Cuando nos encontramos con un amigo o familiar y nos cuenta sobre una anécdota emocionante o triste, es posible que nos desencadene distintas sensaciones. A su vez esta reacción inconsciente que no necesariamente pase por la razón, hace referencia a la empatía.
Pero, ¿cuál es el real significado de la empatía?
La conexión humana es la base para relacionarse con otros individuos a través de las emociones, logrando percibir, comprender y compartir el sufrimiento o felicidad.
Un individuo con empatía deja a un lado el egoísmo, y reluce con ello la compasión y el altruismo, por tanto es considerada como una de las características más valoradas del comportamiento humano.
¿Cuándo surge el concepto de empatía?
La palabra empatía inicialmente se relacionaba a la pasión en la antigua Grecia, no obstante Galeno en el siglo II a.C. cambió su significado a dolencia o enfermedad.
Para el siglo XX, momento en que la psicología era establecida como ciencia, se rescata dicho término, tomando un giro totalmente diferente, asociándose a lo que hoy conocemos como la participación interna, objetiva y profunda del individuo frente a otro, otorgándole un carácter más personal y psicológico.
Es importante aclarar que existe una diferenciación con la simpatía, ya que en el caso de la empatía es una acción mucho más espontánea y subjetiva, en comparación con el concepto anterior.
La empatía y el psicólogo
De acuerdo al psicólogo clínico Miguel Ángel Rizaldos, en una publicación realizada por Psicología y Mente, señala que “la empatía es crucial para ser un buen psicólogo clínico”.
Esto se debe a que el psicólogo, por lo general posee un alto grado de empatía, siendo capaz en un menor tiempo de comprender al otro individuo, brindándole la ayuda necesaria frente a las distintas situaciones que pueda estar planteando el paciente.
¿Cuáles son las prácticas para mejorar el nivel de empatía?
La empatía se puede desarrollar a medida que se consideren ciertos aspectos para comprender la situación que padezca el individuo.
- Escuchar con atención: Mantener la concentración necesaria para así prestar la atención que requiere el individuo al compartir su experiencia, sin menospreciar los motivos por los cuales haya actuado.
- Evitar los juicios morales ante los hechos: Dejar a un lado los prejuicios que puedan desencadenarse ante el momento o circunstancia presentada. Sin embargo, es importante destacar que no significa dar la razón por lo que realizó en el momento determinado, en caso de poseer un carácter perjudicial.
- Tomar en cuenta un lenguaje positivo y acorde: No ridiculizar el contexto o hecho compartido, mostrándose con una postura de apertura y comprensión.
- Tolerar y entender los motivos por las que ha buscado el apoyo: Si la experiencia o situación compartida posee un trasfondo negativo, se trata de entender las razones de sus acciones y qué solución se le puede dar al respecto.
La empatía no es una capacidad exclusiva
Esta habilidad no es exclusiva de los psicólogos, claramente se puede aprender a medida que el individuo lo desarrolle, en especial desde la infancia, mediante la promoción por parte de los padres en mostrar empatía hacia sus hijos, de forma equilibrada, ya que su exceso puede generar un efecto totalmente contrario en el individuo, por la sobreprotección de los padres.
Por otro lado, aprender sobre la comunicación efectiva y asertiva igualmente es fundamental durante este proceso, a través del entendimiento de las emociones y sentimientos propios, logrando proyectarlo hacia su entorno, desarrollando con ello conductas empática hacia las personas que lo rodean.
La sensibilidad emocional es fundamental en el proceso de creación de los lazos o vínculos sociales, en sus diferentes contextos como en el familiar, en la pareja o de amistades, generando una mejor convivencia, cordialidad y compresión con el entorno.
La compasión y la empatía un vínculo que se fortalece
La empatía no se trata de justificar un comportamiento negativo que sea considerado inapropiado moralmente, el objetivo principal es ponerse en los zapatos del otro y entender el porqué de sus acciones o actitudes, y por ende sentir su dolor o sufrimiento, logrando generar un lazo de compasión para así prestar la ayuda que pueda estar solicitando.
Sin embargo, es claro en algunos casos puede resultar complejo demostrar una respuesta empática ante una situación perjudicial, ya que es un proceso natural del individuo. Por lo que igualmente es natural no sentir la afinidad con una persona en particular cuando no existe la compresión del contexto determinado.
Por otro lado el nivel de empatía dependerá de la persona y las percepción que pueda tener frente a una situación determinada, ya que hay quienes mantienen una mayor empatía por ejemplo con la familia, otros con el trabajo, los amigos, e incluso hasta con el planeta tierra, pero si el individuo mantiene un alto estado de empatía hacia muchas situaciones, puede ocasionarle que se lo tome como un tema personal que lo pueda estar afectando directa o indirectamente y contradictoriamente le desencadene malestar emocional.
