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Juan Carlos Gallardo
Autor
Soy un ecuatoriano apasionado por el crecimiento personal y espiritual. A los 18 años, viví una experiencia que marcó mi vida: estuve perdido dos días en las montañas y logré salir gracias a unos rescatistas y mi fe. Esa vivencia me impulsó a nuevos caminos, ingresando a una empresa MLM donde llegué a liderar una red de 1500 personas, generando 8 millones de dólares en ventas y ganando 40 mil dólares mensuales. Sin embargo, cuando la empresa quebró, enfrenté grandes desafíos por casi cuatro años. Descubrí entonces la sabiduría de la Bioprogramación y los Poderes Mentales, herramientas que transformaron mi vida. Me gradué como Doctor en Metafísica Teológica bajo la guía del Maestro Fénix. Hoy, comparto esta sabiduría con millones de personas, revelando secretos ocultos por siglos para que todos vivamos en libertad, prosperidad y abundancia, como es nuestro derecho divino.
En el vasto panteón de las deidades, surge una figura que encarna la pasión y el deseo en su forma más pura: el Dios del Sexo. Con una presencia magnética y una belleza que trasciende lo humano, este dios irradia una energía irresistible que despierta los sentidos y enciende las llamas del deseo. Su piel, de un tono dorado que brilla bajo la luz, parece estar siempre cálida al tacto, y sus ojos, profundos y misteriosos, prometen placeres inimaginables. Vestido con ropas etéreas que apenas cubren su esculpido cuerpo, el Dios del Sexo se mueve con una gracia hipnótica, cada gesto y movimiento una danza de seducción. Su voz, suave y melodiosa, es capaz de susurrar palabras que envuelven a los mortales en un trance de lujuria y éxtasis. Es el guardián de los secretos del placer, el maestro de la intimidad y el confidente de los amantes. En su presencia, los tabúes se desvanecen y las inhibiciones se disuelven, dejando solo el deseo puro y la conexión profunda. Adorado en templos ocultos y en rituales secretos, el Dios del Sexo es invocado por aquellos que buscan explorar los límites de la pasión y descubrir la verdadera esencia del amor carnal. Su legado es un recordatorio de que el placer es un regalo divino, una fuerza poderosa que puede unir almas y trascender lo mundano.
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En el panteón de la pasión y el deseo, surge un ser divino conocido como Eros, el Dios del Sexo. Con una presencia magnética y una belleza que trasciende lo humano, Eros encarna la esencia del erotismo y la conexión íntima. Su piel brilla con un resplandor dorado, y sus ojos, profundos y misteriosos, reflejan el fuego del deseo. Envuelto en un aura de sensualidad, Eros posee el poder de despertar los más profundos anhelos y de unir almas a través del placer. Su risa es un susurro seductor, y su toque, una caricia que enciende la pasión. En su presencia, el amor y el deseo se entrelazan en una danza eterna.
Este programa de En el vasto panteón de las deidades, surge una figura que encarna la pasión y el deseo en su forma m fue una experiencia enriquecedora, lo recomiendo.
Isabel Fernández
El curso de En el vasto panteón de las deidades, surge una fig me brindó herramientas prácticas que ahora utilizo para mejorar mi calidad de vida.
Rodrigo Sánchez
Gracias a este programa he logrado mejoras significativas en mi bienestar emocional.
Fabiola Luna