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Qué es la masculinidad tóxica y por qué es tan peligrosa

Has sentido que debes comportarte de una forma masculina Se han burlado de ti por expresar tus emociones y sentimientos Temes llorar en público por temor a ser objeto de comentarios insultantes Estas presiones sociales son más peligrosas de lo que se pudiera pensar y están muy presentes en nuestra cotidianidad De hecho son el hellip

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¿Has sentido que debes comportarte de una forma “masculina”? ¿Se han burlado de ti por expresar tus emociones y sentimientos? ¿Temes llorar en público por temor a ser objeto de comentarios insultantes?

Estas presiones sociales son más peligrosas de lo que se pudiera pensar y están muy presentes en nuestra cotidianidad.

De hecho, son el germen de la homofobia y la discriminación hacia aquellos hombres que no son considerados viriles.

 

Qué es la masculinidad tóxica

Si bien es un término relativamente reciente, cuando analizamos la cultura latinoamericana, nos damos cuenta de que guarda muchas similitudes con el machismo.

En líneas generales, a falta de definición de alguna institución de peso, podemos catalogar a la masculinidad tóxica como una forma de actuar en la que se expresa un modelo de comportamiento específico para el hombre.

Este modelo se puede desglosar en tres variables que lo componen.

  1. Dureza: es la idea de que un hombre debe ser fuerte, poco sensible, “rudo” y hasta agresivo.
  2. Antifeminidad: si algo es considerado como femenino, entonces debe ser rechazado. En este apartado entran comportamientos como el rechazo de muchos hombres a llevar prendas de color rosa.
  3. Poder: si se trata de un “verdadero hombre”, entonces este debe ser exitoso en lo económico y social, tener cierto estatus para destacar.

 

La masculinidad tóxica y los hábitos daniños

La masculinidad tóxica pone en un pedestal ciertos comportamientos que son dañinos, pero que son considerados muestras de hombría.

El exceso de ejercicio físico, por ejemplo, la narrativa del hombre que trabaja sin descanso para lograr sus sueños aun cuando esté enfermo, son discursos frecuentes dentro de esta forma de pensar y actuar.

Lo que muchos ignoran es que los problemas de salud no excluyen a los hombres. Todos, sin importar el sexo, podemos enfermar si no tomamos las medidas adecuadas para cuidarnos.

Lamentablemente, la masculinidad tóxica desalienta a que los hombres se hagan chequeos de rutina porque no es un hecho que sea coherente con la noción de fortaleza.

Por tanto, acciones como beber alcohol en exceso, consumir comida rápida de forma frecuente, fumar y evitar el consumo alimentos, van a terminar causando daños en un mediano o largo plazo, sin importar cuán rudo se pretenda ser.

Lo llamativo de esto es que en un estudio realizado en 2007 se concluyó que los hombres que tenían este tipo de conductas y podían catalogarse como “masculinos tóxicos”, consideraban normal tal descuido de salud.

 

Los trastornos de salud psicológica no son para débiles de mente

Para entender qué es la masculinidad tóxica hay que pensar irremediablemente en sus efectos.

Es lamentable que aun haya muchas personas (sin distingo de sexo) que vean a los trastornos como la depresión, la ansiedad o al abuso de sustancias psicotrópicas como un asunto de debilidad, no como un tema de salud.

Al respecto, en un estudio que se realizó en 2015, se comprobó que aquellos hombres apegados a la idea de “macho fuerte”, tenían una actitud de rechazo hacia la búsqueda de ayuda psicológica.

Esto favorece la inexpresión de sentimientos y las conversaciones en las que se hable de los problemas personales.

La consecuencia puede ser mortal para muchos, pues en condiciones de aislamiento o soledad, si no se toman las medidas adecuadas, es más común que aparezca el suicidio como opción.

 

qué es la masculinidad tóxica
La masculinidad tóxica es un freno para el sano ejercicio de la expresión emocional.

 

Cómo influye la “masculinidad tóxica” en la percepción de la raza, etnia o género

En un estudio que se realizó en los Estados Unidos de Norteamérica en 2013, se llegó a la conclusión de que los estudiantes asiático-estadounidenses son percibidos como menos varoniles que los blancos o los afroamericanos.

Este falso argumento se usa mucha veces en contra de las minorías raciales o de aquellos que lucen menos corpulentos.

Es como si en el ideario de hombre fuerte, lo que prima es la idea no solo de serlo, sino de lucir como tal.

A partir de esto se evidencian agresiones y comentarios despectivos por tener una ascendencia racial específica.

De este modo, notamos cómo con cada año que pasa, aumentan los casos de bullying y de agresiones a niños por diversas diferencias. No solo las relacionadas con la raza, sino también aquellas que tienen que ver con el género y la orientación sexual.

 

¿Qué hacer frente a la masculinidad tóxica?

Las presiones sociales son el gran detonante de esta forma de ver la masculinidad.

Por tanto, el trabajo debe comenzar desde las etapas tempranas para que los niños no se vean obligados a esconder sus emociones por temor a ser reprimidos.

A su vez, para que esto suceda, es necesaria la educación en materia de estereotipos y es importante que se les enseñe a los padres a que cuestionen los modelos disfuncionales bajo los cuales fueron criados.

Normalmente esta parte es difícil, pues se tiende a pensar que la tradición debe ser conservada solo por eso, porque así ha sido siempre y porque así debe seguir siendo.

La masculinidad tóxica es hoy en día un reto que merece la pena ser considerado como un asunto de estado.

Lamentablemente, cuando muchos jóvenes llegan a la preadolescencia, ya tienen una marcada diferencia en la forma en la que externalizan sus emociones en comparación con cómo lo hacen las mujeres.

Las reglas de la masculinidad hacen que las relaciones de pareja, las de estudiantes, posteriormente las laborales y las de la vida en general sean más difíciles.

 

Conclusión acerca de la masculinidad tóxica

La ayuda profesional es un hecho que nunca debería ser desestimado cuando se trata de asuntos psicológicos y emocionales.

Cuando este paradigma sea común, entonces tendremos cambios no solo en las personas que inicien su proceso terapéutico, sino en la sociedad en general.

Entre antes comencemos, antes veremos resultados.

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