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La ira: cómo percibimos esta emoción y manejo de la agresividad

La ira

La ira es una de las emociones que generalmente recibe mayor carga estereotípica en la sociedad. Por el contrario, no deja de ser una emoción primaria o básica que existe en nosotros por razones adaptativas y que nos alerta de que algo está atentando sobre nuestros principios, derechos o necesidades. 

¿Qué es la ira y cómo se percibe?

La iraTambién se conoce como enfado o enojo y es una emoción relacionada a estímulos que se perciben como negativos para los intereses personales, las necesidades o la integridad, el desprecio o la ofensa. Su activación fisiológica se caracteriza por tener lugar en la parte motora y cardiovascular, se acompaña con sentimiento de enfado y se orienta hacia conductas como mostrar inconformidad y quejarse. De ese modo prepara el organismo para responder ante la situación negativa que enfrenta hacerle frente.

 

La ira como emoción primaria es universal, natural y adaptativa para los seres humanos. Se encuentra asociada al resentimiento, la irritabilidad, la hostilidad, la indignación, la rabia y la furia. Además, en sus manifestaciones más extremas se expresa como violencia y odio patológicos.

 

Manifestaciones del enojo como respuesta adaptativa

 

La intensidad del enojo tiende a variar en función a distintos factores. En ocasiones, estímulos internos como repasar mentalmente el conflicto impulsa a hacer algo o expresar la advertencia. El objetivo es evitar daños en el momento o a futuro, ha sido por lo tanto un punto esencial para nuestra supervivencia y que puede regular las relaciones con terceros y construir la sociedad en la que vivimos y la movilización física que provoca, impulsando a la persona a hacer algo con la energía que percibe en su interior.

 

Otra de las funciones adaptativas que cumple para los seres humanos es la regulación de los procesos cognitivos, se acompaña por la activación del sistema nervioso simpático, el endocrino y la activación muscular. En este caso las conductas motoras se conducen a distintas expresiones y dependen tanto del aprendizaje por observación como del condicionamiento o las experiencias que el niño ha tenido en su primera infancia cuando comienza a aprender (o no) a regular sus emociones.

Expresiones relacionadas con la ira y el enojo

En ocasiones no logramos percibir que el otro, o incluso nosotros mismos, experimenta ira o enojo respecto a algún evento. A su vez, existen actividades que se potencian gracias a sentimientos de rabia y enfado y sirven para sublimarlos y convertirlos en algo positivo o al menos drenar la energía que resulta para que no sea dirigida en contra de otros o de sí mismo. 

Moviliza

Actualmente canalizar la ira y la frustración hacia el ejercicio se ha comprobado como una clara ventaja en numerosos deportes. El ejercicio que beneficia la forma física es uno de los beneficios que se pueden extraer de la carga energética a partir de la ira, la cual habrá en algún momento de nuestra historia evolucionado para prepararnos ante una pelea siendo favorecidos por esa explosión de fuerza.

 

La chispa de la creatividad

Aunque drenar la ira con movimiento cuenta con una clara relación con la activación física de esta emoción resulta que esta energía también puede impulsar los procesos cognitivos como la atención y la concentración al mejorar la perseverancia y la competitividad en desafíos cognitivos. Estas reacciones podrían explicarse por verse favorecidas conexiones neuronales que no se habilitan ante el resto de emociones (lo cual también se podría considerar positivo para la plasticidad). 

 

Aunque la energía creativa que aporta no se mantiene por mucho tiempo es suficiente para activar una chispa que da inicio a la idea deseada y puede llegar a la resolución de un problema.

 

Confrontación constructiva

Cuando se expresa el enojo el conflicto y las respuestas agresivas o hirientes pueden predominar. Sin embargo, poner en perspectiva nuestra emoción antes de expresar el enojo puede hacerse de forma controlada para lograr consensos e intercambio de puntos de vista.

 

Recomendaciones para manejar la ira y evitar respuestas agresivas

Siguiendo el punto anterior, tomar una distancia psicológica de la ira para que su potencial no nos ciegue y podamos actuar con mayor tacto recurriendo a la comunicación. Poder gestionar nuestras emociones tiende a ser sumamente necesario en el caso de la ira, ya que podemos lastimar a otros y deteriorar nuestras relaciones. En ocasiones resulta preciso asistir a asistencia profesional con un psicólogo o psicoterapeuta que nos aporte herramientas necesarias para comprender y vivir las emociones.

 

Aún así, podemos mejorar por nuestra cuenta el flujo de respuestas irascibles o que tienden a la agresividad al considerar lo siguiente:

 

No hablemos de forma impulsiva 

Antes de comenzar a hablar (posiblemente como queja o reclamo) debemos tomar en cuenta que en el momento del enojo no pensamos con claridad y tomarnos un instante para pensar qué decir.  

Expresarnos de forma asertiva

La comunicación asertiva motiva a expresar la frustración con tranquilidad y sin ofender o crear conflicto. No intenta controlar ni generalizar las acciones del otro desde la culpa sino que implementa declaraciones en primera persona describiendo el objeto de desagrado con respeto y aportando una solución posible..

Hacer ejercicio o deporte

La movilidad que nos aporta la ira puede aprovecharse y del mismo modo el ejercicio nos ayuda a reducir el estrés y la tensión para sentirnos más calmados.

Alejarnos del resentimiento

La ira es una emoción transitoria, si nos aferramos a ella podemos sentirnos abrumados o amargados y el perdón nos permite avanzar hacia otras emociones y experiencias más agradables. En ocasiones el humor permite darle otra perspectiva al motivo de enojo y disminuir la tensión (no incluye el sarcasmo o ironías que pueden herir).

Regular el organismo

Las técnicas de relajación nos pueden ayudar cuando podemos actuar fuera de nuestra propia forma de ser al estar impulsados por el enojo. Repetirnos una frase mientras practicamos respiración también puede relajar la activación física de la ira. 

 

En ocasiones, controlar la ira pasa de ser un reto a encontrarse casi fuera de nuestro control, al menos desde la percepción propia y la de nuestros allegados quienes se pueden ver afectados. En estos casos lo mejor es buscar ayuda profesional.

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