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Vivir el duelo: cuando no podemos dar vuelta la página

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«Se dice: loco de alegría. También podría decirse: cuerdo de dolor».
—Marguerite Yourcenar.


Vivimos en un mundo rápido, turbulento y lleno de responsabilidades. Un mundo que existía mucho antes de nosotros y seguramente lo hará hasta bastante después de que hayamos desaparecido. Se caracteriza por tener reglas y límites que le definen tanto a él como a nosotros a un punto en que nos es normal que existan situaciones y hechos de la vida cotidiana que en las cuales se espera que seamos de cierta manera y hagamos ciertas cosas en particular. Es lo que llamamos costumbres y no hay parte de la vida que esté libre de esta situación, dominando gran parte de lo que vivimos y somos al punto en que nos impone qué situaciones debiesen pasarnos y cómo debiésemos reaccionar ante ellas. La mayoría del tiempo esto se da con bastante naturalidad, pero, ¿qué sucede ante eventos cruciales como la muerte de un ser querido?

El duelo

Cuando hablamos de duelo solemos referirnos a la muerte de un ser amado o cercano, pero esta palabra se puede usar para dar cuenta de cualquier proceso en que vivamos una pérdida. Ya sea el fin de una relación importante, el despido de un trabajo o incluso un cambio de casa, todo cambio vivido como una pérdida puede desencadenar un proceso que, en la mayoría de los casos, acarrea importante sufrimiento.

Es un hecho que la vida cambia constantemente, ya sea por decisiones de cada uno o por eventos que se nos imponen. Esto significa que vivimos constantemente en proceso de duelo, ya sea de una relación, un cambio laboral o incluso de nosotros mismos con las tan conocidas “crisis de los 30, 40, 50”, cambio de estado civil, entre otros. Hay duelos que son más significativos que otros y ello depende de varios factores como su relevancia en la sociedad, su gravedad, y nuestra historia de vida. Ante esto es importante considerar que hay eventos que, aunque no parezcan importantes para los que le rodean, pueden ser causa de sufrimiento para usted si le es un duelo particularmente difícil de lidiar.

¿Qué debería esperar al vivir un duelo?

El duelo consta de cinco etapas, aunque estas pueden no darse siempre en el mismo orden o completas. Estas se denominan negación, ira, negociación, tristeza y aceptación. Se caracterizan por estar teñidas de ciertas emociones y acciones, además de no tener normalmente un inicio y fin claros antes del paso de cada una de ellas. Algunas pueden durar mucho más que otras, y la intensidad de las mismas va a depender de varios factores, siendo el más importante el apoyo del entorno del paciente.

Una de las características más usuales del duelo es la sensación de exasperación ante la propia emoción y experiencia, siendo muy común la pregunta “¿Cuándo voy dejar de sentirme así? ¿Cómo hago para que se me pase más rápido?” ante esto surge una de las características más esenciales para comprender el duelo, y es que requiere tiempo. ¡Qué importante es respetar el tiempo que necesitamos para vivir nuestro dolor y qué difícil parece eso en este mundo acelerado! Es sorprendente como, en la mayoría de los casos, al hacer el primer paso de aceptarse a uno mismo como un ser sufriente y permitirse el tiempo para sufrir, la angustia inicial disminuye considerablemente.

¿Cuándo es recomendable consultar?

Siempre es bueno pedir ayuda, incluso cuando se tiene la sensación de que el sufrimiento no ha llegado a un punto intolerable, pero se teme llegar al mismo. Una evaluación con ayuda de un profesional puede ayudar a comprender mejor la situación, en qué etapa se encuentra y considerar la calidad de ayuda que requiere para este proceso.

Además de la consulta cuando el evento es reciente, también se considera una consulta por duelo si, ya pasado más de un año o dos, la persona siente que no ha logrado “dar vuelta la página” ante el fallecimiento de un ser querido, lo cual en los casos más graves puede dar cuenta de un duelo patológico que requiere ayuda de un equipo de especialistas en salud mental.

Consideraciones finales

Es importante reiterar que cada persona es única y tiene una forma de vivir el dolor diferente de los demás. Por ende, puede pasar que la persona viva un proceso de duelo de una manera muy diferente a la que ella misma esperaba o a sus seres cercanos, lo muchas veces estará dentro de lo normal.

Además, siempre es beneficioso pedir la ayuda de un experto al sentirse en un estado de sufrimiento y confusión para poder tener una guía adecuada que se ajuste a nuestras necesidades.

Reitero la importancia del tiempo y, con ello, la paciencia. Querer apurar nuestro proceso de duelo suele llevar a que este se complique o cause más sufrimiento. “Tiempo al tiempo” dice el dicho popular que, en este caso, se aplica perfectamente.

En el caso del duelo por la muerte de un ser humano, existen muchas ideas populares y de “sentido común” que muchas veces no aplicarán a lo que realmente necesita cada persona para vivir un duelo sano. Estas ideas también pueden suscitar miedos o creencias que, en su mayoría, no son ciertas. Una de las más importantes es dar cuenta que “dar vuelta la página” y superar la muerte del otro no es lo mismo a “olvidarlo” ni “hacer como que nunca existió”. La terapia puede ser una excelente oportunidad para revisar en conjunto estos miedos y creencias, aliviando considerablemente el proceso de duelo.

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