Conflictos los tiene cualquiera. De hecho, estos no deben ser vistos como una rareza, sino como una oportunidad para aprender a resolver con madurez situaciones difíciles.
Pero cuando se trata de niños, el manejo es un tanto distinto debido a la etapa en la que ellos están. Recordemos que aun están aprendiendo a reconocer sus emociones y a autoregularse.
Fomentar el desarrollo de sus habilidades para la resolución de conflictos y la resolución de problemas es uno de los mejores regalos que le puedes hacer.
A continuación descubrirás 7 claves para que lo logres.
1. Enséñalos a que clasifiquen el tamaño de sus problemas
Cuando aprendemos la categoría “problema” no se nos explica que esta tiene distintas dimensiones. Es normal que la aprendemos así, como un absoluto. Sin embargo, hay formas de gestionarlos mejor a partir de una primera clasificación que les guiará acerca de cómo actuar.
Por ejemplo, una estrategia eficaz es el problemómetro. La misma consiste en establecer un medidor que va del 1 al 5 para determinar el tamaño del problema.
Imagina que un par de niños está jugando y que uno de ellos le parte el lápiz al otro. En tal sentido, el afectado puede molestarse y armar una pataleta.
Esta es una buena ocasión para aplicar la estrategia y mostrarle que, en la escala del 1 al 5, lo sucedido representa un 1 o 2 como máximo. Acotar la gravedad de lo que nos sucede es