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¿Cuál es el rol del ego en el sufrimiento psíquico?

Uegona de las grandes bases de la transformación y crecimiento personal radica en conocerse a sí mismo, pero generalmente alcanzamos a tener solo la idea de quienes somos basada en la forma en la que otros nos ven y que se va convirtiendo  en el espejo que nos dice cómo y quiénes somos, por lo tanto, terminamos valorándonos conforme seamos validados por los demás.

Diremos entonces, que el ego es la idea que cada uno tiene de sí mismo y que el sentido de valía que tiene el ego, está ligado en la mayoría de los casos con la forma como los otros nos valoran. Es decir, que el ego no constituye más que una idea, una ilusión, pero una ilusión que ejerce gran influencia.

El miedo es la emoción que moviliza al ego, guiado además, por la norma de mantener el control a su alrededor para sentirse seguro.

¿Qué es el ego y cómo lo identificamos?

Podríamos considerar al Ego como algo que está dentro de nosotros, controlando nuestra vida cotidiana, presionándonos para que mostremos una «buena imagen».

Si consideramos a alguien con «problema de ego” se podría tratar de una persona jactanciosa, egoísta, desdeñosa, vanidosa y, por lo general, desagradable, o también, la persona dedicada al odio, la malicia y la destrucción.

En esencia, el ego o esta idea que se tiene de uno mismo, supone una forma distorsionada de afirmar y vivir la existencia. A esta máscara social (el ego) le gusta la aprobación, quiere controlar situaciones y personas, y se apoya en el poder porque vive en el temor.

Todo comienza desde que somos niños en el seno familiar en la figura de la madre y el padre que son los que crean nuestro mundo, pero a medida que crecemos nuestro ego se vuelve complejo y nos vamos alejando de nuestro verdadero yo, dando paso a un “yo falso”. Dicha construcción no representa ningún problema pues nos han ayudado a desenvolvernos y relacionarnos con el mundo. Sin embargo, el ego basa nuestro bienestar y malestar en cuestiones ajenas a nosotros y por lo tanto en algo que no podemos controlar. Y es en este esquema donde se produce la base de todo el sufrimiento que nos rodea, pues nos creemos libres, cuando en el fondo nuestro bienestar depende de los demás. Es en este momento, donde le echamos la culpa al mundo de nuestro sufrimiento y vivimos constantemente creyéndonos víctimas de nuestra mala suerte o nuestro destino, cayendo así en un círculo vicioso del que nos sentimos atrapados y de difícil solución

A través del ego buscamos desesperadamente en el exterior nuestra felicidad. Es por ello, que nos cuestionamos, que es lo que nos hace falta para poder ser felices, proyectándonos de ésta manera en un futuro que solo existe en nuestra imaginación con ese objeto, sensación, circunstancia etc. que no tenemos en el ahora.

Las estrategias del ego: diferentes personalidades

El ego se caracteriza porque en su estructura esta formado por múltiples personalidades o personajes que de forma inconsciente, ha ido escogiendo según ha ido aprendiendo de su entorno y conforme a lo que le han enseñado para resolver un conflicto emocional, un comportamiento, un miedo, una sensación o un pensamiento. De ésta manera, dentro de nosotros en una situación concreta somos transformados en un personaje que interpreta su papel, ya sea nuestro “yo salvador”, “yo valiente”, “yo tímido”, etc..

Somos muchas personalidades a la vez y muchas máscaras y saber reconocerlas cuando están usurpando a nuestra verdadera personalidad es lo que nos permite desenmascararnos y poner a nuestro ego donde le corresponde, es decir, a nuestro servicio. Nuestro ego es realmente una voz en nuestra cabeza que toma mil caras distintas, pero no nos representa. No confundirlo y aprender a reconocerlo es el descubrimiento de toda una fachada que se cae de repente y que te muestra las cosas desde otra perspectiva, más sana y amorosa.

Auto-alimentación del ego.

El Ego supone una economía para las emociones y sentimientos hasta tal punto, que muchas veces prefiere protegernos de ellas y no lidiar con la carga energética que suponen, para lo cual necesita una fuente de energía para sobrevivir por sí mismo y realizar su función que es hacer que el ser humano “sobreviva”.

Cada sub-personalidad se alimenta de ciertas emociones o pensamientos generados en nuestra mente en situaciones difíciles y puesto que la mente no distinga de algo real que ha sucedido o imaginado, ésta se protege, como por ejemplo, tu parte cobarde se alimenta imaginando como te defiendes y ganas una pelea, tu parte víctima se imagina humillando a personas con las cuales se sintió inferior etc.

Estas proyecciones mentales tienen tanto poder que alimentan más y más esas personalidades nuestras y, en vez de hacerlas desaparecer, consiguen que tengan cada vez más fuerza. Por eso, cuando te des cuenta tú mismo que estás imaginando situaciones de este tipo, representaciones teatrales en las cuales eres el protagonista tienes al ego generando energía para sí mismo. El ego no tiene porque jugar ninguno de éstos papeles (“vengador”, “salvador”, “víctima”) el ego debe ejecutar nuestro rol social a partir de las instrucciones de nuestro yo interior, que siempre nos guiará con sabiduría si aprendemos a escucharle.

Trascender al Ego

La forma más efectiva de trascender al ego es siendo conscientes de nuestro ahora, dejando a un lado las proyecciones pasadas y futuras. De este modo, posicionamos al ego en una situación de incómoda (pero necesaria) aceptación de nuestro momento actual, porque lo que es ahora, es lo que es y no es modificable. Sin embargo y llegados a este maravilloso punto, la buena noticia es que el exterior no se puede cambiar, pero si podemos cambiar como nos afecte a nosotros y el primer paso para conseguir la transformación interior es practicar la desidentificación del ego, esto nos sitúa en un cambio de paradigma que nos obliga a experimentar y a crear experiencias reales.

El pasado y el  futuro, solo están en nuestra mente, no son reales, por lo tanto no son controlables. Aunque de lo que si podemos estar seguros es en el Ahora o momento presente. Esto al ego le incomoda muchísimo, porque normalmente no esta satisfecho con su situación actual y lo podemos identificar fácilmente cuando nos sorprendamos moviéndonos: en la queja, el victimismo, el juicio etc

El ego en su “buen hacer”, intenta protegernos de las experiencias todo lo posible, nos aleja de los “peligros” que otros dicen haber experimentado, creando de forma inconsciente una jaula que nos protege de supuestas posibilidades “negativas” encerrándonos en una burbuja de protección que nos aleja de  nuestro principio básico que es la creación de experiencias, o dicho de otra forma vivir la vida. Cabe destacar con todo esto que no quiero decir, que lo eliminemos o lo ataquemos, al contrario, al desidentificarnos de nuestro ego, es cuando conseguimos que no nos domine para poder emplearlo a nuestro favor en el único espacio tiempo en el que nos situamos: el presente.

Un comienzo, para construir nuestras verdaderas experiencias y vivir una vida auténtica.

Autor: Julieta Bustamante

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