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Bulimia: indicadores, síntomas y tratamiento

bulimia nerviosa

En la actualidad, es común escuchar acerca de bulimia y anorexia y del acelerado ritmo en que aumentan los desórdenes alimentarios (TCA o trastornos de la conducta alimentaria). Uno de los trastornos más prevalentes hace referencia la Bulimia Nerviosa, la cual se caracteriza por la búsqueda de un estándar de belleza -principalmente en mujeres adolescentes- que llegan a métodos extremos en sus pautas alimentarias. Con el fin de llegar a alcanzar dicho estándar se recurre a eliminar los alimentos que se ingieren por medio de las purgas o vómitos con el fin de bajar de peso. De este modo, la bulimia posee una dinámica particular en la rutina alimentaria que consta de dos partes:

    1. La persona realiza un atracón de comida que consiste en ingerir alimento en grandes cantidades motivada por una actitud impulsiva, perdiendo control de sí misma al enfrentarse a la comida. Esto trae como consecuencia una sensación corporal de malestar, mientras que emocionalmente se experimenta culpa.
  1. La persona realiza una conducta que busca compensar de alguna u otra manera la gran ingesta calórica que lleva consigo el atracón de comida, por lo que se recurre a la práctica del vómito para poder tratar de eliminar y no asimilar metabólicamente lo que se ingiere (no engordar).

El Diagnóstico de la Bulimia

bulimiaPara confirmar un diagnóstico de bulimia a un consultante que reúne los indicadores de trastorno alimentario, los profesionales médicos a menudo necesitan evaluar distintas condiciones que resultan mostrarse como efectos secundarios a la práctica de los atracones y purgas. Estos efectos secundarios van variando según el período que la persona se encuentre llevando a cabo estas prácticas, como también la regularidad e intensidad de las mismas, siendo posible identificar una serie de señales físicas. Por ejemplo, en este trastorno con frecuencia es posible ver una irritación de las vías respiratorias producto de los vómitos, al igual que un desgaste considerable en el esmalte de la placa dental, descalcificación y desnutrición debido a la interrupción en la absorción de nutrientes, entre otros.

La relación que las personas que llevan a cabo estas prácticas tienen con la comida, muchas veces genera un efecto inverso en cuanto a lo esperado y finalmente se van adquiriendo más kilos en vez de perderlos. En este sentido, es posible observar que quienes se enfrentan a la Bulimia pueden ser de contextura normal e incluso mayor a lo esperado o con sobrepeso.

El camino que acompaña la búsqueda incansable de lograr un estándar de delgadez se caracteriza por la vivencia de distintos e intensos estados emocionales tales como la ansiedad, culpa y frustración, lo cual envuelve a la persona en un círculo o loop sustentado en estos estados emocionales de forma permanente. Sin embargo, es en este aspecto donde la labor terapéutica cobra relevancia, ya que el foco de tratamiento debe orientarse hacia aquello menos evidente sobre las personas que se encuentran dentro del espectro de este trastorno, es decir, de qué manera se logra llegar al uso de estas prácticas dañinas en las rutinas alimentarias de cada quién.

El desafío del tratamiento de la Bulimia Nerviosa

Al considerar el abordaje de la bulimia desde una perspectiva terapéutica, cobra vital importancia develar la manera en que la persona que se enfrenta al trastorno lleva a cabo su relación con la comida y su propio cuerpo. Como primer acercamiento, se hace necesario generar una conexión en el modo en que la persona se relaciona con la comida según la manera en que sus necesidades, tanto biológicas como emocionales, se ven envueltas en una dinámica que le lleva a desarrollar estas prácticas de alteración en la rutina alimentaria. Cabe señalar que el o la protagonista de este trastorno casi siempre se encuentra en pleno conocimiento de lo poco saludable y perjudiciales que son sus prácticas, pero de todas formas las continúa realizando.

De acuerdo a lo anterior, el trabajo terapéutico debiera consistir en un acompañamiento al consultante donde se pueda ir en búsqueda de ciertas respuestas en un marco comprensivo de cada quién, sin presentar un modelo o pauta de intervención previamente determinada.

Esto quiere decir que el trabajo del psicólogo se sustenta en que los motivos que lideran o desencadenan este tipo de sintomatología son únicos para cada quien, ya que la vivencia de las emociones y experiencias son únicas e irrepetibles, generando un impacto y un registro en la vivencia de cada persona de manera individual.

El rol del terapeuta, en este sentido, es el de un investigador que se dirige a comprender el contexto en el que se desenvuelve la persona en la actualidad, en virtud su propia historia personal y la manera en que ha venido desarrollándose a lo largo de su vida, identificando qué es lo que hace que en este punto o capítulo de la vida el consultante se encuentre enfrentando una sintomatología de estas características.

¿Cuándo es necesario pedir ayuda profesional?

El desarrollo de una sintomatología de este carácter resulta ser sumamente delicado, por lo que es de vital importancia acudir a un especialista que controle los índices de salud, junto con llevar a cabo un tratamiento terapéutico. De esta manera, el apoyo y psicoeducación del entorno familiar y social de los consultantes también cobra relevancia, ya que los distintos estados emocionales por los cuales atraviesa la persona que se enfrenta a la bulimia resultan ser sumamente incomprendidos por el resto, reduciéndose en conductas que finalmente perjudican el proceso de quien está buscando ayuda.

Como es sabido, las personas que se enfrentan a la bulimia son conscientes de lo perjudicial que las prácticas en la rutina alimentaria le están provocando, por lo que el tratamiento desde la medicina necesariamente debe ser acompañado de un proceso de terapia psicológica. Es en esta instancia donde se puede trabajar los aspectos anteriormente mencionados, abordando una mirada hacia la emocionalidad en virtud de la manera en que la persona se viene desenvolviendo en la práctica misma de vivir y los puntos de la historia personal que orientan y generan un marco comprensivo acerca de la manera que tiene cada quien para hacer frente a distintas situaciones de impacto vital y que en el presente le han llevado a desarrollar una dinámica frente a la práctica de la alimentación.

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