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¿Cómo podemos sanar el vínculo con nuestra madre?

Cuando hablamos de ser respetados y poner límites como práctica sana en las relaciones no se excluye el vínculo que se tiene con la madre. La sociedad suele decir que sea como sea una madre se debe valorar y colocar como prioridad, cuando en realidad no todas las madres respetan y cuidan a sus hijos. Por ello, debes saber que es posible vivir esta relación de distintas maneras y abordar las heridas que se han creado por ciertas carencias o actitudes que la figura materna ha tenido.

El vínculo con la madre 

El vínculo con la madre

El vínculo materno se establece desde el momento de la concepción y representa la relación más significativa debido a que los primeros años de vida son los de mayor peso para el desarrollo del apego, la personalidad y la determinación de la manera de relacionarnos. Es decir, la manera en la que influye abarca la percepción de tu sobre el propio cuerpo, las parejas que se eligen y las dinámicas que se dan e incluso la economía.

 

En este sentido, se pueden dar lazos sólidos de conexión y respeto durante la crianza, donde los hijos pueden sentirse acompañados en sus necesidades y crecen seguros de sí mismos, siempre y cuando la madre establezca límites sin necesidad de caer en el castigo físico o los gritos; o por el contrario tomando una actitud permisiva que no le permite al niño establecer hábitos saludables. 

 

Tanto el autoritarismo, como los chantajes y la sobreprotección dañan el vínculo madre-hijo y hacen que el niño crezca arrastrando baja autoestima e inseguridades, la ausencia o abandono necesidad por controlar todos los aspectos de su vida o extrema independencia y madres al contrario excesivamente controladoras de igual manera incrementan los niveles de ansiedad  y restan a su hijo la capacidad de afrontar situaciones cotidianas y resolución de problemas.

 

¿Para qué abordar los problemas en la relación con nuestra madre?

Las heridas causadas por la relación con la madre pueden afectar en distintos aspectos de la vida, no es necesario que ella cambie o se arrepienta de ciertas conductas para que puedas abordar este malestar, validar las emociones que sientes respecto a eso y modificar creencias distorsionadas que resulten desadaptativas para este momento de tu vida es parte del proceso personal que se puede llevar a cabo en terapia psicológica. En ocasiones se acude al psicólogo por otras razones, como problemas de pareja y estos en realidad tienen relación con activar dichas heridas en ciertos momentos y en ocasiones se generan discusiones o reacciones desmedidas. 

 

Sin embargo, las madres han sido a su vez víctimas, fueron criadas en un entorno familiar con sus propias dinámicas y fallas que sus propios vínculos primarios cometieron causando miedos e inseguridades. Tomar en cuenta esto es parte del proceso de perdonar y resignificar lo vivido, pero esto no minimiza el impacto que las carencias experimentadas han sufrido sus hijos.

 

5 aspectos importantes para sanar el vínculo con nuestra madre

Cuando se ha hecho conciencia de que algunas vivencias pasadas respecto a las actitudes maternas y cómo representan un conflicto dado que las respuestas o la manera actual de afrontar las cosas ya no te funciona, resulta confuso de qué manera se puede comenzar a sanar, pudiendo restablecer la relación de una forma más segura para tu integridad física y emocional. 

 

Establecer límites

En la mayoría de los casos se esperan cambios que no ocurren (en realidad nadie puede cambiar a otra persona, es esta por sí misma que necesita hacerse responsable) en el momento en que un hijo o hija, alcanzando la madurez suficiente, deja de intentar cambiar a mamá es cuando comienza a sanar.  

 

En este punto, para vivir la relación desde otra posición es necesario marcar límites para ser respetado, los cuales incluyen la manera de hablarte, opinar sobre aspectos personales y dejar atrás actitudes de control hacia ti. Todo esto puede comunicarse de forma asertiva pero firme sin permitir que se transgredan.

 

Comunicación 

En este punto aplica la manera de transmitir los límites, conversar temas cotidianos y generar reclamos o debatir, lo cual siempre debe hacerse de forma calmada y directa, dejar de suponer que la otra parte entiende lo que sentimos y comenzar a expresar y a consultar. Además de escuchar. Todo depende de la profundidad que se pueda mantener en la relación y de cómo se encuentre actualmente el vínculo, debido a que en casos de mayor daño emocional no se desea mantener comunicación (o sólo de forma espontánea y en espacios seguros). Una sana comunicación incluye: 

 

  • Liberarse de actitudes de control y detener las que ella tiene aplicando los límites.
  • Resolver las diferencias mediante el diálogo adulto.
  • Aclarar que tus preferencias de vida son distintas a las suyas mediante la mediación.
  • Ofrecer soluciones y treguas sobre determinados aspectos que puedan motivar conflicto.

 

Centrarse en actividades propias

Una parte esencial de valorarte, escucharte a ti mismo y a tu niño interno, es complacer esas necesidades de esparcimiento y cuidado personal: escuchar música, pintar, escribir u otra afición, caminar por un parque o tu sitio favorito. Enfocarte en tu propia vida y seguridad dejando atrás creencias relacionadas con el poco merecimiento de este tipo de disfrute refuerza la percepción de que eres capaz de decidir sobre tu vida reconociendo lo que te viene bien.

 

Tomar distancia

Cuando una relación madre-hijo se mantiene deteriorada durante años, la madre no toma consciencia de sus actos o no respeta los espacios del otro por ciertas condiciones que de ninguna manera se logra mediar es necesario tomar distancia física ya sea en un primer momento o de forma constante. 

 

Algunas personas optan por mudarse a otro espacio y la relación puede pasar a ser más llevadera, sin embargo, en otros casos no se logran reconciliar. Lo importante es considerar el bienestar propio y sus necesidades, analizando la relación sin su presencia persistente ya que en muchas ocasiones no respetan los límites y continúan queriendo condicionar cómo debes pensar o actuar.

 

En muchas culturas cortar relaciones con la madre es juzgado de forma indiscriminada, este mito debe de dejarse atrás y considerar que esta puede ser una opción temporal hasta que se llegue a una mayor estabilidad, se pueda dar un lugar a las emociones y se practique la solución. En algunos casos puede ser un paso doloroso y la culpa aflora, es parte del proceso y se llega a un balance entre la razón y los sentimientos.

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