La mente humana cuenta con mecanismos que aseguran y defienden la estabilidad psíquica y los límites emocionales de una persona. Esto incrementa las posibilidades de sobrevivir y adaptarse en un medio adverso, alejar la conciencia de las experiencias traumáticas, aunque esto también incluye las necesidades insatisfechas y los deseos relacionados. Conocer la disociación es fundamental para poder identificar los trastornos que devienen de su variante patológica, síntomas y tratamiento requerido.
¿Qué es la disociación?
Se trata de un proceso o mecanismo en el que se desconectan las experiencias de los sucesos psicológicos normalmente relacionados, como una medida adaptativa a situaciones límites que sobrepasan los recursos de afrontamiento psicológico de una persona, sea un niño o un adulto.
En este mecanismo se dan alteraciones sutiles o profundas de la interpretación de los sucesos, distorsión de la experiencia y una sensación de desprendimiento de sí mismo. Al ser adaptativo se puede comparar a una “distancia de seguridad” que reduce el dolor, el impacto emocional, la tensión y el miedo para evitar un daño mayor a quien lo experimenta. Además, es instintivo y se activa cuando no se puede evitar una situación adversa que genera dolor físico y/o emocional para evadir la realidad como ocurre en muchos casos de abuso infantil y violaciones.
Disociación normal
La disociación puede ser un acto puntual que afecta la memoria o la percepción de la realidad en momentos determinados y esto entra dentro de la normalidad. Esto se debe a que las personas podemos perder la noción del espacio-tiempo en situaciones dentro del entorno de manera normal y sucede en distintos momentos de la vida, incluso al evadirse de una conversación. Por otra parte, también se puede identificar la disociación como parte de un trastorno emocional donde se debe abordar mediante psicoterapia.
Relación del trauma y la disociación
Tomando el cuenta que el trauma se refiere a una herida emocional que puede ser causada por un evento que ha causado daño duradero al inconsciente, emoción o impresión negativa. De esta forma, es evidente su conexión con la disociación y la participación de este mecanismo en el momento desencadenante.
La disociación logra menguar el impacto de la experiencia traumática lo cual actúa inicialmente como una reacción adaptativa, sin embargo, luego se convierte en un proceso desadaptativo en el momento en que interfiere con el desenvolvimiento de la persona y su funcionamiento normal. En este punto las personas que no encuentran apoyo y soporte adecuado para canalizar lo que han vivido y establecer espacios seguros pueden padecer cuadros disociativos no voluntarios y trastornos disociativos.
Consecuencias de la disociación
Tras sobrevivir a la experiencia traumática el mecanismo que no logra ser superado puede iniciar trastornos complejos que tienen un complejo desenlace, la realidad puede fragmentarse y presentarse a modo de:
- La amnesia disociativa, trastorno en el que el sujeto no logra recordar eventos de su vida que son importantes por contar con un elemento estresante, se crea una confusión e inseguridad que afecta la estabilidad emocional y afecta las relaciones sociales.
- El trastorno de identidad disociativo se caracteriza por la presencia de dos o más personalidades bien definidas también conocidos como “alters”, que tienen sus propias preferencias, actitudes y perspectivas. Se acompaña por lagunas de memoria en los momentos en que otras personalidades toman el control consciente y se evidencian cosas que el sujeto no recuerda haber hecho. Es un proceso defensivo complejo para mantener la estabilidad y el funcionamiento, por ejemplo, delegando a otras partes los recuerdos que se han evadido.
- El trastorno de despersonalización/desrealización es una alteración compleja en la que una persona percibe sensación de extrañeza y falta de familiaridad con su propio cuerpo y sus acciones como si se encontrara en un cuerpo que no le pertenece o con sensación de irrealidad.
Síntomas del trastorno disociativo
Esta estrategia voluntaria se convierte en involuntaria y patológica, además disociar es más sencillo para quienes se encuentran en edades de la niñez etapa en la cual suele desencadenarse el evento traumático. A su vez, la prevalencia y diferenciación de los síntomas van a depender del tipo de trastorno y su severidad, con una duración puntual, transitoria o crónica, lo cual dependerá de que las personas que se encuentran en su medio les brinden funciones restaurativas y nutricias para la salud mental.
Entre los síntomas se destacan los siguientes:
Fallos en la memoria
Lagunas mentales o pérdidas de memoria sobre el trauma u otros hechos que han causado sufrimiento, puede olvidarse total o parcialmente lo que ha sucedido. En el trastorno de identidad disociativo los fallos de memoria también se presentan por un cambio de personalidad, podría describirse como que dicha identidad toma el control del cuerpo en ese momento.
Desconexión con la realidad
Sensación de que existe una brecha entre el cuerpo y la mente, un bloqueo para no sentir y anestesia emocional. En su mayor intensidad algunas personas pueden sentirse ajenas a la realidad.
Confusión
Sensación de extrañeza o falta de entendimiento de la propia realidad, se acompaña por una inseguridad sobre dónde se encuentra y con quiénes está en ese momento.
Estrés y ansiedad
Se pueden manifestar crisis de ansiedad o ataques de pánico que incapacitan a realizar acciones laborales y sociales.
Alteración de la identidad
Desconexión emocional consigo mismo, se relaciona con la confusión pero sobre los aspectos personales como la propia identidad y la percepción de sí mismo.
Pesadillas e insomnio
Se presentan de forma recurrente y pueden somatizar de manera que les genera estragos a la salud física y mental.
Tratamiento psicológico de la disociación
El trabajo para abordar un trauma que tiene tales consecuencias el afectado requiere de un amplio proceso de abordaje del trauma y los síntomas disociativos. Algunos psicólogos han establecido tres etapas para el plan de tratamiento:
- Estabilizar y fortalecer emocionalmente
- Lograr un reprocesamiento emocional de recuerdos traumáticos
- Reconexión e integración de la personalidad
Algunas terapias del habla trabajan con la relación primaria de apego mediante el análisis de los patrones desarrollados en la infancia y condiciona la forma de afrontar las situaciones y relaciones con terceros. Por otra parte, enfoques que incluyen técnicas como EMDR se basan en el reprocesamiento mediante la sincronización de los hemisferios cerebrales al realizar movimientos oculares y otros ejercicios.