A medida que los años pasan, los casos de bullying aumentan considerablemente; siendo uno de los objetivos de preocupación más grandes que un padre o una madre puede tener al enviar a su hijo por primera vez a la escuela. Muchas personas adultas de hoy, cuando eran pequeñas, sufrían bullying y no recibían ayuda; y eso, aunque pase un poco desapercibido, puede dejar resto y destrozos en los sentimientos y crear inseguridades en todos estos adultos; inseguridades que, posteriormente, es transmitida a sus hijos logrando de esta misma forma que el ciclo se repita.
Antes hemos hablado de la importancia que tiene el reconocer tus propias creencias. Saber que lo que haces a diario es producto de un montón de creencias y hábitos que, bien sea por el paso del tiempo o por la forma en la que te han criado, han estado dentro de ti desde tiempos que no recuerdas. La cuestión es que, esta historia no acaba allí; al igual que tú lo hiciste con tus padres, tu hijo también adquirirá tus creencias y la mayoría de tus hábitos a temprana edad; esto porque eres su modelo a seguir. Por supuesto, existen excepciones en las que el infante no sigue realmente a sus padres, sino que desarrolla más admiración por otra figura; puede ser un hermano mayor, un tío o su abuela. El niño adquiere sus creencias y hábitos sin importar si son los más acertados o no.
En el entorno social en el que vivimos desde muy pequeños, nuestras relaciones sociales son un tanto delicadas. Aprendemos desde muy chicos a cuidar nuestra imagen frente a los demás por dos razones; la primera, por miedo a lo que ellos puedan decir de nosotros. La segunda, porque desarrollamos amor propio y entendemos que vernos bien, es sentirnos bien. Muchas personas pueden confundir ambos polos o caras de la misma moneda; pero sí que tienen una diferencia bastante notable. Cuando crecemos con el miedo de lo que los demás piensen sobre nosotros; podemos llamar la atención de ciertas personas que desean sentirse superiores a otras. Estas personas pueden tener esta tendencia o problema psicológico por su propio pasado; pero esta vez no ahondaremos en ello, ya que es de bastante material para una siguiente entrada. La cuestión es que la víctima de esta persona termina indefensa; y por su propio miedo de la opinión ajena, no es capaz de contarle a nadie cómo se siente acerca del maltrato que está viviendo. Si eres padre, está demás decir que no quieres que esto suceda con tu hijo o hija. Así que lo mejor que puedes hacer es enseñarles desde muy pequeños a pedir ayuda en caso de bullying.
Sabemos que puede ser confuso e incluso complicado el saber cómo tratar y criar a tu hijo si no tienes asistencia profesional previa. Pero podemos decirte con total seguridad que lo que puedes comenzar a hacer es tratar a tu hijo como un amigo desde muy pequeño; un amigo que necesita aprender sobre la vida. Te preguntarás entonces: ¿Por qué como un amigo? La respuesta es muy sencilla. Desde cualquier punto de vista que tengas, criar a tu hijo o hija como la mayoría de las personas lo hacen (como si fueran de su propiedad) no es lo mejor que puedes hacer; su salud mental se ve comprometida cuando él o ella crece con la sensación de pertenecer a alguien.
El sentido de pertenencia mal habido no ayuda en caso de bullying
Cuando sientes que le perteneces a alguien, automáticamente sueltas el timón de tu vida y te dejas llevar absolutamente por esa otra persona; y cuando somos niños, es mucho más fácil abandonar ese timón que desde un principio no nos han enseñado que es nuestro. Debemos enseñarle a nuestros hijos la importancia de valerse por sí mismos; que entiendan que somos un apoyo para ellos, pero no una muleta de la que deban apoyarse constantemente para estar bien. Quizá pensemos que está bien hacer que nuestro hijo nos deje todos sus problemas para que lo resolvamos siempre que lo necesite; pero recuerda que tu hijo no siempre será un niño. Cuando crezca, ese niño que acostumbró toda su vida a dejar sus problemas y responsabilidades a alguien mayor, comenzará a encontrarse con conflictos básicos de resolución de problemas a los que tuvo que haberse enfrentado cuando era niño. Que le enseñemos a nuestros niños a pedir ayuda en caso de bullying está muy bien, pero no debemos cruzar la frontera entre pedir ayuda y depender de ella. Esto es muy importante no sólo para la situación actual que atraviesa nuestro hijo o hija, sino para su desarrollo general.
En caso de bullying, nuestro hijo o hija puede acudir directamente a un profesor o persona adulta; incluso puede acudir a nosotros mismos para que tomemos carta en el asunto de forma oficial y con los organismos directivos de la institución. Entendemos la necesidad y la tendencia paternal a proteger a nuestros hijos, pero debemos ser fuertes con nosotros mismos en ciertos momentos para que nuestro hijo o hija aprenda a que debe valerse por sí mismo y por consiguiente desarrolle habilidades personales para evitar o manejar este tipo de conflictos. De esta forma logramos dos tareas con el mismo esfuerzo de una. Por un lado hacemos que nuestro niño o niña gane más confianza en sí mismo, se sienta más seguro de sus decisiones y aprenda a afrontar problemas desde muy pequeño; y por otro lado también nos deshacemos de la dependencia que pueda tener hacia nosotros, de esta forma hará falta que nos pidan ayuda en caso de bullying, ellos mismos sabrán que hacer.
Si logramos que nuestro hijo o hija no dependa de nosotros para las situaciones que no lo ameritan realmente, le haremos un bien excepcional. Si lo hacemos correctamente puede que gracias a la forma en la que haya desarrollado su forma de ser y su autoestima, no se vea sumergido en problemas de bullying con otros compañeros, ya que tendrá la capacidad suficiente para darse cuenta de que el que pretende molestarlo o molestarla no es un problema sin que él o ella decida que lo sea; en otras palabras, también le estaremos enseñando sobre el correcto manejo y decisión de su realidad; se dará cuenta de que las cosas son lo que son dependiendo de su percepción y su decisión. La definición de lo que nos rodea nos pertenece. Sin embargo, si tu hijo o hija sigue siendo propenso al bullying, puedes acercarte y decirle que no tema en contarte lo que le molesta. Debes presentarte decidido ante él o ella, y muy pasivo; para que no piense que puedes volverte en su contra si te cuenta algo que puede que no te parezca. Sea como sea, el apoyo hacia tu niño o niña es incondicional para que tenga un crecimiento estable y no se deje afectar por personas que, en algún momento de su vida, quieran pasar por encima de ellos. De esa forma no tendrán que pedir ayuda en caso de bullying, sino que podrán enfrentarse ellos mismos a las situaciones que los amenazan.