dejamos de lado nuestro sentido para resolver problemas y aprender de ellos. Allí nace esta carencia y como consecuencia, surge el sentimiento de inutilidad.
Siguiendo sus patrones mentales de la infancia; el niño que ahora es adulto mantendrá la tendencia a temer a lo desconocido a pesar de que sean situaciones superfluas. Como nunca aprendió que enfrentarse a las situaciones desconocidas es la mejor forma de resolverlas, mantendrá esa costumbre y siempre buscará la forma de evitar lo desconocido. Quizá se convierta en un obsesivo compulsivo en cuanto al tema del orden y cualquier percance o situación que afecte su estabilidad o sus planes será suficiente para derrumbar todo su mundo por unos instantes. Esto trae como consecuencias un sinfín de cosas; perderá oportunidades por no arriesgarse, dejará de lado todo lo que puede mejorar y cambiar su vida a menos que sea algo sumamente seguro; e incluso puede desarrollar ansiedad, lo que se traduce a métodos poco sanos para calmar dicha ansiedad como vicios o apetito insano.
El niño que ahora es adulto también tendrá problemas en su toma de decisiones. Podría abandonar sus sueños por no tener la suficiente confianza en sí mismo para cumplirlos sin importar los inconvenientes. Será una persona muy fácil de manipular si se le toca el tema correcto (En este caso, la seguridad) y no tendrá el suficiente criterio para discernir si lo que le han mandado a hacer está bien o está mal; si es lo que él quiere realmente o no. Todos estos problemas son propios de la sobreprotección infantil.
Una tendencia que también suele aparecer en estos adultos, es que no aprenden a valorar las cosas que se han obtenido con esfuerzo y dedicación. Esto es fruto de que no se esforzó por conseguir o resolver nada en su infancia, ya que todo se lo daban servido y resuelto; por lo que los problemas para entender el verdadero valor del esfuerzo surgirán dentro de sí mismo. Esto no quiere decir que todas estas consecuencias o efectos no puedan cambiarse; al contrario, el hecho de que el adulto tenga estos conflictos significa que por primera vez en su vida se está dando cuenta de todas esas carencias que tiene. El primer paso para cambiar y evolucionar es el conflicto; ya que gracias a él somos conscientes del cambio constante que se está generando dentro de nosotros; eso nos hace ser conscientes de la importancia que tiene la negatividad en nuestra vida cotidiana. Para reconocer la luz, debes saber diferenciarla de la oscuridad, y la única forma de diferenciarla, es conocer ambas partes. Controla la sobreprotección infantil antes de que sea tarde.