Sin sistema inmunitario nos quedaríamos sin escudo de protección.
Si la piel nos protege por fuera, el sistema inmunitario lo hace por dentro. Por eso, siempre está atento a los cuerpos extraños como bacterias, virus y hasta las células cancerosas.
El estrés debilita este escudo y nos deja a merced de enfermedades que pueden llegar a convertirse en graves si nos las atendemos a tiempo.
Para comprender cuál es la relación entre sistema inmunitario y estrés definamos antes al primero.
¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta adaptativa natural y necesaria en la que el cuerpo se pone en un estado de tensión física y emocional.
Su finalidad es prepararnos para afrontar un reto que se sale de lo común, de aquello que pudiera parecernos sencillo de lograr.
En la antigüedad, el humano vivía altas cuotas de estrés, pero de muy corta duración que estaban adaptadas para defenderse de los depredadores, enemigos y cazar.
Conforme la humanidad avanzó, las verdaderas situaciones para vivir estrés han disminuido.
Ya no hay grandes depredadores que puedan atacar nuestra integridad, sino que, la gran mayoría de nosotros, tiene una vida que pudiera tildarse como cómoda.
Pero esto es solo una interpretación de lo que sucede porque hemos sustituido el estímulo que nos hace sentir estrés por otros más cotidianos: el trabajo, los estudios, la economía, entre otros.
En otras palabras, tenemos una respuesta adaptativa excesiva para situaciones que ya no se dan.
El precio de esta situación lo pagamos con nuestra salud, e incluso, con la adopción de hábitos que son dañinos para nuestra salud: ingerir comida rápida, consumir licor, cigarrillos y otras drogas.
Estrés y enfermedad
En situaciones de estrés somos más propensos a sufrir infecciones.
La razón básica de esto es que el cortisol, la hormona del estrés, inhibe la eficacia del sistema inmunitario. Para ser más específicos, reduce los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco.
Además, el estrés se relaciona con dolencias aparentemente menores como el dolor de cabeza, la gripe y con otras de mayor gravedad como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, asma y la gastritis.
El estrés también aumenta los niveles de colesterol en sangre, lo cual desencadena la acumulación de partículas de colesterol y la formación posterior de coágulos de sangre y la oclusión de las arterias.
La explicación de este fenómeno radica en la acción que ejercen la adrenalina y la noradrenalina sobre la liberación de ácidos grasos libres.
La presión arterial también aumenta. Cuando esto es sostenido en el tiempo, se producen pequeñas lesiones en las paredes de las arterias y el colesterol, que ya tiene niveles aumentados, queda atrapado en estas lesiones.
¿Cuál es la relación entre estrés y sistema inmunitario?
Tal como ya lo mencionamos, el sistema inmunitario puede estar disminuido durante un corto periodo sin que ello resulte peligroso.
De hecho, es lo que pasa cada vez que tenemos estrés durante lapsos cortos.
Sin embargo, cuando esto se hace crónico el cuerpo queda vulnerable a enfermedades e infecciones.