Cuando hablamos de trastornos de la alimentación, tanto la bulimia y la anorexia nerviosa son menciones frecuentes.
Ambos trastornos coinciden en que se refieren a formas no saludables de perder peso.
Sin embargo, existen diferencias esenciales entre ambos conceptos. Incluso, es posible que una persona tenga ambos al mismo tiempo.
Con respecto a la anorexia, es importante destacar un hecho común: las dietas extremas.
Cuando alguien se pregunta cuál es la diferencia entre bulimia y anorexia nerviosa, esta es una característica muy resaltante porque quien la padece puede llegar al grado de la desnutrición e incluso la muerte.
También puede que algunas personas que padezcan anorexia se ejerciten de forma excesiva, lo cual, combinado con la desnutrición que acarrean, le ocasiona desmayos y otros efectos adversos.
Además, puede que también tenga capítulos en los que vomita o toma laxantes para perder peso.
En la bulimia, por su parte, el principal rasgo diferenciador son los capítulos de atracones seguidos por episodios de vómitos autoprovocados o del uso de laxantes para, al menos en teoría, eliminar estas calorías ingeridas.
Características de la Bulimia
Aunque algo que suelen compartir ambos trastornos es el perfeccionismo u obsesión por complacer a los demás, en la bulimia, la tendencia es distinta.
Por ejemplo, en un estudio publicado en 2016, se encontró que las personas con bulimia tienen más posibilidades de :
- Tener padres con altas exigencias
- Una adolescencia con antecedentes de sobrepeso
- Crecer en familias en donde muchas conversaciones giraban en torno al fitness
Síntomas de la bulimia
Los rasgos de comportamiento más evidentes son:
- Comer de forma frecuente y en exceso
- Esconderse para comer por temor a ser descubierto y desaparecer cualquier evidencia de haber comido (empaques, cajas, platos sucios, etc.)
- Tener la garganta y el cuello inflamados
- Sentir ardor en el tracto digestivo superior, principalmente en el esófago, esto como producto del reflujo de ácido gástrico que sube cada vez que ese vomita.
- Problemas frecuentes de salud bucal, específicamente, desgaste del esmalte dental, producto también del ácido que sube cuando se vomita
- Deshidratación severa
Características de la anorexia nerviosa
Aunque el tipo de cuerpo no tiene relación directa con la anorexia, sí es común que en este caso se pierda peso más rápido.
Si en la bulimia la característica más llamativa es la ingesta descontrolada de alimentos para luego provocarse el vómito, en este caso el rasgo principal es la restricción excesiva de la ingesta de alimentos.
En cuanto a las personas que la padecen, la tendencia es considerablemente mayor en personas del género femenino, específicamente adolescentes.
No obstante, en el género masculino se observan cada vez más casos de anorexia nerviosa.
Síntomas de la anorexia nerviosa
Los más destacables son:
- Pérdida de peso frecuente
- Evitación de las comidas o ingestión de muy pocas cantidades
- Fijación excesiva en su peso
- Estreñimiento
- Uñas y cabellos quebradizos
- Desarrollo de anemia
- Pérdida de la menstruación
- Fatiga y debilidad
Diagnóstico
Saber de forma exacta cuál es la diferencia entre bulimia y anorexia nerviosa no es un asunto de una prueba objetiva.
En otras palabras, no hay forma precisa de determinar en minutos si se trata de uno u otro trastorno.
Por ejemplo, no hay una prueba de sangre o una radiografía que señale cualquiera de los trastornos antes descritos.
De hecho, el diagnóstico de la bulimia o de la anorexia nerviosa pasa por la colaboración de los familiares y otros seres queridos, pues son ellos los que, con base en sus observaciones van a dar mayores pistas de lo que le sucede a la persona que asiste a consulta.
En el caso de la anorexia, si el especialista tratante considera que se trata de anorexia, entonces trabajará para diagnosticar de qué tipo se trata: si aquella en la que se restringen la ingesta de comida (restrictiva) o la que implica exceso de comida y posterior purga (purgativa).
La franja temporal que se usa como referencia es la de los últimos 3 meses.
Si en este período ha sucedido de forma recurrente algunos de los capítulos de restricción o purga que ya mencionamos, hay un indicador considerable de anorexia.
En la bulimia se usa un patrón temporal similar, pero se analiza la evidencia de atracones y conductas compensatorias que sucedan al menos una vez a la semana.
Dar con el diagnóstico adecuado puede resultar complejo y hasta un desafío porque las personas con estas conductas suelen hacer todo lo posible por “normalizarlas”, porque permanezcan “ocultas”.
Aun cuando una persona sepa que está enferma, se ve paralizada por su miedo a subir de peso y tiene dificultad para modificar aquello que le está haciendo daño.
Por eso es fundamental el apoyo de los seres queridos, sobre todo si se trata de niños y adolescentes.
De hecho, los miembros de la familia pasan a formar parte del proceso terapéutico.
Tratamiento
A pesar de la diferencia entre bulimia y anorexia nerviosa, hay formas de abordaje en común. Entre ellos destacan:
- Asesoramiento en materia de nutrición para fomentar que se corrijan los desequilibrios y lograr un peso saludable.
- Tratamiento médico para corregir los desórdenes fisiológicos como anemia, reflujo gastroesofágico, etc.
- Grupos de apoyo que sirvan de motivación y contención.
- Terapia especializada con enfoque clínico (es vital que no se confunda con charlas motivacionales, coaching o tendencias similares. En el enfoque clínico se trabaja con base en evidencias)
- Medicamentos y técnicas para el control de la ansiedad.
- De ser necesaria, la hospitalización temporal no está descartada de ningún plan de tratamiento.
Conclusión
Aunque haya una diferencia entre bulimia y anorexia nerviosa, ambos trastornos pudieran llegar a ser mortales y no son un tema que se deba tomar a la ligera.
Todo lo contrario. Quienes estén alrededor de personas que estén pasando por esta situación no deben hacer comentarios minimizando o restándole importancia a lo que sucede.
Recordemos que no se trata, al menos no para todos, de un asunto solo de voluntad. En este caso, como en el de tantos trastornos, querer no es poder.
No se debe presionar para que haya resultados rápidos. La paciencia y la constancia son grandes aliados.
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