Muchas veces te habrás preguntado cuál es el límite entre un consumo no problemático de sustancias y la drogadicción. El consumo de distintas sustancias tales como el alcohol y el tabaco son comúnmente conocidas como ‘drogas legales’ ya que se encuentran relativamente reguladas por las políticas actuales. Sin embargo, con el paso del tiempo estas han mostrado un fuerte incremento en el consumo de la población, al punto tal en que se han desarrollado consumos problemáticos, desencadenando distintos problemas de salud como lo son las enfermedades crónicas (problemas respiratorios, daños hepáticos, etc) y también directamente en adicciones. A su vez, tanto el alcohol como el tabaco pueden considerarse dentro de las sustancias con menor impacto en el desarrollo de las adiciones, sin embargo, el problema no radica en la sustancia misma y su carácter adictivo ya que en general, el uso, abuso y la adicción a sustancias se desarrollan de forma interrelacionada; es común observar que el consumo de sustancias se lleva a cabo en un conjunto de drogas capaces de lograr una sensación determinada en la experiencia de quien consume. Esto presenta una gran complicación, ya que aparte de las mezclas de drogas, el consumo se desenvuelve dentro de un contexto que corresponde a un estilo de vida en el que la droga toma el protagonismo.
¿Qué es la drogadicción?
En términos generales, la drogadicción es la necesidad permanente del consumo de una sustancia que altere el estado de conciencia de manera considerable, lo que trae consigo consecuencias como perder facultades mentales como lo son la memoria y también distorsionar los sentidos de la percepción. En este sentido, la persona vive envuelta en una dinámica en la cual no puede dejar de consumir, es decir, la droga se vuelve un elemento absolutamente condicionante en la vida de cada individuo, siendo incapaz de romper la estrecha relación que ha desarrollado con la droga en cuestión.
Seguido de lo anterior, la drogadicción corresponde principalmente a una dependencia tanto a nivel biológico como psicológico del consumo de una sustancia en particular, sea cual sea el efecto corporal y motivo personal bajo el cual se llega a consumir.
- Nivel biológico: por una parte, existe una necesidad de un cuerpo que está actualmente intoxicado en una sustancia debido que busca mantener su funcionamiento habitual, como lo ha venido haciendo desde que la droga se ha estado relacionando íntimamente con el organismo.
- Nivel psicológico: por otra parte está la necesidad o dependencia psicológica de la sustancia, lo cual apunta al modo en que la droga posee significancia para la persona en el sentido de que el individuo desarrolla un hábito tan dependiente de la misma, que se siente incapaz de sus propias habilidades para enfrentar diversas situaciones estando sobrio o lúcido, sin el efecto de la droga.
De esta manera, cabe destacar que las distintas sustancias que existen actualmente en el amplio mundo de las drogas, pueden caracterizarse por el efecto que provocan a nivel corporal y que también se adaptan a las búsquedas motivacionales de las personas que las consumen; los alucinógenos, estimulantes, analgésicos, calmantes, etc, cumplen con sus respectivas funciones, lo cual hace justicia en aquello que la persona logra ‘refugiarse’ al momento de consumirlas, con una determinada función y efecto en el cuerpo.
¿Cómo se llega a consumir y posteriormente generar adicción a las drogas?
El hecho de desarrollar adicción a las drogas implica los factores biológicos y los psicológicos, como se señaló anteriormente. En este sentido, resulta común la interrogante de qué lleva a consumir o cuáles serán las motivaciones al momento de hacerlo; para esto se deben considerar distintos aspectos importantes, ya que el acercamiento al consumo de sustancias puede estar vinculado desde diversas razones, como lo puede ser en primera instancia el consumo experimental. Este se caracteriza por el uso recreativo de sustancias ante contextos sociales de pares con los cuales se genera un sentido de pertenencia a un grupo social quienes desean explorar nuevas sensaciones. Sin embargo, es posible observar que este tipo de uso constituye a la entrada o punto de partida para el desarrollo de un consumo consolidado de sustancias, como lo es el consumo regular, donde se tiene un uso relativamente controlado del mismo en una estable presencia de la droga en la vida de la persona, pero sin traer mayores complicaciones. A su vez, el ir en creces o estar en una potencial expansión en cuanto a la frecuencia, cantidad y variedad de sustancias, puede desencadenar en un consumo de carácter problemático, lo cual finalmente puede derivar en drogadicción.
Considerando lo anterior, la interrelación entre el efecto corporal que causan las drogas y la motivación personal de llegar al punto de consumirlas, corresponde al factor principal para entender la manera en que se desenvuelve el uso de sustancias y posteriormente una adicción a las drogas. Resulta ser que el consumo de distintas sustancias se lleva a cabo en una dinámica circular de funcionamiento entre estos dos factores, donde se encuentra a la base principalmente el componente emocional.
Las emociones constituyen a un referente de cómo funciona el mundo y carga de significado la existencia del mismo para cada persona, de manera única; las emociones se registran como activaciones espontáneas del cuerpo (por ejemplo, en el estrés se agudizan los sentidos y se aceleran los latidos del corazón, etc), por lo que el hecho de estar permanentemente relacionándonos con el resto del mundo mediante el propio cuerpo como instrumento de adquirir experiencia y conocimientos; son los cambios corporales y la emocionalidad asociada que brinda la referencia acerca del mundo para cada quien.
De acuerdo a lo anterior, el atravesar una situación compleja en términos emocionales tales como la ansiedad y depresión llevan a las personas a recurrir a distintos métodos para evitar o dejar de sentirse así. Tal como es en la terapia farmacológica, los medicamentos están diseñados principalmente para estabilizar a nivel orgánico el modo en que el cuerpo se desenvuelve ante situaciones específicas, lo cual siempre debe estar regulado por el control de un profesional. De esta manera, el resto de las sustancias comprendidas en el mundo de las drogas cumplen con la misma labor de disminuir o aumentar el funcionamiento específico del organismo, lo cual muchas veces se lleva a cabo sin considerar las consecuencias del efecto que trae consigo la sustancia, y que generalmente causan un nivel mucho mayor al que el cuerpo alguna vez se ha enfrentado.
La importancia de una contención profesional en el tratamiento de la drogadicción
En vista y consideración de lo señalado anteriormente, es posible afirmar que el uso y posterior abuso y/o adicción a las drogas se fundamenta a lo que comúnmente se identifica como ‘evadir el problema’. Si bien, el consumo de sustancias supone una experiencia al límite de lo que aguanta el organismo a nivel toxicológico, trae consigo la motivación de querer vivenciar la realidad de otra manera, como también evadirla mediante esta auto – destrucción; ambas suponen un anhelo de transformar la realidad en la que se desenvuelve la persona en el día a día en virtud de una disconformidad tal que incita al uso de sustancias para poder, desde la experiencia individual de ser uno mismo, vivirla de forma diferente.
De esta manera, el apoyo desde una perspectiva profesional que pueda acoger y orientar el trabajo emocional de quien se encuentra en la fase de no poder convivir ni asimilar aquello que le está sucediendo, resulta ser de suma importancia; se requiere de una figura que pueda acompañar el camino de cada quien hacia una perspectiva de reconciliación con la realidad en la que se encuentra la persona inmersa, como también en el desarrollo de las habilidades y desarrollo personal capaz de hacer frente de manera responsable a la etapa o proceso vital que para alguien adicto resulta inconcebible.
Esto último, desde un trabajo terapéutico y principalmente desde el ámbito de la psicoterapia, como desafío para el psicólogo/a a cargo, sin embargo, en el caso de la drogadicción se vuelve estrictamente necesario el desarrollo de un trabajo conjunto de un equipo multidisciplinario, quienes en virtud de lograr una re-vinculación con la realidad de cada quien, se trabaja paralelamente en los distintos aspectos a cubrir en las vías del tratamiento hacia el bienestar. Por ejemplo, la existencia de un médico general para monitorear los ritmos vitales mediante el proceso de desintoxicación, de un psiquiatra para contener lo que son los síntomas derivados del síndrome de abstinencia, y de un psicólogo en el acompañamiento de un proceso psicoterapéutico, etc.
Las redes de apoyo y la intervención temprana resultan ser fundamentales en la prevención y el tratamiento de la drogadicción, ya que de no ser abordada de manera correcta ni en el tiempo indicado puede traer consigo consecuencias mucho más graves que las que ocurrieron anteriormente debido al consumo de sustancias: puede ser fatal y acabar con la vida de una persona, al no resistir orgánicamente el nivel de toxicidad que circula por el cuerpo. De acuerdo a esto es posible observar la evidente dificultad que trae consigo el camino de la desintoxicación, ya que según se mencionó recientemente, la dependencia de la o las sustancias poseen un rol fundamental en la condición de salud y de vida en la que se encuentra y desenvuelve la persona. Se torna una condición de vida en la que el propósito de la misma se vuelca sobre consumir y la incansable búsqueda de permanecer en el estado que la droga le brinda a cada quien que la ingiere.