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Juventud es un concepto que, psicológicamente, alude a una emergencia personal. Reconocemos que la juventud comprende el rango de edad entre los 10 y los 24 años; abarca la pubertad o adolescencia inicial —de 10 a 14 años—, la adolescencia media o tardía —de 15 a 19 años— y la juventud plena —de 20 a 24 años—.
La experiencia de la juventud, así como la experiencia de la infancia, adultez y vejez, contiene ciertas vivencias típicas importantes:

  • La diferenciación respecto a las figuras parentales ligada a la búsqueda de identidad personal;
  • El surgimiento de una sexualidad adulta;
  • La búsqueda de una pareja (activación de lo erótico-romántico)
  • El término de la educación básica e inicio de la educación superior;
  • El desarrollo vocacional con la función del trabajo.

Este período avanza determinado en parte por una visión del mundo especialmente diferente de la que se tenía de chico. El poder, ya no es sólo atribuido a los padres o adultos; ahora el joven también se dice a sí mismo, “yo puedo”. Esto marca una diferencia crucial en las relaciones y modos de vinculación entre las personas, ya que el joven se hace portador de una verdad que siente como propia, o al menos, compartida como tal junto con otros de su edad.
Como en toda emergencia, o cambio de estado, el movimiento de la infancia a la juventud, no se da sin que existan problemas o complejidades. A este respecto, podemos hablar de hechos sintomáticos, debido, precisamente, a que, como seres humanos, no estamos examines de enfermar, y menos aún, cuando del afrontamiento de algo nuevo e inesperado se trata, tanto en nosotros mismos, como en la relación con otros. Lo raro, más que tener problemas o síntomas, sería no tenerlos.

Un espacio psicoterapeutico para la experiencia del ser  joven

En el terreno de lo psicológico los síntomas son, principalmente, de carácter emocional, afectivo y relacional, teniendo en cuenta además, que las dolencias o trastornos físicos también se concatenan con estos elementos psicológicos. El sintomatizar no se da en un espacio vacío, sino que confluye en varios contextos, a saber: la familia, el colegio, la universidad, el trabajo, y la comuna o ciudad. Todo tiene que ver con todo, y es aquí en donde surgen muchas preguntas, las cuales son materia prima en el trabajo psicoterapéutico con pacientes jóvenes que consultan debido adificultades para la elaboración de ciertas experiencias.

En psicoterapia con jóvenes se pretende examinar lo que cuesta elaborar precisamente en este período de la vida:

  • Dificultades en la relación –comunicación- con padres y familiares;
  • Asimilación de la identidad sexual e inicio de una nueva relación afectiva;
  • Orientación vocacional según fortalezas y debilidades;
  • Problemas de adaptación a un nuevo contexto educativo;
  • Problemas por consumo de sustancias psicoactivas;
  • Traumas y crisis que ya a determinada edad se hacen insoportables e inmanejables.

Lo importante, antes de entrar en un proceso psicoterapéutico propiamente dicho, es determinar el nivel de motivación del joven para tal propósito vital. Hay que tener en cuenta que el profesional que acompaña al joven en este nuevo emerger, cuenta con las habilidades y recursos para tal fin; sabiendo, luego de haber vivido también esta experiencia, y respetando, las necesidades e ilusiones del joven por querer ser él mismo.