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Esquizofrenia: más allá del control de los síntomas

crisis de panico

El tratamiento de la esquizofrenia debiera ir más allá del mero control de sus síntomas, primero debiera comprender que su génesis bio-psico-social no involucra sólo «visiones incorrectas de la realidad» que deben ser corregidas o inhibidas. Cuando en la clínica tratamos individuos afectados por cuadros psicóticos se hace muy claro que sus percepciones delirantes no son mera casualidad, sino que tienen que ver con la propia vida del individuo esquizofrénico.

En este sentido, si consideramos que no existe una «realidad objetiva», para todos igual, ¿Podría afirmarse que la esquizofrenia no necesariamente es un problema psicológico y que las visiones o audiciones psicóticas, si bien no son comunes al estándar social, tampoco son psicopatológicas? Ciertamente creemos que no. La esquizofrenia sí es un problema psicológico, pero no por el simple hecho de que sean percepciones que escapan del «juicio de realidad» de un individuo considerado normal, sino porque en la inmensa mayoría de los casos (por no decir en la totalidad), dichas percepciones son completamente perturbadoras para el individuo que las tiene (sin mencionar el efecto sistémico que trae en su entorno cercano).

Un tratamiento eficaz debe ir a la raíz del problema

En este sentido, consideramos que la esquizofrenia sí debe recibir un tratamiento, pero no cualquier tratamiento. Como ya dijimos, los cuadros psicóticos, en términos de sus contenidos alucinatorios, tienen relación con la propia vida del individuo esquizofrénico y en este sentido creemos que puede ser sumamente peligroso controlar los síntomas sin tratar el proceso que hay a la base de la causa de la esquizofrenia, ya que las alucinaciones la mayoría de las veces son recursos que, aunque limitados, excesivamente concretos y poco flexibles, son la mejor forma que tienen algunos individuos de sobrevivir en términos psíquicos.

Así, por ejemplo, una mujer esquizofrénica con su característica capacidad de abstracción reducida, que tenga un embarazo imaginario, puede estar compensando una necesidad psicoemocional mediante la idea delirante de que lleva en su vientre un niño real. A partir de ello, puede presentar todos los síntomas de la esquizofrenia vinculados a ese pensamiento, como náuseas, movimientos del vientre, antojos, etc. Si alguien le muestra las pruebas médicas que demuestren lo contrario, o bien pueden parecerle ridículas o bien pueden descompensarla, puesto que dicha idea ciertamente cumple en ella una función psíquica.

¿Qué pasa entonces cuándo el individuo esquizofrénico recibe tratamiento psiquiátrico basado en fármacos antipsicóticos cuyo objetivo es principalmente que recupere su «juicio de la realidad»? La respuesta a esta pregunta es compleja. Si bien un cóctel de fármacos puede ayudar a una persona a reinsertarse de modo más apropiado a la vida social y a evitar ciertas conductas que representen peligro para sí misma o para su entorno cercano, creemos que no resuelve todo el problema.

¿Puede la psicoterapia hacer desaparecer las alucinaciones en la esquizofrenia?

El objetivo final no debiera ser simplemente normalizar al esquizofrénico para reinsertarse en la sociedad, sino que tal como un sujeto «normal» que busca ayuda psicológica tiene como finalidad vivir una vida emocional más armónica y de mejor calidad, el individuo esquizofrénico tiene derecho a recibir un tratamiento que no sólo lo haga más apto socialmente, sino también un tratamiento que le permita desarrollar mayor flexibilidad psíquica y emocional de modo de poder tener una mejor calidad de vida.

La respuesta a esta pregunta depende mucho del tipo de terapia a realizarse y del estado en el que llegue el paciente. Si bien en principio no lo consideramos imposible, generalmente hay 2 apectos que inciden en el pronóstico al inicio del tratamiento: el efecto neurológico que han causado los medicamentos que se han consumido hasta el momento en que se inicia la terapia y el aspecto de segregación social que el paciente ha ido elaborando sobre sí mismo duante años. Muchas veces los pacientes se sienten sin la capacidad y, por otro lado, los psicóticos crónicos siguen siendo tratados con neurolépticos, los cuales tienen la función de desestructurar el pensamiento. Siendo así, es muy difícil o imposible trabajar en terapia, a no ser de que el psiquiatra acceda a suspender los fármacos de modo que no se presenten efectos colaterales que incidan con el trabajo de secuencialización e internalización de la alucinación.

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