La gran mayoría de nosotros, a menos que se tenga alguna patología incapacitante, estamos destinados a pensar.
Vivir sin hacerlo es imposible porque, aun cuando se trate de algún pensamiento sobre asuntos triviales como cerrar la puerta o ponerse perfume, pensamos.
Hasta aquí no hay mayor novedad.
Es la forma en la que pensamos la que nos atañe en este caso.
Si estás leyendo esto es porque te interesa saber el porqué de un pensamiento rumiativo o recurrente y cómo abordarlo para tener una mejor calidad de vida.
Veámoslo.
¿Qué es un pensamiento rumiativo o recurrente?
En este caso usamos el término “rumiativo” y el término “recurrente” como iguales, pero sobre esto no hay un acuerdo específico que permita distinguirlos con claridad.
Por tanto, nos referiremos de forma indistinta a este asunto.
Un pensamiento rumiativo es aquel que se da de forma reiterativa y el concepto nace como parte del trabajo de la psicóloga estadounidense Susan Nolen-Hoeksema, quien se dedicó a investigar la correlación de las estrategias de regulación del estado de ánimo y la depresión.
El enfoque principal de su investigación recayó sobre lo que ella llamó rumia (inspirada en la forma en que los rumiantes mastican una y otra vez sus alimentos).
Lo que diferencia a un pensamiento rumiativo de uno que solo es recurrente es que el primero está asociado a algo negativo, a la visión de que algo malo pudiera suceder.
Más adelante veremos ejemplos específicos.
¿Cómo detener (o disminuir su impacto) un pensamiento rumiativo? 10 claves
1.Descubre tus desencadenantes
Aunque este no es un paso sencillo porque, si algo tienen este tipo de pensamientos, es que te hacen perder el foco de lo demás (si no no se llamarían así), sí es importante que te tomes una pausa y tomes nota del lugar en donde suceden, de lo que los antecede o si están asociados a una personas específica.
Cuando conoces el contexto en el que se da una situación que te afecta o lo emocional, es posible valorar alternativas relacionadas, justamente, con él para obtener resultados distintos.
2. Realiza una acción que te cambie el foco
Para hacer esto es importante que tengas un plan claro o, cuando menos, una serie de escenarios planificados.
Por ejemplo, si estás teniendo un pensamiento rumiativo, contempla acciones como llamar a un amigo, salir a dar un par de vueltas, dibujar o cualquier otra idea en la que puedas poner el foco, salvo aquellas que impliquen comida, cigarrillo o café.
Es importante que no sustituyas el foco en el pensamiento rumiativo por algo que después se convierta en un problema.
3. Escribe un plan para solucionar lo que causa el pensamiento rumiativo
En el mismo momento en que estés teniendo el pensamiento escribe un plan.
Puede que el mismo no sea la solución a aquello que lo causa, pero te mostrará que hay alternativas.
Si llegar a reunir varios planes, podrás estar más cerca de la solución.
4. Si tienes un plan, ejecuta
No tienes que ejecutarlo todo, pero es importante que lo inicies.
Esto te dará la prueba de que el pensamiento en cuestión no es para siempre, pues si haces algo para resolver lo que lo origina, es porque tiene solución.
5. Cuestiona el pensamiento
A veces creemos que las situaciones que nos afectan de forma negativa son para siempre. Y no es así.
¿Qué pasaría si esto que estás viviendo es en realidad muy fácil de resolver?
¿Cuál sería la solución que lo resolvería todo enseguida?
¿Qué te impide ejecutarla? ¿Es algo del entorno? ¿Es tu responsabilidad directa?
Cuando cuestionamos una idea, damos pie para que aparezcan nuevas rutas, nuevas formas de pensar y actuar.
A veces lo más sencillo, solo está a la espera de que le quitemos el velo que lo cubre.
6. Evalúa exhaustivamente las metas en tu vida
¿Piensas repetidamente en todo lo que “tienes” que lograr?
Ten cuidado con la forma en que planteas tus metas y qué tan realistas son.
A veces tenemos metas que rayan en el perfeccionismo y esto hace que nos obsesionemos.
Esta obsesión por lograrlo todo en un periodo determinado o porque sea perfecto hace que los pensamientos rumiativos aparezcan con facilidad.
Evalúa y reajusta. Mereces vivir en bienestar, no estás en una carrera contra el tiempo.
7. Reflexiona acerca de tu autoestima
Piensa por un momento en el siguiente escenario:
Tienes en frente a dos personas con la misma situación.
Uno de ellos tiene una autoestima más sólida y tiene un mejor autoconcepto de sí mismo. Sabe y siente capaz de afrontar un abanico superior de situaciones en su vida.
Por otra parte, tienes a otra con muchas dudas acerca de sus capacidades con una autoestima frágil.
¿A quién ves con mayores posibilidades de tener pensamientos rumiativos?
A la segunda sin duda.
Si la reflexión acerca de cómo te valoras no es suficiente, agenda una sesión con tu psicólogo de confianza.