¿Te has sentido alguna vez feo, poco apto, con un cuerpo defectuoso o inconforme con tu peso? Los humanos no contamos con un tipo de fenotipo perfecto de carácter universal. Sin embargo, las sociedades en las que habitamos han legado un prototipo para las características atractivas que desde la primera infancia puede afectar a muchos niños cada día.
El autoconcepto y el autoestima van de la mano, a su vez, la conformidad con nosotros mismos y una autoimagen positiva pueden brindar satisfacción, felicidad y bienestar psicológico. Para modificar la forma en que nos percibimos no hace falta pasar por cambios físicos, se trata de indagar en nuestro esquema sobre la belleza y dar luz a creencias rígidas donde el ideal de belleza se encuentra distorsionado. Mejora tu autoconcepto haciendo consciente cómo se encuentra tu autoimagen.
¿Qué es la autoimagen?
Se trata de la imagen o representación que tenemos de nosotros mismos. Se trata de una creencia subjetiva que se construye en torno a nuestras experiencias, creando una percepción sobre las cualidades y capacidades propias, cómo nos vemos y en qué nivel nos apreciamos.
Así pues, la autoimagen se forma en torno a las creencias de nuestro entorno, cómo calzamos dentro del aprendizaje social sobre las actitudes y características físicas positivas y el rol que desempeñamos en la sociedad. En este punto puedes notar el poder que los medios de comunicación tienen sobre estos principios de lo bello o estético, transformando nuestra idea de nosotros mismo en tanto consideremos que podemos encajar en ese ideal (todo desde el inconsciente claro está).
Finalmente, la autoimagen no es una idea fija, se va modificando en torno a las vivencias y la etapa evolutiva que atravesamos (es común presentar mejor autoimagen durante la adultez que cuando vivimos la adolescencia). Por ello, es posible construir una visión realista de nosotros mismos tomando consciencia de cómo influyen las opiniones de personas cercanas en nuestra apreciación propia.
Aspectos para mejorar la autoimagen
Ya que conocemos de dónde proviene nuestra autoimagen y su gran relevancia para el autoconcepto, sabemos que es posible recrear nuestra percepción de nosotros mismos al saber que no existe ninguna regla de medición estándar para nuestras características, la belleza es subjetiva.
En tanto, colocarnos en modo de introspección es el primer paso para realizar modificaciones en nuestra valoración propia, creando una idea más nuestra y que no se base en modelos interiorizados de cómo es una persona atractiva, exitosa o brillante.
Definir tus propios criterios para mejorar el autoconcepto
Las distintas culturas poseen ideales diferentes de lo que es la belleza, del mismo modo los medios se aprovechan del atractivo físico para atraer a las masas. Sin embargo, las personas perfectas no existen y lo que muestran está lleno de retoques y ángulos bien aprovechados.
Busca formar tu propio criterio de lo que es hermoso, la belleza es subjetiva y la aceptación no tiene que ser sinónimo de conformarse sino de valorarnos y dejar de lado las comparaciones. Recuerda ser realista, aprecia los pequeños detalles que te agradan de ti y vive demostrando que eres auténtico.
Descartar la perfección
Todos los seres humanos tenemos defectos, el cuerpo tiene sus formas y sus olores, más allá de ponernos en forma para tener mejor condición física y mantener una buena higiene, buscar eliminar todos nuestros defectos es ilusorio y nos condenamos a una cárcel de sufrimiento.
Encuentra belleza en cada persona y en cada espacio por el que caminas, de ese modo podrás aprender a identificar cada día más cosas bellas que hay en ti. Muchas veces contamos con la idea de que personas que nos parecen muy cercanas a la perfección (en relación al estándar social) sin embargo, no conocemos sus circunstancias y cómo se encuentra su autoestima, muchas veces no esperamos que esas personas pasen por grandes penurias y es posible que nos llevemos una sorpresa.
Ten presente lo que te gusta de ti
Descubre las cosas que te gustan de ti mismo, eso te permitirá halagarte y sentirte cómodo en tu propia piel. Acepta que tienes buenos atributos y goza momentos de felicidad por ello. Sé una compañía agradable para ti mismo y halaga tus cualidades y tus avances. Recuerda que esas auto-exigencias rígidas no provienen de ti sino de todas las palabras que has interiorizado. Aún más, tener presentes las partes que nos gustan y nos favorecen también harán que sean visibles para el otro.
Permítete transmitir tu autoimagen a otros
La belleza y la presencia tienen mucho que ver con la actitud, sentirte inferior puede ser que actúes cabizbajo por la vida. En cambio, acabar con el círculo negativo y andar con la frente en alto permitirá que otros te noten y notes mayores halagos o interacciones positivas sobre tu apariencia.
Es importante recordar que no se trata de crear apariencias, sino de ser espontáneo, conectarte contigo mismo y dejar que el resto lo perciba ¡no te escondas!
El aspecto físico apenas es un componente
Si te preocupa lo que otros encuentran en ti debemos informarte que la apariencia no es la parte más importante de tu atractivo, todos contamos con virtudes y defectos que engloban quienes somos. En lugar de descuidarnos físicamente, se trata de cultivar todo lo que nos conforma para crear una armonía con nuestros deseos de crecimiento.
Si gustas de ti otras personas también lo harán
En caso de que las decepciones amorosas sean un caso relevante para la imagen que posees de ti mismo un dato importante acerca de las interacciones románticas y las personas que no tienen una buena imagen de sí mismos es aquellos que no se gustan anticipan en rechazo y evitan el contacto para no tener que pasar por decepciones imaginarias que realmente no están atravesando.
La gran frustración de sentirse incapaces de ser amados incrementa las dolencias emocionales y los encierra en callejones sin salida donde no se acercan a quienes gustan ni se abren a recibir personas interesadas en conocerlos. Permítete gustarte, apreciar lo bueno que hay en ti. Como dice el psicólogo Walter Riso “gustarse es abrir los horizontes afectivos.”