El estrés es absolutamente necesario para nuestra existencia, pues consiste en un estado de alerta que nos permite dar respuesta a los diversos estímulos que interactúan con nosotros. Por ejemplo, al vivir situaciones de miedo podemos paralizarnos o huir, cuando experimentamos la rabia podemos responder con conductas para defendernos, etc. No obstante, también podemos reconocer un estado de estrés debido a un cansancio generado por la vida cotidiana, en donde un rendimiento superior al que normalmente entregamos genera sensaciones psicológicas desagradables. Nuestro diario vivir es realmente exigente, dentro de éste existen diversas aristas que podrían generarlo:
Estrés laboral
- Nuevo trabajo: adaptarse a nuevas personas, nuevas tareas, nuevos trayectos, etc.
- Excesiva carga laboral, que a veces es nueva y debemos aprenderla.
- Periodos críticos en donde hay que tener informes, cerrar cuentas, etc.
- Acoso laboral.
Estrés familiar
- Separación de los padres.
- Hijos viviendo su adolescencia.
- Peleas o diferencias importantes dentro del grupo familiar.
- Enfermedad y cuidado de uno de los miembros de la familia.
- Muerte de un miembro del grupo familiar.
- Violencia intrafamiliar.
- Cesantía.
Estrés en pareja
- Peleas o diferencias importantes.
- Celos y/o desconfianza en el otro.
- Dificultades en la vida sexual: disfunción sexual, baja del deseo, anorgasmia, etc.
- Autoexigencia en términos económicos
- Miedo a que la relación se acabe
- Búsqueda de concebir un hijo.
Estrés de desarrollo personal
- Dificultad de conseguir el éxito deseado.
- Crisis existencial o de algún hito propio del ciclo vital.
- ¿Quién soy, qué quiero, para dónde voy?
- Cesantía, endeudamiento y dificultad para pagar las cuentas.
- Insatisfacción con la imagen corporal o monitoreo constante del cuerpo.
- Sentir que “nunca es suficiente”.
Síntomas del Estrés: ¿Cuáles son sus características?
El estrés generado por la vida cotidiana, como el trabajo, la universidad, escuela, hijos, dificultades en el grupo familiar, peleas, o experiencia de cambios importantes para la persona etc., puede manifestarse de diversas formas: sensación de pesadez corporal, dolor de cuello y hombros, sueño, caída del cabello, irritabilidad, dolores y problemas estomacales, entre otros.
Es importante que consideres que los síntomas señalados, corresponden a respuestas normales de nuestra corporalidad, pues al consistir en una alteración de nuestro organismo, éste necesita manifestarse. No obstante, sabemos que dichas manifestaciones son bastante desagradables y que generan un círculo vicioso, ya que al vivir una situación o situaciones estresantes, podríamos sentir que las respuestas que damos incrementan dicho estrés inicial: por ejemplo, sufrimos una pelea dentro de nuestra familia, dicha pelea no nos deja dormir bien y al día siguiente nos sentimos preocupados, más cansados de lo normal y con dolores musculares; aquellas sensaciones nos podrían enfrentar a la vida cotidiana con una actitud negativa, lo cual en consecuencia podría afectar en el trabajo sintiéndonos exigidos a cumplir, luego del trabajo vamos a la casa repitiendo el patrón, pudiendo llegar a una secuencia de acontecimientos bastante tediosos e incluso insufribles.
Ahora bien, a lo largo de nuestras vidas experimentamos situaciones dramáticas y tan potentes cuya vivencia genera consecuencias psicológicas que impiden o dificultan excesivamente nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, el vivir o ver un accidente, la violencia intrafamiliar o de cualquier otra persona, abuso sexual, violación, amenazas, una catástrofe, una muerte violenta de un ser querido, enfermedad fulminante, etc.
Trastorno de estrés postraumático
Como se señala más arriba, algunas situaciones abruptas y agresivas pasan a lo largo de nuestras vidas o somos testigos de ellas. Dichas vivencias pueden generar alteraciones altamente significativas en nuestro diario vivir. El trastorno postraumático puede provocar pesadillas relativas al evento, recuerdos involuntarios, dificultad de evocar los detalles del suceso sintiendo “lagunas de memoria”, altos niveles de ansiedad y angustia, respuestas con sobresaltos; síntomas de crisis de pánico como aumento de la frecuencia cardiaca, sudoración corporal, entumecimiento, sensación de parálisis, sentir que se vive una situación de irrealidad, habitar un lugar cotidiano y sentir que es nuevo, sentir que no se es uno mismo, sensación de distancia, etc.; siendo todas manifestaciones que no ocurrían normalmente. Los síntomas pueden aparecer inmediatamente luego del acontecimiento, o bien hasta varios años después.
¿Cómo prevenir que este problema se vuelva patológico?
Es importante dar un espacio cotidiano que puede variar desde algunos minutos a un par de horas, en donde te permitas sentir lo que estás viviendo. La aceptación de las emociones es el primer paso, y sí, a veces nos enojamos con quienes más queremos, o la vida cotidiana se nos está yendo cuesta arriba; por tanto el encontrarnos con nuestro mundo privado nos permite conocer lo que nos afecta y el cómo nos afecta. Si bien, puede ser una acción bastante desagradable, la necesitamos para que no nos ocurra la bola de nieve de la sensación de vivir una serie de acontecimientos que significamos como negativos. La idea es poder tomar la(s) bolita(s) de nieve y no cargar con una que puede hasta quebrar nuestras columna, no?
¡Realiza actividades extraprogramáticas!, elige una actividad que sea de tu interés y ponla en práctica, es necesario tener un tiempo en nuestra semana para dedicarla a nosotros mismos. Por ejemplo, deporte, danza, alguna expresión artística, caminar, visitas a museos o actividades culturales, etc., ésta es tu oportunidad para darte un regalo.
Conversa: es importante que agotes esa experiencia emocional que te agobia, convérsala, quizás hay otra persona que haya pasado por lo mismo o esté en la misma situación que tú, a veces dividir las sensaciones de dificultad permite descargar lo displacentero y encontrarnos con un otro semejante a nosotros.
En cuanto al trastorno postraumático, deberías consultar una vez que percibes que una situación se vuelve agresiva u otra persona te está advirtiendo que alguien está siendo agresivo contigo, por ejemplo. Lamentablemente hay otras situaciones traumáticas que no podemos prever que nos sucedan, sin embargo, cuando ocurren debes consultar de inmediato para disminuir la posibilidad de desarrollar un cuadro agudo. A veces, podemos darnos cuenta que ello sucede sólo cuando los síntomas se han mostrado, en ese momento también debes acudir a un profesional que te brinde un tratamiento.
¿Cuándo consultar con un especialista?
Si bien puedes consultar a un psicólogo cuando quieras sin necesidad que estés viviendo una gran dificultad o un gran problema, hay un momento en el que los síntomas de estrés postraumático lo hacen imperativo. Por ejemplo, cuando sientes que todo se viene cuesta arriba, cuando te sientes solo o que no hay otra persona que entienda lo que sientes, cuando estás viviendo un peligro como situaciones de violencia o abuso o cuando sientas cualquiera de la sintomatología anteriormente presentada.
Tratamiento del Estrés
A veces los tratamientos elegidos son los fármacos, pero no te van a curar, sólo calmarán hasta cierto punto la manifestación sintomatológica. La cura está en la palabra dada y la que emerge durante la conversación rica en narrativas que transforman tu realidad.
El tratamiento más efectivo es a través de la psicoterapia, pues ésta permite encontrarte con tus emociones, con tu historia, con tus narrativas, con tu identidad. Si bien el ir a un psicólogo es en ocasiones difícil, a veces requerimos de una visión de un profesional que te muestre diversas formas de significar tu experiencia, de alguien que te brinde un espacio de expresión afectiva sin juicios, de un lugar seguro en donde puedes ser tú. Una de las manifestaciones del estrés es estar viendo una situación bajo sólo un punto de vista, como si existiera sólo un camino, sin embargo, un psicoterapeuta te puede enseñar varios, tú eliges cuál es el que te hace verdadero sentido.